Rafael Mea Vitali jugó su último partido como profesional el pasado miércoles 22 de abril, a sus 40 años, frente al Carabobo FC. El exvinotinto participó en 23 temporadas entre primera y segunda división. Defensor central, formó parte de los siguientes clubes: Caracas FC, New Jersey Stallions (Estados Unidos), SV Waldhof Mannheim (Alemania), Unión Atlético Maracaibo, Estrella Roja, Mineros de Guayana, Aragua, Atlético Venezuela y Metropolitanos.

Mea Vitale es licenciado en Administración egresado de la UCAB. Actualmente se desempeña como gerente deportivo de Metropolitanos y espera seguir aportando al fútbol venezolano desde las oficinas.

—¿Cuándo comienzas a jugar fútbol?

— El fútbol llegó desde muy temprano, me lo inculcaron mis padres de ascendencia italiana. Tanto a mí como a Miki [Miguel Mea Vitali, jugador de la Vinotinto y del Caracas FC], desde muy pequeños nos acostumbraron a eso, desde los cuatro o cinco años estábamos inscritos en torneos.

—¿Cómo ingresaste a la UCAB?

—Cuando me gradué de bachiller presenté en la Católica, la UCV y la Escuela Militar. Gracias a Dios entré a las tres y me fui por la Academia Militar, donde estuve nueve meses, hasta que pedí la baja. Guardé el cupo en la UCAB y entré ahí en el año 1993.

—¿Por qué, inicialmente, la Academia Militar?

—A mí siempre se me inculcó mucho la disciplina, responsabilidad, el orden. Igualmente yo veía que al militar se le daban muchos beneficios y la gente tenía otra percepción de ese oficio en esa época. Me hubiese gustado mucho ser un oficial de la República, además, a mi padre no le desagradaba la idea. Entré nueve meses en la Escuela Básica, en Maracay, aunque fue pasando el tiempo y no fue lo que esperaba.

—¿Qué te desencantó?

—Si bien la educación era muy rígida y había mucho orden, aspectos que cumplían lo que yo quería en ese momento, en esa época mi madre no estaba bien de salud y yo sentía que ella no estaba a gusto con mi presencia allá. Además, pasaron cosas dentro de la academia que no me gustaron.

—¿Qué pasó?

—Siempre que haya un respeto o un por qué, todo bien, pero se tergiversaba lo que era ese respeto o se tergiversaba el castigo por cosas que no había hecho.

 

UNA FAMILIA UCABISTA

 

—¿Por qué la UCAB?

—Por la cercanía con mi casa y porque es una universidad muy respetada a nivel nacional. Siempre traté de graduarme rápido, sin que ningún paro universitario detuviera mis estudios. Y en ese momento me decidí por lo que es una de las más serias de Venezuela.

Rafael Mea Vitali vivió su infancia y adolescencia en la urbanización Montalbán.

De su paso por la UCAB rescata, sobre todo, haberse graduado a pesar de que perdió un año por estar en los juegos de la Vinotinto Sub 23, y haber hecho buenos amigos, «que me ayudaron a graduarme, y conocí a mi esposa. Yo en esa época perdí un año por estar en las concentraciones con la Vinotinto Sub 23 y mis compañeros fueron claves para graduarme». Está casado con la ucabista Vanesa Briceño, a quien conoció en 1998 en el quinto año de la carrera de Administración. Con Briceño tiene una niña de cuatro años, Anabella.

—¿Cómo compartías el estudio con el fútbol?

—Fue duro, porque me llevaba los libros para las concentraciones y los viajes. Llegaba tarde siempre a las clases y los profesores no me dejaban entrar. El Caracas entrenaba en El Peñón, Baruta, y después tenía que hacer el viaje a Montalbán. A veces me quedaba dormido y mis compañeros me tocaban el hombro para despertarme.

—¿Llegaste a ejercer la carrera?

—En ciertos momentos la he tenido que ejercer, por cuestiones de inversión, cuando he creado algunos negocios con mi esposa. Aunque desde hace un año me desempeño como gerente deportivo de Metropolitanos.

 

 EL JUEGO

 

—¿Cuál partido es el que más recuerdas?

—Fueron varios que me marcaron y que sucedieron cosas muy bonitas, que no voy a olvidar jamás: una cuando enfrenté a Colombia en Pueblo Nuevo, en mi primer partido de eliminatorias, que estábamos ganando 2 a 0 y terminamos empatados 2 a 2. Ahí comienza la época del boom de la Vinotinto y fue mi primer partido de las eliminatorias.

Ese encuentro ante Colombia fue el 24 de abril de 2001, por las eliminatorias al Mundial de Corea y Japón 2002.

—¿Qué significó compartir con tu hermano en una cancha de fútbol?

—Es un orgullo familiar y personal. Desde pequeño vio los inicios de mi carrera y poder compartir con él fue lo más bonito que me ha sucedido en la carrera.

—¿Cuáles fueron las claves para llegar a los 40 años y seguir rindiendo al más alto nivel?

—Tienes que internalizar que el fútbol no es solo tu estilo de vida, sino el que te da de comer a ti y a tu familia. Una vez que entiendes eso, te das cuenta de que tu cuerpo es tu herramienta de trabajo y lo tienes que cuidar, como un chofer a su carro.

—¿Te costó tomar la decisión del retiro?

—No, era una decisión tomada en familia y con tiempo. Llega un momento que tienes que cerrar un ciclo y siempre cerrarlo de la mejor manera, para que te recuerden de la mejor manera. Me voy sin ningún drama, sino con la sensación que me voy satisfecho con lo que le di al fútbol venezolano.

—¿Lograste todas las metas que te propusiste?

—Independientemente de que formé parte de equipos muy grandes, gané cinco títulos, disputé veinte partidos de Copa Libertadores, participé con la selección nacional, jugué fuera, cumplí muchas de las metas que todos los jugadores se proponen. Aunque uno siempre va a querer más, pero en general me voy tranquilo.

—¿En cuál club te hubiese gustado jugar?

—Yo creo que me hubiese gustado, por mis raíces, jugar en Italia, independientemente del club. Aunque desde que tengo uso de razón soy fanático del Milán.

—Un jugador que admires.

—Siempre admiré a Franco Baresi, porque jugaba la misma posición. Siempre me gustó su forma de jugar y todos sus compañeros decían que era un caballero fuera de la cancha.

—¿Veías mucho el Milán de Arrigo Sacchi?

—Sí, fue la época más gloriosa del fútbol italiano y del Milán.

Arrigo Sacchi ha sido el entrenador más exitoso de la historia del AC Milán. Bajo su mando, los milanistas consiguieron ser dos veces campeones de Europa.

— Viste al mejor Milán de la historia y ahora ve a uno de los peores. ¿Qué te genera?

—Es frustrante que, por problemas directivos, no se estén haciendo las cosas de la mejor manera. Esa filosofía de comprar jugadores top ya no se mantiene y se fichan futbolistas en el ocaso de su carrera.

—¿Sueñas con ser el gerente deportivo del Milán?

—Sería lo máximo de mis sueños. Esta es la carrera que recién empieza con Metropolitanos y no le pongo techo.

—¿Qué consejo das a esos jugadores que quieren estudiar y jugar?

—Tienen que ser inteligentes, sabiendo que el fútbol es carrera que puede ser muy corta o muy larga, como fue la mía. Pero siempre tienes que tener un medio de subsistencia y eso se obtiene sacando una carrera. Además, los estudios te amplían esa capacidad de raciocinio para tomar decisiones dentro del campo del juego, ya que eso es el futbolista, un gerente que toma decisiones en corto tiempo en el terreno de juego, a diferencia de los que lo hacen en una oficina.

 

♦ Luis Vílchez