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Ojo con la ingeniería social

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Carlos Mascareño se conoce de memoria la vida, obra y milagros de 78 municipios del país: trabaja en un programa de apoyo a los municipios en donde dominan los alcaldes de la Unidad. Está convencido de que el desarrollo local es el gran tema de la Venezuela que viene.

En el marco de la serie de encuentros Propuestas Venezuela 2015 que la UCAB promueve, el economista y profesor Ronald Balza Guanipa organizó un foro para discutir (sobre todo a partir de la dramática experiencia reciente de Guayana) este tema, Un tema del cual depende el futuro de las regiones, incluyendo a su gente en las comunidades y las esperanzas de cada quien.

Carlos Mascareño habló en ese foro y llamó la atención sobre las experiencias exitosas en varias partes del mundo. Una vez concluido el foro concedió una entrevista a elucabista.com

—¿Podríamos hablar de puntos de luz en Venezuela en cuanto a desarrollo local, experiencias exitosas que marcan un camino, al estilo de Medellín o la región Toscana, que usted citó como ejemplos en su intervención en el foro?

—Creo que la mejor forma de definir esto es que caímos en un hueco negro. Quedamos fuera de la discusión  de las corrientes mundiales en esta materia. Desde hace unos treinta años los modelos de desarrollo han venido cambiando radicalmente. Están basados en innovación, producción de conocimiento, nuevas formas económicas interconectadas de cara a los nuevos retos tecnológicos. De manera que, mientras los modelos de desarrollo cambiaron, nosotros, que veníamos en ese camino, nos paralizamos a partir de 1999 y entramos en un esquema hiper-centralizado, que no está a la altura de las grandes reflexiones a nivel mundial.

Agrega Mascareño que el modelo actual venezolano es un estilo que avanza contra el emprendimiento, contra la iniciativa de individuos y grupos, contra la libre asociación. Bajo estos ambientes la producción del conocimiento y la innovación no florecen. Cuando Mascareño habla en primera persona del plural se refiere al sector académico: “Estamos obligados”, dice, “a relanzar esa discusión y las universidades tienen un rol fundamental allí. En todas las experiencias de desarrollo local que uno conoce en el mundo, en todas ellas, está presente la universidad”.

Y pone ejemplos: en España trabaja junto a las autonomías y municipios; en América latina muchas universidades están aliadas con el Estado y los empresarios para propiciar desarrollos territoriales: Brasil, Argentina, Chile y ahora Ecuador.

—Pero usted, durante su última intervención en el foro de las Propuestas sobre Desarrollo Local, anotó como cosa muy positiva acá en Venezuela la Ruta de la Excelencia. Y anotó también como buen ejemplo la Alcaldía de Carrizal.

—Hay varias alcaldías… sí, hay muchas experiencias.  La buena noticia es que, a pesar de los esfuerzos de los regímenes cerrados y autoritarios, la iniciativa humana no se detiene. Hoy en día, con  tanta interconexión que hay vía redes, pues la gente está informada.  Esta iniciativa de la Ruta de la Excelencia viene desde unos años, netamente de venezolanos: una serie de posadas que han aparecido. Hoy en día son, la verdad, maravillosas. Pura iniciativa privada; ellos han apostado, han arriesgado: en Sanare, en Táchira, en Chichiriviche, etcétera.

Y también, afirma Mascareño, existen hoy en día gobiernos municipales que están tratando de hacerlo mejor. Hay equipos de gobiernos municipales que entienden la importancia de insertarse en corrientes mundiales. No son muchos, pero existen. De modo que de allí se derivan dos grandes enseñanzas.

Que Venezuela, de cara al futuro, no va a depender de un cambio de gobierno solamente. Va a depender de un cambio de concepto.

—Decía Benigno Alarcón en el foro esa idea de que los municipios discutan cuál debe ser su vocación…

—Claro, porque ha habido una tradición estatista… Pero han surgido nuevas formas de relación entre Estado y sociedad, entre estado y empresarios, entre estado y universidad, que han hecho florecer iniciativas con resultados muy positivos. En América latina ya hay experiencia en donde la incorporación de actores con una idea sobre su territorio define cambios. De eso se trate. No se trate de que el Estado actúe solo; ni tampoco que el empresario actúe solo. Lo que vale son las alianzas.

Y Mascareño cita, entre otros casos, el de la ciudad de Medellín, en Colombia.

 

LA GLOBALIZACIÓN

En una época el presidente Chávez lanzó la llamada Ruta de la Empanada. Dice Mascareño que eso estaba inventado en Barquisimeto desde hace tiempo pues allí todo el mundo sabe dónde están las mejores empanadas de tal o cual tipo, como los habitantes de Cumaná saben dónde están las propias de cazón. Lo que había que hacer era incentivar esas apoyar a esos emprendedores en su desarrollo como individuos, como grupo. Cuando decretas las cosas, las matas. La Ruta de la Empanada chavista estuvo signada por la exclusión. Lo que buscaba es que cualquiera que hiciera empanadas dependiera del Estado central.

Otra cosa: no está inventando Mascareño el agua tibia cuando dice que hoy en día hay una imbricación entre lógicas locales y globales. La cadena de interconexión e intercambio mundial es la regla. En Venezuela ha habido intentos surgidos antes de la era Chávez pero se han quedado a medio camino debido al entorno hostil: el parque tecnológico de Mérida, por ejemplo. Fue una iniciativa del poder central, del regional y de las universidades. En Lara hay otro parque tecnológico; y en la Universidad Simón Bolívar, en Sartenejas.

—Necesitamos unas nuevas formas de relacionamiento —afirma Mascareño— entre los niveles de gobierno y entre el Estado y la sociedad. Entendiendo sociedad como universidades, emprendedores, productores de conocimiento, empresarios…

 

CUIDADO CON EL ESTADO COMUNAL

Se le pregunta si conceptos como “desarrollo endógeno” y “Estado comunal” están destinados al fracaso. Contesta que el primero no se inventó en Venezuela, sino que se ha aplicado en ciertas partes. Hay autores que han producido libros sobre ese concepto. El gobierno chavista lo tomó, LO “climatizó” y trató de reproducirlo, pero no hay ni una sola experiencia positiva que se pueda mostrar hasta la fecha.

Sobre el Estado comunal: esa sí es una idea muy criolla (más específicamente, chavista) destinada a crear un concepto de sociedad, o sea, es ingeniería social. Cosa peligrosísima pues, asegura Mascareño, el ingeniero social termina asumiendo que posee toda la verdad y se la quiere imponer al otro.


♦ Sebastián de la Nuez

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