La universidad cuenta con dos edificios diseñados por el fallecido profesional argentino, responsable de obras como la Concha Acústica de Bello Monte, en Caracas. Durante su trayectoria ejerció como docente de la UCV, donde recibió la Orden José María Vargas por méritos relevantes. En su honor, la Escuela de Arquitectura de la UCAB creó un premio que celebra la excelencia estudiantil

La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) celebra 70 años de existencia y su campus Montalbán, abierto en 1965, cuenta con una arquitectura singular en la que dialogan edificaciones con diferentes estilos que reflejan, además del ingenio de quienes las diseñaron, el tiempo en que fueron erigidas.

Por ejemplo, el edificio de Laboratorios (donde funciona la Facultad de Ingeniería y construido a principios de la década de los sesenta) se enfrenta a otros más modernos como el Centro Cultural Padre Carlos Guillermo Plaza, que fue terminado en el año 2013; el Edificio Cincuentenario, inaugurado en 2003, o el del Rectorado, que data de 1983.

Y aunque todos son importantes, uno de ellos es el símbolo inequívoco de esta casa de estudios: el Edificio de Aulas. La icónica estructura de cinco plantas fue diseñada por el arquitecto argentino Julio César Volante y su construcción comenzó en el año 1964, al igual que la del edificio antiguo de la Biblioteca, también diseñado por Volante.

La inauguración de la edificación, con sus módulos 1 y 2,  tuvo lugar en 1965. Para aquel entonces el padre Carlos Reyna, S.J., era el rector de la universidad.

Un poco de historia

La construcción de este edificio obedeció al desarrollo de un nuevo campus para la UCAB, cuya sede en la esquina de Jesuitas del centro de Caracas se hacía pequeña para su creciente matrícula estudiantil y profesoral. Fue posible gracias a que la familia Vollmer donó un terreno de 32 hectáreas, en la parroquia La Vega, en 1963.

Con el paso del tiempo, el aumento del número de alumnos y el nacimiento de nuevas carreras y facultades, el Edificio de Aulas también debió agregar cada vez más módulos hasta completar los seis que lo conforman hoy día.

En esta estructura, además de salones de clase, laboratorios, un cafetín y dos auditorios, actualmente se encuentran las oficinas de tres de las cinco facultades de la institución, así como las de las escuelas de Educación, Ciencias Sociales, Administración y Contaduría, Derecho, Educación, Comunicación Social, Filosofía, Economía, Psicología y Letras.

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La colmena de la UCAB: funcionalidad para el trópico

Uno de los apodos de la UCAB es La Colmena, en honor a los hexágonos que conforman la fachada del Edificio de Aulas. Este, a su vez, sirve como el lugar donde la gran mayoría de los estudiantes, docentes y personal hacen vida. Quizás, aunado a su antigüedad y su diseño particular, este edificio es el más recordado y representativo de la UCAB.

El arquitecto Víctor Sánchez-Taffur -profesor y jefe del Departamento de Diseño de la Escuela de Arquitectura UCAB- recordó que Aulas fue diseñado por etapas, conforme al presupuesto de la universidad.

De esa forma, con el paso de los años, se completó el edificio con seis módulos de cinco pisos cada uno (dos de ellos, pisos 3 y 5 conectan con un gran pasillo toda la estructura). Incluso, por la cualidad unitaria de cada módulo, se podría continuar su expansión (si se contara con el espacio necesario). 

De acuerdo con Sánchez-Taffur, Aulas cuenta con un estilo que se asemeja a la Ciudad Universitaria de Caracas (sede de la Universidad Central de Venezuela, UCV), del arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Justamente, al igual que la UCV, es una construcción pensada para el trópico y su clima. Por ello, cuenta con un sistema de ventilación particular -incluidos los bloques calados que generan sombras en las escaleras- y el material de construcción: concreto.

Con respecto a los hexágonos que le dan el nombre de colmena, el arquitecto explicó que se trata de una protección solar. Estos elementos, por su profundidad, evitan que el sol no pegue directamente sobre la fachada. «Hoy día hay un tema de calor, pero es porque se han dividido los salones. No es un problema del edificio; originalmente estaban abiertos y entraba el aire por un lado y salía por otro. Por eso este edificio es estrecho y largo: para que el aire entrara directo siempre». 

El profesor mencionó además que el edificio no se desarrolló como una torre, sino en horizontal. Esto, dijo, hace que funcione como un conector de dos niveles: en piso 3 con los estacionamientos, y en planta baja con los otros edificios y jardines de la universidad.

«Una de las cosas que me parecen muy interesantes es la variedad espacial. Por ejemplo, el conector de piso tres y piso cinco, mientras que los otros pisos están divididos y tienen salones. Es interesante ver cómo esa tipología de edificio tiene variantes a lo largo de su construcción. Cada piso funciona de una manera específica, por ejemplo, la planta baja tiene oficinas y auditorios. En los demás pisos hay salones. Y todo esto es muy inspirado en Villanueva, porque todos los edificios de la Ciudad Universitaria se conectan. Lo mismo sucede aquí, tanto horizontal como verticalmente. Uno lo ve como algo normal, pero es inusual para un edificio con una configuración tradicional. Tiene valores interesantes para los estudiantes. Todavía hay mucho potencial para hacer uso de sus espacios; esa transformación de espacios puede darse», aseveró.

Sánchez-Taffur enfatizó  que la edificación también tiene un valor particular, por toda la trayectoria de su creador, Julio Volante. «Toda su labor fue de muy alta calidad, y como docente se entregó por completo. Esta es una de las obras más grandes de Volante, después de la Torre Cavendes (ubicada en la avenida Francisco de Miranda, a la altura de Los Palos Grandes). Para la UCAB, tener un edificio de Julio Volante es un honor. Pero también tenemos edificios de Francisco Pimentel y Oscar Capiello (Cincuentenario y Centro Cultural). Espero que sigan llamando a grandes arquitectos para futuros proyectos«.

Julio Volante, más allá de la UCAB

Julio Volante nació en Tucumán, Argentina, en el año 1920, pero desarrolló su carrera profesional en Venezuela, donde falleció en 2003, hace 20 años.

Cursó Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires, luego de lo cual realizó una maestría en Ciencia en la Universidad de Columbia (Estados Unidos). En la institución estadounidense le otorgaron el Premio Kendall en su máxima distinción.

En 1950 llegó a Venezuela tras conocer a su esposa -quien era venezolana- en Columbia. Una vez en suelo patrio, trabajó con la Constructora Velman. Años más tarde, se desarrolló como docente en la UCV, donde dio clases de Composición Arquitectónica y fue nombrado jefe de Taller en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU). Por sus méritos relevantes y su servicio, Volante recibió, en 1972, la Orden José María Vargas, otorgada por esa casa de estudios. 

Julio Volante Archivo Familia Volante

Como refiere el periodista Rafael Osío Cabrices, en un artículo sobre la arquitectura venezolana publicado en Medium.com, Volante formó parte de una generación de arquitectos que arribaron al país en las décadas de los 40 y 50 del siglo XX, «guiados por ideas de la arquitectura moderna de Frank Lloyd Wright, Mies Van der Roeh, Walter Gropius, Marcel Breuer, Jose Luis Sert, Le Corbusier, Alvar Aalto, entre otros».

Así, además de los edificios de la UCAB, desarrolló otros proyectos emblemáticos en Caracas y el interior del país. La lista incluye la Concha Acústica José Ángel Lamas, conocida como Concha Acústica de Bello Monte, en Caracas (1954); la sede de la Cámara de Comercio de Caracas (1954); el Edificio Cavendes (1978) y el cuerpo comercial (anexo) del Edificio Mene Grande (1989). En Mérida, Volante diseñó el Hotel Prado del Río (1956) y en el estado Táchira, el Hotel Tamá (1957).

Como otros profesionales de su área, el arquitecto también desarrolló viviendas privadas.

Un premio ucabista en honor a Volante

Para honrar su memoria y legado, la recién reabierta Escuela de Arquitectura de la UCAB instituyó, en 2023, el Premio Julio Volante a la excelencia académica, el cual se entrega a los mejores trabajos realizados por estudiantes de la cátedra Taller de Proyectos.

El profesor Sánchez-Taffur explicó que este galardón está inspirado en la impecable trayectoria del arquitecto creador de «la colmena ucabista», tanto en su labor profesional como en la docencia.  Dijo que falta mucho por hacer para reconocer su trabajo.

«Siempre fue un excelente estudiante, un excelente profesional y profesor. Él cumple con todos los estándares para otorgar el premio. En algún momento tenemos que hacer algún libro sobre él. Y, como muchos maestros de la arquitectura venezolana, pasan por debajo de la mesa. Incluso por su gran aporte», concluyó.

♦Texto: Grace Lafontant León/Fotos: Manuel Sardá, Carlos Miliani, Fundación Arquitectura y ciudad, Arquitectura Venezuela y archivo de la familia Volante