Capacidades de comunicación, socialización y comportamiento distintas… El síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista que afecta estas destrezas. Mas es importante destacar que no necesariamente menoscaba el nivel cognitivo de quien tiene este síndrome.

“Lo primero que hay que saber es que el autismo es una condición, no una enfermedad”, explica Amorina Segovia, docente de la escuela de Educación y especialista en Dificultades para el Aprendizaje. “No se quita, no se cura, no se contagia. Quien lo tiene, lo tendrá toda la vida”.

Para muchos, tener Asperger no es impedimento para acceder a estudios universitarios. Así, en la Universidad Católica Andrés Bello Extensión Guayana es cada vez más frecuente encontrar estudiantes con Asperger, quienes asumen desafíos propios de su condición, los cuales, además, involucran a toda la comunidad universitaria.

Segovia destaca en primer lugar el hecho de que los profesores universitarios esperan que todos los alumnos que llegan a esa instancia de educación hayan superado procesos y adquirido una serie de conocimientos y destrezas mínimas, prerrequisito que no necesariamente se cumple en el caso de un estudiante con Asperger.

Asimismo, se estima que los alumnos universitarios desarrollen la capacidad de desenvolverse de forma autónoma, es decir, de manera cada vez más independiente. También se espera su adaptación a las aulas, a las actividades cambiantes o poco rutinarias y a los períodos libres con los cuales generalmente cuentan los estudiantes. No obstante, para una persona con Asperger todas estas variables pueden configurar grandes retos.

El conocimiento por parte de la comunidad universitaria sobre este tema se vuelve, entonces, clave para poder atender a su creciente población de personas con esta condición.

“Cada persona que tiene Asperger es diferente”

Marjuli Valdez tiene Asperger y estudia en la UCAB Guayana. “En el primer semestre sentía nervios”, pero se ha adaptado, ha hecho amigos y le gusta el ambiente de la institución. “Me cuesta hacer grupos y tomar liderazgo e iniciativas”, pero pone todo su esfuerzo: “pregunto a los compañeros de qué manera los puedo ayudar, para que vean que sí estoy cooperando y que el trabajo fluya”.

En general, Valdez siente que sus profesores y compañeros la tratan bien y con respeto, lo cual aprecia porque “las personas con esta condición también tienen necesidades, todos somos iguales en esencia y no hay que vernos por encima del hombro por tener esta condición”.

Wilfredo Román fue diagnosticado en el año 2007. Está a un semestre de culminar la carrera de Comunicación Social y ha llegado a este punto estudiando de formas distintas a las que usan sus compañeros: “Para mí es más fácil mezclar el aprendizaje con la experiencia, llevarlo a mi ritmo y a mi manera para aprender”.

Si bien Román siente que le cuesta el desarrollo de relaciones sociales, considera que en el espacio universitario es bien tratado. Aun así, recomienda a los miembros de la comunidad que “sean tolerantes y, si pueden, aprendan más sobre esto para que se les haga más fácil convivir con gente con condiciones distintas”.

Por su parte, Javier García apenas se inicia en Comunicación Social. Sus expectativas sobre la carrera son comunes a las de la mayoría de los estudiantes universitarios: “Lo más desafiante será dominar lo que me enseñen” y “el tema del trabajo final de concentración; sé que falta mucho para eso, pero me asusta un poco”.

García también expresa tener dificultad con las relaciones interpersonales: “Suelo estar solo, aunque hay veces que no desearía que fuese así”. Asimismo, considera que algo que ayudaría mucho a los estudiantes con trastornos del espectro autista en la universidad es que todos los miembros de la comunidad “sean muy abiertos al tema” y que siempre tengan en cuenta que “cada persona que tiene Asperger es diferente”.

Atender la diversidad

“Cada vez tenemos más estudiantes en nuestras aulas con una condición como la del autismo, lo que para mí es un logro”, afirma Sandra Cáceres, directora del Centro de Asesoramiento y Desarrollo Humano de UCAB Guayana (CADH). Pero este logro implica desafíos tanto para los estudiantes como para los docentes y las Escuelas:

“La oportunidad en la universidad no es solo el ingreso: es que el estudiante con Asperger se pueda apropiar como cualquier otro de los conocimientos y las competencias de la carrera que ha elegido”.

Cáceres explica que estos retos no son solamente responsabilidad del estudiante con autismo, sino que también requieren de la participación del entorno y, por ello, la UCAB, además de ofrecer equidad en oportunidades, también busca atender la diversidad a través de procesos de acompañamiento ofrecidos tanto a alumnos como profesores.

Por esta razón, siempre que se considera necesario, el CADH junto con las Escuelas idea actividades y estrategias que son pensadas tanto para acompañar a los estudiantes con Asperger, como para asesorar a los docentes y ofrecerles herramientas.

El fin es procurar que los ucabistas con autismo puedan tener una experiencia exitosa de inclusión en su transitar por la institución. Esto también pasa por la educación de la comunidad universitaria, para acabar con mitos y temores sobre el Asperger. Como enfatiza Marjuli Valdez: “No somos limitados; podemos hacer muchas cosas de las que se pueden sorprender”.

♦Karla Guzmán Rodríguez