Francisco José Virtuoso

Inicia el nuevo año 2015. El horizonte sigue ahora más cargado de incertidumbre y malestar. Si al menos la “renovación” de los poderes públicos, acelerada al final del año pasado, hubiera sido tal, contaríamos hoy con un espacio importante para procesar conflictos y construir acuerdos. Si los principios básicos de independencia y autonomía de los poderes públicos, establecidos en nuestra Constitución, hubieran prevalecido para el nombramiento de los cargos vencidos en el Consejo Nacional Electoral, en los órganos del Poder Ciudadano y en el Tribunal Supremo, habríamos abierto las puertas al nuevo año con la esperanza de una mayor capacidad política para enfrentar el cuestionado rumbo que lleva el Estado bajo las riendas de la élite dominante en el poder.

Este año será muy duro para todos, y de manera especial para los más pobres. Con unos precios petroleros tan bajos es imposible pensar que el Estado podrá importar alimentos y medicinas a bajo costo. Con un mercado interno tan draconianamente controlado y sin garantías de riesgo es impensable que contemos con inversión privada nacional y extranjera que favorezca la creación de empleos y la producción nacional de riqueza. Tampoco la racionalidad económica vigente nos ofrece garantías frente a los riesgos de hiperinflación.

El reto múltiple de este año es corregir nuestra economía, garantizar bienestar social a los más desfavorecidos, retener la huida masiva de talentos profesionales, brindar condiciones justas a la inversión privada que aun existe en el país y favorecer una amplia participación de todos los venezolanos, libre y plural, para que los conflictos se encaminen adecuadamente hacia posibles acuerdos.

El sector oficialista en control del Estado pretende imponer su visión sobre cómo manejar la crisis global que vive el país. La gran mayoría, según dicen los estudios de opinión, está en desacuerdo con ello, tanto en los contenidos como en los mecanismos que se imponen para ejecutar esa visión. En todos los sectores sociales hay descontento, basta con acercarse para escucharlo a viva voz. Sólo la sordera lo impide.

Al mismo tiempo, en la sociedad venezolana hay recursos y muchas fuerzas expresadas en organizaciones sociales, instituciones, empresas, partidos políticos, medios de comunicación, etcétera, que quieren brindar su aporte específico para que el país no se hunda. Aporte que significa crítica y autocrítica, cooperación con iniciativas, defensa de los derechos fundamentales, creación de alianzas. Esta fuerza constructiva tiene que ser capaz de encontrarse para obligar al Estado, de acuerdo con la Constitución, a ponerse al servicio de toda la sociedad y no sólo a favor de una parcialidad, que cada vez es más reducida en el espectro político, aunque el número de dependientes del Estado engañe.

Este año 2015 hay una gran oportunidad que no se puede desperdiciar. Las elecciones para la renovación de la Asamblea Nacional deberían marcar el interés de todos los venezolanos, más allá de los actores políticos directamente involucrados. Es una oportunidad demasiado importante para dejársela sólo a los partidos políticos. No nos distraigamos.

Publicado en el diario El Universal, el 7 de enero de 2015.