En septiembre llegó la buena nueva: “La Católica” se coronó como la primera universidad del país, de acuerdo con el ranking que la empresa QS publica anualmente. Para construir esta clasificación la firma británica evalúa siete puntos clave; alcanzar la excelencia en uno de estos indicadores, la generación académica de conocimiento, es la tarea que ocupa al profesor José Luis Da Silva, director del Secretariado de Investigación, por estos días.
Lo que diferencia a las universidades de cualquier otra institución educativa es su capacidad de desarrollar labores de investigación y extensión que complementen a la docencia. “El investigador arroja documentos, pruebas, ejercicios que serán usados con posterioridad para el avance de la sociedad”, aclara Da Silva. Sin embargo, reconoce que cuando llegan los tiempos difíciles el área que dirige suele ser la primera víctima en la mira de los recortes.
“Por séptimo año consecutivo el Estado coloca el mismo presupuesto a las universidades. La universidad no puede detener la docencia. Donde puede recortar, sin que eso sea visible a corto plazo, es en la investigación”, lamenta.
Una caricatura de Pedro León Zapata con el mensaje “tenemos patria, pero no tenemos dólares” cuelga, como recordatorio, en una de las paredes de la oficina del también representante de la UCAB ante el Núcleo de Consejos de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (CDCHT) y equivalentes. “Generar conocimiento es costoso”, advierte.
—¿Cuál es el panorama de la producción de investigaciones en el país?
—En los últimos tiempos, por serios problemas de presupuesto, se está presentando una enorme merma en la cantidad y calidad de los productos que vamos elaborando en Venezuela. En el año 2000 podríamos hablar de más de 17 mil artículos registrados en los índices internacionales, en el año 2014 no llegamos a 700 artículos a nivel nacional. Para entrar en esos índices de evaluación la universidad tiene que pagar un cupo.
Antes, con los recursos de los CDCHT, los investigadores podían colocar sus artículos en publicaciones de alto impacto. Desde hace tres años no contamos con revistas que estén alojadas en la plataforma latinoamericana de Contenidos Informativos Electrónicos, Libros y Objetos digitales (Cielo). Muchas investigaciones venezolanas tenían ahí la posibilidad de participar en el Concierto Internacional de Investigaciones. Hoy no tenemos presupuesto para participar.
—Sin embargo, instrumentos legales como la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación y el Plan de la Patria abogan por la producción y difusión de investigaciones para garantizar el desarrollo del país.
—Esto depende del situado que el Estado le otorgue a las universidades. La capacidad de generar conocimiento tiene un costo; implica mantener un laboratorio, materiales, documentos, así como la posibilidad de entrar a una maestría, de asistir a eventos nacionales e internacionales para ser evaluado por otros investigadores.
En los últimos ocho años se ha visto, de manera dramática, que esto está por desaparecer. Ni siquiera se está permitiendo solucionar el problema de los tesistas de doctorado fuera del país. 67 docentes de la Universidad Central de Venezuela se tienen que devolver. Las universidades creen que sus puntos vitales de desarrollo de conocimiento no coinciden con los intereses del Estado.
—¿Ha secuestrado el Estado la libertad de investigar?
—El Estado tiene un criterio que, aunque no deja de ser interesante, es excluyente. Es verdad, debe haber un compromiso social de las universidades con su entorno, pero en ese esquema social la generación de conocimiento no viene supeditada directamente a cambios del entorno. El entorno se vale de las investigaciones para establecer nexos y crear; de ahí la importancia de que lo que tú produces sea divulgado en espacios de impacto.
En México y Colombia los investigadores tienen la posibilidad de contar con recursos para un viaje internacional con fines académicos. En nuestro caso podemos hacer una carta y puede ser que la aprueben, pero no es un derecho sino una condición: si lo que yo voy a hacer tiene que ver con el plan general del Estado, yo puedo contar con los recursos.
La investigación se ve como un asunto muy mediático, de mucha propaganda política y un investigador no funciona bajo un esquema de propaganda sino bajo uno mucho más asentado, más de largo aliento.
—¿En qué medida ha impactado la creciente “fuga de cerebros” el desarrollo de investigaciones en la UCAB?
—El impacto en la UCAB ha sido muy pequeño. No tengo noticias hasta hoy de alguien que se haya ido de los institutos, pero eso no quita que observemos intenciones. Posiblemente veamos cambios en dos a tres años si empezamos a tener dificultades de mantenimiento y desarrollo de la investigación, cosa que no está sucediendo en este momento. Estamos procurando un refuerzo, una ayuda, un acompañamiento a los investigadores.
Hay un tema importante en la generación de relevo. Nos toca crear planes y estrategias desde las aulas de clase y los centros de investigación para fortalecer la generación joven de investigadores, ellos son los que pueden irse más rápido.
—El premio del Núcleo de los CDCHT y el Premio al Desempeño de la Investigación de la UCAB resultan ser un incentivo importante…
—Si no se es capaz de reforzar o estimular esta labor ,el sujeto puede perder incentivo. El reconocimiento que el Núcleo de los CDCHT hace a las iniciativas de investigación nacionales por medio del Premio a la Productividad Académica en Investigación Universitaria demuestra que hay desempeño y calidad comprobada, evaluada por los pares.
Tenemos dos años promoviendo el Premio al Desempeño de la Investigación para los profesores que han trabajado para mantener en alto la investigación en la universidad. Si estamos saliendo en los rankings, en unos lugares interesantes, en parte se lo debemos al tipo de investigación e investigadores que tienen los centros e institutos de la UCAB. Aún tenemos que mejorar.
La fuga de cerebros en cifras
• Ecuador, Perú, Colombia, México, España son los países a los que los investigadores emigran con mayor frecuencia.
• En la USB y la UCV, respectivamente, la cifra de investigadores emigrantes está cerca de 300.
• En la ULA la cifra asciende a 100 profesionales.
• Un investigador medio gana en Venezuela entre 8 mil (667 dólares) y 10 mil bolívares al mes (833 dólares). En otros países entre 36 mil bolívares (3 mil dólares) y 60 mil bolívares (5 mil dólares) al mes.
• Colombia y México otorgan a sus investigadores una subvención de entre  12 mil (1.000 dólares) y 18 mil bolívares (1.500 dólares) para sostener los proyectos.
• La subvención máxima para mantener una investigación en Venezuela es de 3.800 bolívares trimestrales (106 dólares al mes).
• Un investigador medio requiere al menos 15 años de estudios superiores para alcanzar ese estatus.
(Fuente: Profesor José Luis Da Silva)
Adriana Núñez Moros