Es probable que quienes escogen como opción profesional la carrera de Educación lo hagan sin conocer todas las puertas que se abrirán para aplicar lo aprendido. Ana Díaz, coordinadora de las menciones de Educación Integral y Educación Preescolar de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello, se pone como ejemplo. «Cuando decidía seguir este camino, no me imaginaba el alcance de la vida laboral que tenía ante mí. En mi experiencia, tuvo un techo mucho más alto que el que yo a simple vista podía advertir. Los límites los pone cada quien».

Recalca que el aula es el lugar por excelencia para ejercer la docencia. «Es un espacio privilegiado: el contacto con los niños, la dinámica de clases, la responsabilidad de estar a cargo de un grupo de estudiantes y acompañarlos como seres humanos. Es una de las cosas de mayor valor dentro de la profesión. En mi caso, de no haber palpado esa realidad, como decimos de una manera coloquial, de no haber ‘patiado el aula’, no tendría ese aval para formar formadores que es mi responsabilidad actual».

Díaz obtuvo los títulos de Técnico Superior Universitario y Licenciada en Educación Preescolar en la Universidad Metropolitana, institución donde también cursó el postgrado en Gerencia de Instituciones Educativas, pero desde temprano en la carrera comenzó a entender cómo se ejercía. «El campo laboral del docente se empieza a gestar desde la formación, las puertas de trabajo están abiertas desde la universidad, porque incluso muchos reciben ofertas para incorporarse como auxiliares de aula antes de graduarse».

Una bondad que encuentra en la carrera es que en la medida en que el estudiante se forma y se profesionaliza puede ir escalando posiciones, en función de las exigencias que se haga a sí mismo y de sus intereses. «Está la posibilidad de trabajar como coordinador académico o como director de centros educativos, una labor que, en mi caso, pude ejercer en instituciones educativas privadas. Eso alimentó mi interés en la gerencia educativa y me ayudó a reflexionar acerca del perfil docente que se necesita fortalecer».

Sobre este punto, señala que, además de competencias vitales previstas en la formación, que incluyen desde la mediación pedagógica hasta la planificación y el trabajo de incorporación de la familia y de la comunidad a la escuela, es vital robustecer desde el primer momento la vocación. «Necesitamos un maestro motivado, comprometido, con sensibilidad especial por la infancia. Hay que hacer un gran esfuerzo por la formación de las competencias del ser y por dignificar la labor del docente».

Ve como indispensable que los equipos responsables tanto de las escuelas como de las políticas educativas comprendan que el mejor capital con el que cuentan «es el maestro, bien formado y bien remunerado, que permanezca en la institución porque allí tiene la oportunidad de lograr sus propósitos profesionales».

 

A LA CAZA DE VOCACIONES

La Escuela de Educación ha hecho esfuerzos por convocar a los colegios y a los estudiantes de cuarto y quinto año de bachillerato para que escuchen cuál es la ventaja de ser un educador. «Yo podría mencionar una muy importante: nunca falta trabajo. A diario recibo gran cantidad de solicitudes de empleo de instituciones educativas que tienen la confianza de llamar a la UCAB». Aunque los estudiantes suelen inclinarse hacia Educación Preescolar e Integral, lamenta la merma en el interés en menciones como Física y Matemáticas y Ciencias Sociales. «Eso nos obliga a pensar en nuevas estrategias», dice.

Una iniciativa de captación de estudiantes que menciona Díaz es el convenio con el Instituto Universitario Jesús Obrero. Los alumnos que han alcanzado el título de TSU en ese centro pueden, con dos años más de carrera, obtener la licenciatura, con el atractivo de que se les otorga un descuento de 40 % de la matrícula. «Próximamente tendremos nuestros primeros seis egresados», anuncia.

Poder obtener el título de técnico antes de graduarse es una ventaja de la que también disfrutan todos los estudiantes de esta carrera en la UCAB. Una vez que se culmina el sexto semestre se abre esa posibilidad, aunque la mayoría prefiere obtener la licenciatura. Los alumnos pueden, además, conseguir simultáneamente las menciones de Preescolar e Integral, bien por solicitud al Consejo de Escuela para cursarlas al mismo tiempo o tomando semestres adicionales al finalizar.

 

ESCENARIOS NO CONVENCIONALES

Al hablar de las puertas que se han abierto en el campo laboral, Díaz menciona el área de la educación no formal, con el ejemplo de fundaciones u organizaciones sin fines de lucro, como Fundana y Cania, que suelen pedir el apoyo de pasantes de la Escuela de Educación. La educación prenatal o prácticas no convencionales, como la organización de ludotecas, constituyen también nuevos escenarios de desempeño.

Por otra parte, tratan de inculcar en los estudiantes la idea de que pueden llevar adelante una empresa con fines educativos, con el diseño, por ejemplo, de herramientas didácticas o la producción de materiales con el apoyo de la tecnología, entre otras, piezas de video y de audio. «Ofrecemos asignaturas vinculadas con el emprendimiento, que permiten crear un plan de negocios en el área educativa. Desde 2011 esta materia pasó a ser obligatoria en el pénsum», explica.

La formación de adultos, conocida como andragogía, es otra área cuya demanda promete estar en auge en los próximos años. Los alumnos realizan prácticas de enseñanza para el personal obrero dentro de la UCAB. Díaz está convencida de que con ello, constatan que pueden constituir también una generación de relevo para la universidad. «Sería maravilloso poder mostrar a todo el que viene a investigar sobre la carrera todas las posibilidades que tiene, porque ni yo misma cuando me gradué pensé que el horizonte era tan lejos y quiero pensar que no ha terminado».

♦ Marielba Núñez

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