Francisco José Virtuoso

Es público y notorio el descontento con la situación actual del país y el deseo de cambio. Los estudios de opinión pública señalan que más del 80% de la población evalúa negativamente la situación del país; también coinciden en que el Gobierno es el principal responsable de los problemas que más afectan a los venezolanos.

¿Qué queremos los venezolanos? Me atrevería a decir que la mayoría estamos de acuerdo con las grandes líneas que establece la Constitución Nacional de 1999. Hay que recordar que su proceso de legitimación supuso, primero, el apoyo del chavismo en el referéndum realizado ese año y, posteriormente, en el año 2007, la defensa de quienes no la apoyaron inicialmente. Estamos, pues, ante la expresión escrita de nuestros grandes consensos y aspiraciones.

El modelo allí establecido consagra el Estado social y de derecho, la división de poderes, un régimen político de libertad y democracia, concediendo un amplio margen a la participación directa del pueblo, la organización federativa y cooperativa del Estado, la obligación de garantizar los derechos humanos civiles, políticos, sociales y culturales, y la corresponsabilidad del Estado y de toda la sociedad como garantía de éxito para el desarrollo de estos derechos.

La pregunta es cómo alcanzar esta sociedad deseada y la respuesta no es otra que seguir los caminos que están planteados en la misma Constitución. Lamentablemente nos hemos ido apartando de esos caminos y se han venido estableciendo por la vía de los hechos mecanismos como el control total del Estado, la imposición de principios ideológicos no establecidos en la Constitución, la exclusión de otros actores y la confrontación permanente con la disidencia.

El consenso no es solo sobre los cambios esperados, sino también en el modo de producirlos, que no es otro que en libertad, democracia y diálogo.

Los venezolanos queremos salir de la crisis asfixiante que vive el país, queremos calidad de vida, progreso y desarrollo, consiguiendo todo ello en libertad y democracia. Eso implica dejar atrás las prácticas políticas de exclusión y confrontación permanente que se han impuesto en la sociedad, sumergiéndonos en una especie de Torre de Babel.

Las encuestas también señalan que en las dos grandes tendencias políticas en las que se divide el electorado venezolano, los simpatizantes reclaman a sus dirigentes orientarse hacia este rumbo. Las críticas a lo que se llama «el madurismo» representan cerca de la mitad del chavismo y, por su parte, en la oposición, hay también una clara demanda, para que sus partidos y dirigentes, representen en toda su extensión el malestar y deseo de cambio de las mayorías. Ello significa que todos tenemos una gran responsabilidad en este momento que vivimos. Por una parte, la dirigencia política, escuchando las exigencias de la gente que representan, y, por otra parte, los ciudadanos en general, presionando a sus representantes de manera clara y directa. La complicidad, el miedo, la connivencia de intereses son los principales enemigos para lograr el cambio. Las elecciones parlamentarias son una gran oportunidad para ejercer la responsabilidad.

Publicado en el diario El Universal el 27 de mayo de 2015