El salón de clases es amplio, iluminado por dos enormes ventanas que dan hacia el paisaje de la parroquia La Vega. Janeisy Camayo, de 11 años, observa la puerta del salón esperando el encuentro. Esa mañana están anunciadas las estudiantes de Letras de la Católica, que vienen a compartir vuelos de la imaginación

Los ojos de Janeisy son grandes, cubiertos por unos discretos lentes. Evidencian su emoción por empezar su clase del Club de Lectura.
A la niña le gusta imaginar historias y recuerda el día en que “inventamos historias de amor pero con rimas, no recuerdo lo que escribí, pero me gustó”. El testimonio de esta alumna, al igual que el de otros de sus treinta compañeros del quinto grado de la Fundación Educacional Escuela Canaima (La Vega) corrobora un disfrute. Una vez a la semana, una hora de clases leyendo y compartiendo historias con las jóvenes de la Escuela de Letras es eso, un disfrute.
Cada viernes por la mañana, los niños esperan ansiosos la llegada de sus dos profesoras de este Club de Lectura, promovido por la Dirección de Proyección a la Comunidad. Alumnos de Letras y Comunicación Social cumplen de este modo con su labor social. El encuentro es enérgico y los niños discuten unos con otros para saber si la clase la realizarán en el salón o en el patio.
Oriana Marval, también de 11 años, manifiesta su emoción con un caluroso abrazo a las profesoras. Detrás de ella  sus compañeras de clases se impacientan por saludar.
Las actividades organizadas por la Dirección de Proyección a la Comunidad, en conjunto con alumnos de pregrado de la UCAB, se inician cuando se divide a los 31 alumnos en dos grupos para las clases del Club de Lectura y las clases de Robótica, estas últimas impartidas por alumnos de Ingeniería.
En la mañana del primer viernes de junio, los niños se trasladaron hasta el patio de la escuela para iniciar la hora de actividad. A cada alumno se le encomendó leer la biografía de algún escritor latinoamericano, para que ellos posteriormente organicen una exposición vistiendo ropas que identifiquen a los narradores.
A lo largo de la clase, los colegiales forman su propio espacio; se agrupan para hablar y jugar entre ellos, mientras que las niñas se dividen en grupos de tres. Janeisy Camayo lee su tema con dificultad por no conocer a su personaje y discute con sus demás compañeras cómo realizará la exposición: “Yo voy a investigar el autor que me tocó, luego voy a hacer mis láminas y practico hasta que toque presentarlo”.
El trayecto para llegar a la Escuela Canaima se hace eterno para quienes la visitan por primera vez. El plantel está rodeado de casas humildes, y sólo se puede llegar hasta allí pasando por una calle angosta y muy deteriorada por los huecos. Al finalizar el recorrido, el espacio es totalmente distinto, por la inesperada sorpresa de ser una edificación encantadora, rodeada de bellos jardines que hacen el sitio un lugar acogedor.
Poner orden a los niños de 11 a 12 años es un proceso complicado pero las estudiantes del cuarto año de Letras, Fabiola Coss y Mariana Zambrano, manifestaron su gusto por  trabajar con los niños, y este encuentro les ayuda a ganar experiencias para convertirse en futuras docentes.
“No solamente somos profesoras que enseñamos lectura y gramática, sino que de alguna manera hemos aprendido a  convivir, compartir e intercambiar experiencias”, dice Mariana Zambrano.
“Esta oportunidad es única, porque es bonito saber que hay personas que necesitan ayuda y nosotras estamos allí para apoyarlos. Solo debemos ser pacientes y comprenderlos”, reitera  Fabiola Coss.
El Club de Lectura es una iniciativa que Erika Colmenares dirige desde hace cinco años. Ella es coordinadora de Responsabilidad Social de la parte alta de La Vega. Pertenece a Proyección a la Comunidad.
Los niños de la Canaima ya están imaginando su propio futuro. Por ejemplo. Janeisy afirma: “Yo cuando sea grande quiero ir a la universidad y estudiar ingeniería porque me gusta inventar mucho y sé que sirvo para eso”.
LO DIJO PILY
Pily dice que los niños necesitan modelos. Modelos que lean con ellos, que escriban con ellos, que creen algo bonito junto con ellos. Modelos como VOLET, el Voluntariado de Letras, que invitó a 17 niños de la comunidad de La Vega a la UCAB para sumergirse en el inframundo de las páginas de La Odisea.
Dice Pily que a esos escolares les regalaron una experiencia diferente, y dentro de ella ayudaron al cíclope Polifemo. Pily agradeció  ̶a través del correo más público que tiene la UCAB, que toda la comunidad lee̶  a los ocho voluntarios de la Escuela de Letras que son modelo para estos 17 niños “que hoy amanecieron con ganas de leer, aprender, crear, estudiar, y volver a Itaca, nuestra universidad”. Y agradeció puntualmente a las profesoras Lizette Martínez, coordinadora de VOLET, y Giannina Olivieri, directora de la Escuela de Letras.
Pily Méndez Quintero es la coordinadora del Voluntariado UCAB.
Cuenta Twitter @VoluntariosUCAB

 

Caroli Matheus