Fray Luis de León, salmantino ilustre, escribía en su poesía: Vivir quiero conmigo / gozar quiero del bien que debo al cielo… Las imágenes que hemos proyectado refrescan la memoria de lo vivido este curso 2015-2016. Ellas traen recuerdos de lo que ha sido este tiempo, rico y denso en experiencias y lecciones aprendidas. Quiero aprovechar esta oportunidad para compartir con ustedes un balance de lo que creo que este año de trabajo nos deja y enseña, así como también los grandes retos que pone delante de nosotros.

Quiero simplemente mirar hacia atrás e identificar nuestras vivencias, experiencias, logros y desafíos, buscando traer a la memoria lo vivido para convertirlo en nuestro punto de apoyo para seguir avanzando hacia lo que queremos y buscamos. Ahondar en la experiencia vivida, sacar provecho de ella, hacer conscientes los errores y gozar del bien recibido: es la mejor manera de poseernos a nosotros mismos como personas y colectivo. Solo así encontraremos fuerza para enfrentar la incertidumbre y el desasosiego en que nos sumergen, sin darnos cuenta, las dificultades del día a día.

He dividido lo que quiero decirles en tres partes: La primera, nuestros haberes. La segunda, lo que hemos avanzado y la tercera, los retos para el próximo curso que se inicia en septiembre.

 

NUESTROS HABERES

La universidad es el lugar donde trabajamos y convivimos, pero sobre todo es el sitio desde el cual queremos construir desarrollo, progreso, bienestar, esperanza, futuro. Al llegar cada día a nuestros campus, nos mueve eso que hemos visto en la colección de fotos: la actividad a favor de los demás, el equipo trabajando, el conocimiento puesto al servicio de quienes se están formando. Nos mueve la palabra, el compromiso, la sana ambición por la excelencia. Nos mueve el abrazo solidario. Compartir, construir, transformar el entorno; en fin, nos mueve y nos conmueve un conjunto de principios y valores internalizados, aun cuando no siempre sean expresados a viva voz. Quizás en ocasiones como esta valga la pena machacarlos:

  • Excelencia para una labor académica y profesional que jamás pierde de vista su entorno.
  • Solidaridad con el otro, dentro de la visión cristiana de la vida.
  • Respeto mutuo, para ser cada vez mejores ciudadanos.
  • Compromiso  con el desarrollo humano sustentable.
  • Responsabilidad.
  • Servicio al otro… y en todo amar y servir.

Quien viene de fuera lo nota y lo percibe. A quienes estamos dentro, de tanto respirar ese aire fresco, se nos hace natural.

En la UCAB hay un profundo sentido de pertenencia en la gran mayoría de la comunidad. Hay identificación con sus valores y principios. Hay una gran capacidad de diálogo y de trabajo en equipo. Hay un claro sentido de responsabilidad. Hay institucionalidad y cotidianidad de trabajo, un profundo compromiso con el país y con nuestro entorno, cariño muy profundo por lo que somos y hacemos… Y eso se evidencia en el cuidado de nuestros campus aquí y en Guayana. No es una simple percepción. Es la observación del día a día, es el resultado de nuestros estudios internos.

Con esto no quiero decir que todo internamente es color rosa. No, hay muchas cosas que mejorar, pero nuestras deficiencias, errores, problemas, conflictos y dificultades no son lo primero que sentimos, ni nosotros ni nuestros visitantes. Debemos hacernos conscientes de ello: es un mundo interno estimulante del cual disfrutamos todos los días. Estar conscientes de tal fortuna es un apoyo desde el cual abordaremos el esfuerzo cotidiano por ser cada vez mejores.

Este el momento para decirles algo de manera muy enfática: siento al personal de esta universidad muy, muy comprometido… Ante la avalancha de desasosiego que nos cae desde los titulares de Prensa o a través de las redes sociales, ante el padeciendo cotidiano  que impone la terrible crisis que vive el país, nuestra respuesta ha sido perseverar, luchar, buscar alternativas, radicalizar la imaginación para continuar con nuestro compromiso.  

Me gusta esa idea: la de que nos hemos radicalizado en nuestras buenas prácticas para hacerle frente a la crisis, convirtiendo las malas noticias en razones para perseverar, luchar, ser mejores.

Todos estos cambios que ustedes han visto hoy [se refiere a las juramentaciones del personal en cargos académicos y administrativos] en nuestro organigrama se deben a varias razones, pero hay dos fundamentales: En muchos casos tiene que ver con el vencimiento natural de los lapsos establecidos en el ejercicio del cargo. Y la segunda, para responder a las necesidades de cambio y reestructuración de nuestro organigrama.

Ahora bien, todos estos nombramientos se nutren de nuestras propias fortalezas. La gente que enfrenta sus nuevos compromisos se formó aquí, y quiere seguir dando lo mejor de su talento aquí, en la UCAB. Y esa gente se suma a los otros, los que vienen trabajando en otras trincheras y, por supuesto, continúan. Todos estos reacomodos, dentro del marco de una universidad decidida a mantener su prestigio y aun incrementarlo, todos estos reacomodos, repito, se alimentan de la disponibilidad de nuestra gente, de ustedes.