Luis Ugalde

 Al principio fue la necesidad. Ella obliga a desarrollar el talento humano y  la solidaridad. Fe y Alegría no nació de los recursos abundantes, sino del choque con la necesidad. En Catia  se encuentran (1954) estudiantes idealistas congregantes marianos de la naciente UCAB y niños sin escuela que no sabían leer. Produjeron una respuesta creativa: el vecino Abraham Reyes conmovido donó la mitad de su rancho, los jóvenes organizaron la primera rifa y juntos abrieron la primera escuela (1955); sin pupitres y con niños sentados en bloques, pero era “su escuela”. Luego, de la solidaridad social y de la responsabilidad pública han nacido miles de escuelas para millón y medio de niños en América Latina y África, prueba de que la necesidad y la generosidad estimulan la creatividad, el talento y la solidaridad para producir soluciones en lugar de lamentos. Surge la virtuosa “triada solidaria de familia, Estado y sociedad” en educación. Fe y Alegría  exige y logra la presencia estatal en sus escuelas, junto con la responsabilidad de la familia y la  solidaridad de la sociedad. No enfrentados sino juntos potenciando la calidad y la eficacia de unos y otros.

El mantenimiento es uno de los aspectos de mayor fracaso en las escuelas públicas oficiales. Fe y Alegría es modelo de mantenimiento, pues sus escuelas son públicas y privadas a la vez y los participantes sienten que “esta escuela es nuestra”. En ese “nuestro” está el secreto del mantenimiento.

Fe y Alegría con cada escuela lleva al Estado adonde no llegan los funcionarios y hace presentes y activas a la familia y a la sociedad educadora.

Un sábado de 1975 llegamos en San Félix (Edo. Bolívar) al borde oriental donde terminaba el último barrio. Nos impresiona ver a centenares de personas en actividad febril clavando estacas, levantando palos, poniendo láminas y cercando con alambres el espacio de su soñada elemental vivienda. Son los “invasores” -ilegales pero legítimos- del naciente barrio  “Vista al Sol”. Yo iba con el P. Luis Giménez, Director regional de Fe y Alegría, que  también “invadiría”, para que la gente tuviera una escuela elemental a su alcance. Luego escuela y gente presionan al gobierno para que cumpla con su deber y apoye. En cientos de centros, Fe y Alegría aglutina a los vecinos, recuerda a los gobiernos su obligación, y congrega la solidaridad de la sociedad para juntos producir una escuela de calidad  que libere a los niños del abandono, de la delincuencia y de la exclusión social. Juntos podemos.

No es verdad que el Estado “subsidia” la educación de Fe y Alegría, como si diera una ayuda  a terceros para una responsabilidad no estatal. La verdad es la contraria: Fe y Alegría ayuda al gobierno a cumplir con su obligación estatal en sectores con niños sin aulas o con una pobre escuela. Ella ayuda también a las familias y atrae el parcial financiamiento estatal debido a esos niños y padres.  Lo viví hace 20 años en La Pradera (zona alta de La Vega) con el nacimiento de la Escuela P. Olaso y hace 10 con la construcción de la escuela Los Ángeles en La Estrella, “invasión” de esperanza y de frustración chavista.

En esta Venezuela triste, saqueada, empobrecida y con una decadente educación empeñada en adoctrinar, Fe y Alegría activa la triada solidaria virtuosa y muestra el futuro mejor haciendo mas con menos. Por eso escandaliza la actual sectaria orden de funcionarios a Fe y Alegría de “ningún aula más”, con lo que impiden el crecimiento  que las familias piden a gritos. Si todo se ha de pedir al Estado y esperar de la burocracia gubernamental, con partido de gobierno que retienen el Estado como su botín privado, no hay futuro.

La fiebre minera. Fe y Alegría es un modelo  para sembrar y cosechar en  niños y jóvenes calidad educativa y buen aprendizaje del talento humano que hoy se pierde. Este  régimen llevó hasta la locura la heredada cultura rentista de mantenidos. Ante la ruina actual anuncia de palabra la necesidad de pasar de rentistas petroleros a productores, pero en realidad  entra en pánico y quiere dar el salto fatal a mas minería y destrucción ecológica; al “Arco Minero” anunciado como nuevo dorado, rico en coltán, oro, bauxita, diamantes y otros, enterrados en esos 114.000 Km2. Otra ilusión rentista y mas destructiva.  En lugar de apostar a fondo al talento humano de millones de niños y jóvenes,  que es la verdadera riqueza nacional y personal. Como dice el exsenador Alexander Luzardo “promover el Arco Minero sin duda alguna significa un crimen ecológico generacional”. Parece que sufrimos la maldición del emperador alemán Carlos V cuando hace 500 años entregó el  territorio de Tierra Firme a sus  acreedores banqueros para que se cobraran sus deudas con el oro soñado. Luego inventarán el mítico Dorado, lago de oro que nunca existió y otras quimeras hasta nuestros días. Delirios producto de la fiebre minera rentista que frena nuestra condición de productores. De esto  hablaremos en otro artículo.

Publicado en el diario El Nacional el 30 de marzo de 2017