Elías Pino Iturrieta

En el caso venezolano los peligros de la jaula abierta son evidentes. La tribuna del pajarito azul no solo le da voz a una legión de idiotas, si nos atenemos al parecer de Umberto Eco sobre las redes sociales, sino también a jueces severos que pueden convertir un mensaje de 140 caracteres en afrenta digna de la cárcel, o de un estrambótico acuerdo de la AN.

No es un asunto que se deba tomar a la ligera, pese a la pomposa necedad de la minucia que ha llevado a su discusión en las sesiones del parlamento venezolano. El recuerdo de otros episodios que han colocado en el banquillo a unos pajarracos relativamente desconocidos que de pronto son sometidos a la vindicta pública por sus trinos, nos debe poner en alerta. Tal vez el episodio más célebre tenga de protagonista a un concejal de apellido Zapata recién elegido en Madrid, quien ha tenido que renunciar a sus funciones en el área de la cultura por unos fragmentos de humor negro que incluyó en su time line hace un par de años. El flamante concejal hizo entonces bromas pesadas a costa de los judíos y de una víctima del terrorismo, para que ahora se amolaran los dardos de los partidos rivales en busca de su cabeza. Lo lograron: el acoso hizo que el edil renunciara a las funciones que pretendía desempeñar, después de que la nueva emperadora de la Villa y Corte, doña Carmena del alma mía, aconsejara el mutis para que no le arruinara el debut.

El manejo de las redes sociales se debe hacer con cuidado. Siempre hay jueces y ajusticiadores tras el animoso movedor de teclas. Que lo diga el bloguero saudita Raif Badawi, quien debe recibir 1.000 latigazos durante 20 semanas porque tuvo la osadía de promover un “foro liberal” sobre los problemas de su país. Pensaba que se la estaba comiendo y terminó lacerado por el verdugo. Pensaba que solo los amigos se darían por invitados a una red aparentemente inofensiva que no alarmaría a los patriotas cooperantes, pero ahora padece el encierro de su cuerpo y el tormento de sus carnes. Que lo diga la zuliana Magaly Contreras, una señora de su casa que tuvo la ocurrencia de presentarse en Twitter como tarotista, vidente y guía espiritual. “La Asamblea Nacional estará de luto”, fue el deslumbramiento que tuvo y colocó al servicio de sus seguidores, sin saber, pese a su pregonada cualidad de adivinadora, que el diputado Serra sería asesinado al día siguiente. La acusaron de instigación pública a la desobediencia de las leyes, le prohíben usar las redes sociales, si no lo hace con comedimiento, debe cumplir servicios comunitarios y visitar periódicamente a un psiquiatra. Quizá no sea un caso de enajenación mental, como sugiere la sentencia, sino apenas una muestra de la ligereza que nos habita como tuiteros, pero los vigilantes del orden lo vieron de otro modo.

Y así topamos con don Felipe Calderón, quien no recibirá vergajazos por un tuiteo desafortunado o realmente pendejo que hizo sobre el triunfo de la Vinotinto frente a Colombia, sino los dicterios de la AN. No está dotado el expresidente mexicano para los lances livianos del humor. En realidad es la negación de la chispa y del desenfado que caracteriza a sus coterráneos. Más parece enterrador de oficio que animador de jolgorios. De allí el porte funeral  que le han abultado los descalabros del PAN, pero que lo distingue desde el comienzo de su vida pública. De allí sus pasos grises en la buena y en la mala, para pena de Tintán y de Clavillazo. De allí la redacción de un tuiteo que quiso ser una gracia y se volvió morisqueta. Nada de particular, en suma, nada fuera de lo normal, pero se antojó de hacer el chiste mientras los venezolanos celebrábamos un gol histórico. No solo chocó con la molestia de los celebrantes, sino también con la ira de unos diputados que lo quieren llevar a la picota mediante documento formal por el delito de lesa patria.

A esas hemos llegado, ahora en arremetida contra la “planta insolente” del Twitter. Si el maestro Eco considera que la jaula abierta concede micrófono a una legión de idiotas, debería pensar que hace lo mismo con muchos de sus críticos. El detalle no deja de tener importancia, si son la voz de quienes deliberan como representantes del pueblo.

Publicado en el diario El Nacional el 21 de junio de 2015