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Con la red hemos topado

Marcelino Bisbal

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En apenas 25 años ha habido una revolución en las comunicaciones. Estamos en presencia de un tipo de sociedad que nada tiene que ver con aquella que vio nacer a los medios masivos de comunicación. Ahora hablamos de un ecosistema comunicativo producto de un entorno tecnológico que ha resultado tan estratégico como el ecosistema verde. Si este último es de vital importancia para la preservación del planeta y de la vida en él, el nuevo ecosistema surgido del desarrollo de la técnica como dimensión constituyente de lo humano está siendo muy natural, pues las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ya forman parte de nuestra existencia, de nuestra movilidad y de nuestra cognitividad (producción de conocimiento). Así, ahora en el lenguaje y en el habla cotidiana términos como cibernauta, ciberciudadano, ciberpolítica, ciberactivismo… resultan de fácil comprensión, porque forman parte no solo del entorno, sino de nosotros mismos. Para alguien de la llamada Escuela de Fráncfort, de sus seguidores, lo que ha sucedido en todos estos años no es más que el triunfo de la razón instrumental, es decir, que la tecnología se ha hecho tan necesaria que se impone como un bien irrenunciable. Incluso llega a instrumentalizar al hombre.

En abril del año 2014 se celebraban 25 años de la invención de la World Wide Web. Se dio un encuentro mundial en Brasil ―NET World― para conmemorar tal invención y todo lo que ha surgido a partir de ella. Desde que se inventó, por iniciativa del programador Tim Berners-Lee, el código para la web (protocolos de Internet) se ha convertido en el medio de los medios. La web es también comunicación de masas porque lo colgado allí ―una canción, una película, un blog, un video en YouTube…― llega a un número enorme de receptores en cualquier parte del mundo. Lo que ocurre en ese medio es que todas las formas de comunicación de masas interactúan entre sí, coexisten y hasta se complementan. Hasta nociones como el tiempo y el espacio, lo público y lo privado, hasta los propios massmedia se redefinen desde la web.

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Lo que hemos visto, desde la aparición de Internet, es que la utopía de Alan Turing (ver la estupenda película The imitation game [Código Enigma], de Morten Tyldum, 2014) sirvió de modelo para la informática de hoy. La máquina de Turing es la precursora de la computación digital. La computadora HAL 9000, de la película 2001: una odisea en el espacio,de Stanley Kubrick, es ya casi una realidad. Una utopía casi cumplida. La profecía de McLuhan cuando afirmaba, por allá en la década de los años sesenta, “que el contenido de un medio importa menos que el medio en sí mismo a la hora de influir en nuestros actos y pensamientos” también se ha cumplido.

La difusión de Internet, el auge de las redes sociales como Facebook y Twitter, el masivo y extendido servicio de video en YouTube y lo que nos depare el futuro de las tecnologías digitales nos está hablando de unos cambios profundos en el campo de las percepciones, en la socialidad, en la sensibilidad, en el sentido, en la educación y hasta en las subjetividades. ¿Cuál será el resultado final de todo este desarrollo realmente revolucionario?

Frente al tema se dan posturas no del todo conciliables. Hay quienes piensan, como el francés Henri Lefebvre, por ejemplo, que el hombre de hoy es un hombre cibernético (cybernanthrope) que no entiende la vida cotidiana sin la presencia de las máquinas y expresa tajantemente que ya ha dejado de ser hombre. Pero también hay quienes dicen con gran optimismo, como el español Manuel Castells, “que la construcción independiente de significados solo puede llevarse a cabo si conservamos esos terrenos comunales que son las redes de comunicación que Internet ha hecho posible, una creación libre de amantes de la libertad”. Lo único cierto, vistas estas dos posturas, es que no hay marcha atrás y que la presencia de la World Wide Web es un camino sin vuelta, pues cada día se hace más indispensable entre nosotros.

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No puedo olvidar que estoy escribiendo desde Venezuela y que en los tiempos presentes el mundo de la web a partir de las redes sociales adquiere muchos significados al convertirse, especialmente Twitter, en una válvula de escape para el ejercicio de la libertad de expresión.

Ante la presencia de leyes y resoluciones restrictivas que limitan la información en los medios masivos de comunicación, ante la compra de medios por parte de personas afectas y cercanas al actual Gobierno, lo cual ha generado cambios en la agenda informativa con sentido más que favorable hacia la gestión gubernamental, son los medios digitales los que han podido escaparse de esos controles.

Algunos datos. En el país la penetración de Internet ya está en 46 % y subiendo. Tenemos casi 16 millones de usuarios. Los estados Miranda, Carabobo, Zulia y Distrito Capital concentran aproximadamente 51 % de usuarios en la Red. Un total de 94 % de los internautas se conectan por lo menos una vez al día. Tenemos 6,4 millones de cuentas en Twitter y más de 10 millones de cuentas en Facebook.  Según el Banco Mundial, en el país los usuarios de la Red, por cada 100 habitantes, son 54,9 %, El control casi absoluto del entorno digital lo tiene la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (Cantv) con 84 % del mercado. Además, el órgano regulador que es Conatel está adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información.

Aunque estas cifras parecen buenas, estamos lejos de estar entrando en la sociedad red o sociedad de la información. Cuando comparamos esos datos con los de otros países, según nos informa la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el servicio InsideTelecom y el Global Information Technology Report, el panorama no resulta tan halagüeño. Por ejemplo, la velocidad de nuestro Internet está por debajo de la de Haití, es una de las más lentas del mundo y ocupamos el lugar 160 de 172.

Ahora la censura llega también al espacio digital. Se han bloqueado imágenes en Twitter durante los sucesos de febrero de 2014, se sacaron de la web canales informativos como NTN24, un grupo de twitteros fueron encarcelados, se ha creado el viceministerio para las redes sociales con el fin de “hacer de las redes un espacio de paz e inclusión”, según reza uno de sus objetivos. Nos informa InsideTelecom que desde noviembre de 2013 hasta marzo de este año van más de mil 500 páginas bloqueadas desde el regulador Conatel; aproximadamente 2,7 páginas cerradas por día. Ya se empieza a hablar desde el Gobierno de la necesidad de regular las redes sociales. La propuesta es de la Fiscal General de la República ante el hecho tuiteado del secuestro de niños, que finalmente resultó ser un mensaje falso. Pero ante la presencia de un Gobierno censor y controlador las intenciones pudieran ser otras. Es decir, restringir la única vía de escape informativo que todavía tiene la ciudadanía. Se habla de una guerra electrónica, según ha dicho el director de Conatel.

Ante la presencia de todo este des-orden que reina en el país, el pensar y discutir sobre  el ecosistema comunicativo que, a pesar de todo, se está abriendo en la Venezuela  del presente, nos confronta con un des-orden de otro tipo que tiene que ver con el atraso, la censura y el sentido controlador que palpita en la esencia gubernamental.

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