Su nombre evoca asuntos ecológicos. Sin embargo, está muy alejado de la protección de la naturaleza y está causando alarma en todo el planeta. «La ballena azul» es un juego en internet creado por un joven ruso que invita a sus participantes (principalmente niños y adolescentes) a cumplir una serie de retos, el más grave de todos, quitarse la vida.

Hasta la fecha se han reportado más de 130 muertes asociadas a esta macabra diversión. Los primeros decesos se registraron en Rusia en el año 2015, pero se han extendido con la misma fuerza de las redes sociales  a países como Colombia, España, Paraguay, Portugal, Uruguay e incluso Venezuela.

El pasado 27 de abril, el portal de noticias Notiglobal reportó que un joven de 15 años, estudiante de un colegio en Puerto Ordaz, estado Bolívar, se suicidó tras haberse  involucrado en este juego.  El caso estaba siendo investigado por el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC).

DE QUÉ VAN LOS RETOS

«La ballena azul» fue creado en el año 2013 por Philipp Buedeikin, un joven de 21| años quien Inicialmente lo divulgó con el nombre de «F57» a través de una red social similar a Facebook llamada VKontakte. Para entonces fue denunciado por varios usuarios y sacado de dicha red.

Sin embargo, en el año 2015 apareció nuevamente en las redes sociales y fue en ese momento cuando se registró la primera muerte en Rusia.

El juego tiene una duración de 50 días. Durante este tiempo los participantes deben realizar uno o varios retos durante cada jornada, los cuales van desde dejar de hablar a la gente, ocupar las noches viendo películas de terror, escuchar cierto tipo de música, sostener conversaciones vía Skype con un desconocido, hasta subir a azoteas, cortarse los brazos con una navaja, lanzarse la vacío desde alturas peligrosas y fiinalmente, suicidarse.

LA MENTE MACABRA DETRÁS DEL JUEGO

El creador del «La ballena azul», Philipp Buedeikin, estudió psicología durante tres años en su país; al ser expulsado de la carrera se dedicó a estudiar Ingeniería en Sonido. En noviembre del año 2016 fue capturado por la policía  y acusado de incitar al suicidio a 15 jóvenes.

Según han reseñado varios medios, Buedekin declaró a las autoridades que había inventado el juego con el fin de hacer una «limpieza social» de «residuos biológicos» (en referencia a las víctimas participantes). «Murieron felices, les di lo que no tenían en la vida real: calidez, comprensión y comunicación», comentó el muchacho.

Para Héctor Vivas, psicólogo del Centro de Asesoramiento y Desarrollo Humano de la UCAB, Philipp Buedeikin es, de entrada, alguien muy peligroso, porque tiene el perfil de una persona psicópata.  «Estos individuos suelen ser encantadores a primera vista. No experimentan culpa ni vergüenza y  su conducta no se ve inhibida por las emociones; es decir, estas personas tienen una incapacidad para sentir emociones y perciben a los demás como un objeto con un fin instrumental”.

ESOS NO SON JUEGOS

El especialista del CADH-UCAB señala que, además del suicidio, otras actividades propuestas por los retos de «La ballena azul» también ponen en riesgo la salud y estabilidad emocional de los partcipantes.

Pone como ejemplo el reto que expone a los participantes a ver películas de terror hasta muy tarde o el que los obliga a mantenerse insomnes durante mucho tiempo.  «La falta de sueño puede producir fatiga muscular, dificultad para concentrarse y cambios en el apetito, pero también alteraciones en el estado de ánimo como la depresión y la ansiedad».

Por eso Vivas pide a los padres estar atentos no solo a este juego sino a cómo y con quién se relacionan sus hijos en las redes sociales. Recuerda que Internet se ha convertido en el principal medio de interacción de las nuevas generaciones.

«Los padres deben encontrar un equilibrio en este tema: ni tan lejos para descuidarlos ni tan cerca como para asfixiarlos. En cuanto a alteraciones emocionales, lo más importante es identificar si sus hijos  presentan cambios en su apetito, su humor, se aíslan o si tienen algún tipo de marcas en los brazos».

Más allá de esto, también recomienda incorporar el suicidio como un tema de conversación para incentivar la reflexión de los jóvenes e identificar alguna señal de alerta a tiempo para buscar ayuda especializada.

La comunicación, como siempre, parece clave. A fin de cuentas, en el mundo real siempre habrá una «ballena azul» u otros peligros. El fortalecimiento de la autoestima y la promoción de relaciones sanas en los jóvenes son el mejor antídoto.

♦Katherine González