Toda enfermedad es un fenómeno que tiene impacto sociocultural y económico, más aún cuando se trata de una pandemia que se desarrolla en la cuarta revolución industrial, en un contexto globalizado que propende al teletrabajo. Como sucedió ya antes en diferentes épocas con otros contagios masivos –la peste negra, la viruela, la gripe española, el cólera o el paludismo–, el coronavirus COVID-19 puede marcar un hito que cambie la historia del mundo. Por ahora, ha generado también un debate, entre intelectuales y estudiosos, sobre los límites y amenazas a la libertad individual, el futuro del capitalismo y de la democracia.

Estas son algunas ideas que fueron entrelazadas por el historiador Tomás Straka, este jueves 4 de junio, durante la conferencia telemática “El COVID-19: la historia vivida y la historia por venir”. La charla es parte de un ciclo organizado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB, que dirige la profesora María Soledad Hernández, que cada jueves, hasta el 23 de julio, abordará diferentes aspectos dentro del marco “Pandemias y epidemias: su historia y su presente”.

“Hay mucha gente que piensa que después del coronavirus vamos a ser distintos. La experiencia de todas las pestes ha sido que la humanidad quiere olvidarse lo más rápido posible de ellas, que es lo que está pasando en los países donde medio levantan la cuarentena. La humanidad está desesperada por volver a su vida como era antes de enero”.

Recordó que aunque el COVID-19 tiene efectos mundiales, “de allí que se denomine pandemia”, otras enfermedades “han sido más mortíferas, como la epidemia de cólera que golpeó a Venezuela en 1855”, puntualizó.

“Estamos experimentando una transformación importante, como si estuviéramos en 1860 o 70 en Mánchester, experimentando con unas máquinas tejedoras que funcionan a vapor”.

 

COVID-19 como articulador de la memoria

En el caso concreto que atañe a los venezolanos, una de las características del presente es que el coronavirus está afectando a todos los miembros de las familias al mismo tiempo, sin importar el lugar del mundo en el que se encuentren, a diferencia de los padecimientos que han caracterizado al país en los últimos años.

El coronavirus nos está poniendo en nuestro sitio. La actividad frenética se paró de un frenazo, nos creíamos dueños del mundo. Estoy seguro de que este va a ser un recuerdo fundamental que servirá para articular la memoria”, como ocurrió con el 11 de septiembre de 2001 o, en el caso nacional, el 4 de febrero de 1992, precisó Straka.

Señaló que la pandemia en curso obligó a los países desarrollados “a enfrentar la muerte de un modo que no ocurría desde la II Guerra Mundial. Eso parecía lejano y ajeno y ahora hay que esconderse de la muerte”.

Straka, en su charla, comentó los argumentos que, tanto el sociólogo esloveno, Slavoj Žižek, como el historiador israelí, Yuval Noah Harari, han posicionado este año sobre los posibles efectos que la COVID-19 tendrá sobre el futuro inmediato de las sociedades modernas y desarrolladas. El catedrático de la UCAB no se decantó a favor de ninguna de las tesis que estos autores propugnan, pero destacó que Harari muestra real preocupación por un debilitamiento de la democracia con la excusa del control de la enfermedad –como es el caso de Viktor Orbán en Hungría–, mientras que Žižek “se alegra” de una aparente deriva anticapitalista y antidemocrática.

El historiador venezolano afirmó que “ni la democracia ni el capitalismo parecen estar en peligro por el coronavirus”; no obstante, no descartó que “este estado de emergencia, esta normalidad vigilada, se mantengan y sean un viento de cola para las autocracias”.

A su juicio, luego de cierta lentitud para reaccionar –que atribuyó a una condición propia de las democracias– ante el avance de la enfermedad viral, los gobiernos del mundo han logrado responder con más o menos acierto a la crisis sanitaria.

Para Straka, “la economía capitalista está teniendo un impulso”, a pesar del cierre de empresas y la pérdida de empleos. Hasta la Bolsa de Valores de Caracas, comentó, está registrando en estos días “un rebote” que es necesario que sea explicado por los economistas, recomendó.

Mencionó que en el contexto de la pandemia se han planteado debates de vigencia universal como poner restricciones a la globalización, especialmente sobre el movimiento poblacional.

“Cada uno lleva la brasa a su sardina y dicen que hay que ser más rigurosos, porque los inmigrantes son fuentes de contagio. Hay que ver hasta dónde nos puede conducir esta biopolítica”.

 

Lo que enseña la historia

Cómo reacciona la sociedad ante una enfermedad es un aspecto del que se ocupan los historiadores y que puede aportar luz al presente. Por eso, Tomás Straka relató que en plena crisis del VIH, un investigador y docente de la UCV que enseñaba Historia de la Medicina, fue contactado por la Fundación Bill Gates, dado el interés de esta organización en estudiar la evolución de las epidemias y peculiaridades ocurridas en el pasado, que podrían ayudar a combatir rebrotes y nuevas enfermedades.

“Hay muchos elementos en la historia que son importantes para un médico o un virólogo, como la evolución de la curva; eso nos permite dar herramientas a científicos y asociados para tener una vida lo más sana posible”.

¿Qué es un enfermo? ¿Cómo se trata? ¿Cómo se actúa en consecuencia? ¿Cómo reacciona la sociedad ante la enfermedad? ¿Qué nos enseña? Estas son algunas de las preguntas a las que la historia y los historiadores pueden ayudar a dar respuesta, mejor y más pronto, especialmente cuando ya no existen testigos vivos de cómo se abordó la última epidemia de alcance transnacional, como fue la gripe española en la segunda década del siglo XX, reflexionó el historiador venezolano.

En el caso venezolano, tenemos que ver lo que representó la peste de la viruela durante la conquista. En 1580 se despobló la zona de Caracas, desaparecieron los indios Caracas, tuvieron que traer indios desde los llanos para repoblar las encomiendas. En Caroní, entre 1817 y 1821, desaparecieron una veintena de ciudades producto de una peste en la época de la Independencia. Sin estudiar esa peste no se puede entender un paisaje, una actividad económica”, dijo sobre la región de San Félix, en el estado Bolívar.

 

(Ver también: #EsHistoria. Una aproximación a la epidemia de peste bubónica de 1908 en Venezuela)

Sobre la peste negra que asoló Europa en el siglo XIV, Tomás Straka dijo que su impacto social y cultural, especialmente sobre la visión de la vida y de la muerte, fue enorme y dio pie al desarrollo del Renacimiento.

“Sin estudiar la peste negra no podemos entender procesos fundamentales para el modelaje del mundo en el que vivimos”.

Mencionó que el elevado número de muertos ejerció presión sobre la producción manufacturera, por falta de mano de obra, eso elevó su valor y permitió a los trabajadores negociar mejores condiciones.

“Uno de los lugares más propicios para esto fue Inglaterra, y eso facilitó la modificación de las relaciones de trabajo que fueron la base del capitalismo”.

 

En Venezuela ocurrió lo insólito

Sobre los efectos que en nuestro país está teniendo la emergencia sanitaria en el aspecto político, el director del Postgrado de Historia de la UCAB  destacó que el estado de alarma impuesto desde mediados de marzo ha servido para aplicar un aumento de la gasolina en términos “insólitos”.

“Amanecimos con lo que era impensable, que la gasolina se iba a vender en las bombas en dólares. No es algo de ficción, pero sí algo peculiar. En Venezuela, un país socialista, nos metimos en los precios del mercado”.

El impacto económico del COVID-19 sobre Venezuela “va a tener consecuencias terribles”, afirmó.

“Ya estábamos mal con  el petróleo y la gasolina y llegan  los precios de los precios a futuro a menos 37 dólares. Eso pasará a la historia. Lo del precio del petróleo fue lo más espectacular, pero con los precios de o commodities pasa la mismo. Tratar de desamarrarse de los commodities ha sido la aspiración por cien años, pero no ha sido posible”.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: AFP, Reuters y Archivo