“Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”, dijo Kofi Annan, séptimo secretario general de la Organización de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz de 2001.

Desde 1993, se celebra cada 3 de mayo el Día Mundial de la Libertad de Prensa, fecha para rendir homenaje a los periodistas y defender a los medios de comunicación de los diferentes ataques a su integridad e independencia. Además, ofrece la oportunidad de evaluar los niveles de libertad de prensa a nivel mundial; aparte de recordarle a los ciudadanos su significado.

La libertad de prensa es un tema que va de la mano con la libertad de expresión y ésta es un derecho humano universal definido como  «el derecho que tiene todo individuo a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión», según lo establece el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Los gobiernos y ciudadanos del mundo están  obligados a proteger el ejercicio de este derecho y los periodistas deberían tenerlo en cuenta al ejercer su profesión, como garantía para trabajar sin ningún tipo de miedo o censura.

No obstante,  la realidad dice lo contrario: En lo que va de año, y según reseña la organización Reporteros sin fronteras, 193 periodistas han sido encarcelados y 8 periodistas han muerto en su labor en todo el mundo.

Asimismo, los medios de comunicación representan en cada país uno de los pilares más importantes de la democracia. ¿Por qué?, la libertad de prensa se ve como una de las principales herramientas de los ciudadanos para alzar su voz y debatir los diversos temas que atañen a la sociedad. También funciona como un medio de empoderamiento para que se pueda pedir cuentas al gobierno. Por otro lado, sin libertad de prensa el pueblo queda silenciado y obligado a vivir en gobierno autoritaria donde no puede ser escuchado.

Día tras día, los periodistas luchan contra la censura de gobiernos que no quieren que la verdad sea publicada, pero también contra la autocensura de los medios para los que trabajan,  que muchas veces son amenazados con sanciones gubernamentales  si publican informaciones incómodas o se convierten en cómplices de los gobernantes por intereses económicos o políticos.

Lamentablemente, Venezuela se ha convertido en un escenario que confirma esta realidad. Según registro del Instituto Prensa y Sociedad, desde 2005 a la fecha se han producido 2358 violaciones a la libertad de prensa y 753 hechos de abuso de poder estatal contra los profesionales del periodismo.

El más reciente estudio de la la ONG sobre censura y autocensura en el país realizado sobre una encuesta a más de 200 periodistas, indica que existe la «tendencia sostenida de la sumisión de las empresas de los medios de comunicación ante las presiones gubernamentales».

«De los 252 periodistas, 48% dio cuenta de esta situación como una de las manifestaciones de la censura interna, con la intención de evadir la cobertura de denuncias que involucren al poder estatal», se lee en un resumen del informe disponible en el website www.ipysvenezuela.org

El poder ejecutivo y el poder judicial son los principales censores . «Los consultados respondieron que las mayores órdenes de censura en 2016 provinieron del poder ejecutivo (21%) y del poder judicial (12%). Los periodistas se vieron afectados por órdenes de censura emanadas del poder legislativo. Mientras que 5% refirió órdenes de silencio de parte del poder electoral y 3% del poder moral».

Ante este panorama, los medios digitales se han convertido en una excelente herramienta para publicar informaciones no divulgadas por los grandes medios, expresar denuncias o exigir respuestas a los gobernantes sobre su gestión pública.

El reto sigue siendo, sin embargo, actuar con la ética necesaria para  obtener y publicar información confiable y certificada. Solo de esta manera, se podrán reivindicar la libertad de expresión y la libertad de prensa como derechos que benefician al ciudadano, para defenderse, y al gobierno, para demostrar su transparencia y buena gestión.

♦Katherine González