Elías Pino Iturrieta

Las encuestas más acreditadas descubren la multiplicación de un descontento social que debe conducir a un triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias. Los tumbos de un gobierno incapaz de atender las necesidades de los venezolanos en asuntos como la alimentación, la salud y la seguridad marchan hacia un precipicio que contará con una advertencia contundente cuando los electores voten por sus representantes en la AN. Tal vez ni las encuestas hagan falta para vaticinar el descalabro de la “revolución”, debido a que el paisaje de carestías que predomina en todos los rincones del país y las reacciones de malestar que produce hablan de todo menos de felicidad social. Todo lo que se advierte en la superficie de la vida señala el declive de la “revolución” y la fortaleza de las fuerzas que la adversan. Parece lógico, por lo tanto, que las manifestaciones de repudio se expresen en la primera oportunidad que se ofrezca, es decir, en la justa electoral más cercana. Sin embargo, quizá el panorama no sea así de claro. Como en no pocas ocasiones del pasado político, quizá dos más dos no sumen ahora cuatro.

El refuerzo de las terribles indicaciones del ambiente inmediato depende de la oposición, y aquí topamos con una primera posibilidad de duda en torno a los vaticinios triunfales. No advertimos a las fuerzas opositoras como un bloque compacto, es decir, como una sola fuerza que suprime sus diferencias para dedicarse a la única tarea de derrotar a un régimen exhausto que parece derrotado, pero que puede sacar fuerzas de flaquezas para evitar la pérdida de la AN, su apéndice más servicial. Pareciera que en la MUD no han apreciado el valor que tiene para la “revolución” el dominio de un poder que le permite hacer y deshacer sin frenos ni contrapesos. La “revolución” echará  el resto para evitar una catástrofe de esa magnitud, mientras la MUD no se advierte preparada para una batalla de la cual depende la subsistencia del régimen. Las decisiones dislocadas, la pelea por los liderazgos, la demora en presentar las listas completas de los candidatos de todos los estados, la ausencia de un discurso realmente ajustado a las circunstancias no son elementos que avalen la victoria anunciada por las encuestas.

No es una elección corriente la que viene, sino la alternativa de que, por primera vez desde el advenimiento del chavismo, se restablezcan los usos de la democracia representativa. Si los partidos políticos son las organizaciones esenciales de ese tipo de convivencia, pareciera que ni siquiera se toman la molestia de recuperar esa función, que es lo mismo que recuperar su identidad, para perderse en minucias sin relación con el desafío del 6 de diciembre. Nada dicen los cónclaves de la MUD sobre la conciencia que tienen sus integrantes en torno a lo que ahora está en juego. Nada de particular se observa, en asuntos de mensaje, estrategia, nominaciones y presencia sin los cuales se puede perder lo que parece hoy una victoria cantada.

El gobierno quebrado sacará de los rincones la plata que necesita para mantener el control de la AN. Ya Maduro se afana en divulgar el horror que será para la sociedad que la oposición domine el Poder Legislativo, hasta el punto de anunciar la posibilidad de un apurado apocalipsis ante el retorno de los bárbaros. Si ha de fabricar lides patrioteras para encontrar los prosélitos que el desencanto llevó a la orilla contraria, lo hará sin ningún tipo de escrúpulo. Recursos y argumentos le sobrarán para resguardar el coto personal de Diosdado Cabello. Necesita la aplanadora que el capitán convertido en legislador pone a su servicio mientras comparte con él los poderes supremos. Además, sabe que el CNE, su confiable y probado CNE, permanece como aliado esencial. Así las cosas, no será coser y cantar lo que corresponda en adelante a la oposición.

En los últimos años no habíamos experimentado como pueblo horas de mayor desencanto, pero tampoco se había encontrado la MUD ante la obligación ineludible de mostrar su compromiso con el pueblo en un proceso que se le muestra favorable. Pero favorable en la víspera, solamente. Lo que suceda en diciembre dependerá del trabajo distinto y sin fisuras que ha brillado por su ausencia.

Publicado en el diario El Nacional el 28 de junio de 2015