Lisbeth Sánchez Ramírez fue designada como directora general del Centro de Innovación y Emprendimiento (CIE), una dependencia nueva dentro de la universidad. Sánchez, quien se desempeñaba como coordinadora de Responsabilidad Social de la Escuela de Economía, revela cómo inició este proyecto (que aún sigue en proceso de desarrollo) y cuáles son las características y funciones principales.
—¿Cómo comenzó a involucarse con el área de emprendimiento?
—Desde la Coordinación de Responsabilidad Social se manejaban las áreas de servicio comunitario y emprendimiento juntas. Pero en el año 2011 propuse manejar estas dos áreas de manera independiente, tomando en cuenta las necesidades de las comunidades y la propuesta que se estaba haciendo a nivel nacional e internacional en materia de emprendimiento.
—¿Qué implicó este cambio?
—Separar ambas áreas implicó, principalmente, aumentar la búsqueda de financiamiento y preparar un proyecto que diera respuestas a los profesionales, al público externo, al público interno y a las comunidades.
—¿En qué consiste esta propuesta de emprendimiento?
—El proyecto tiene tres fases: formación, acompañamiento y seguimiento. La formación es brindarles a los emprendedores las herramientas necesarias para construir un modelo de negocio, Adecuándose a las dimensiones de cada proyecto. Herramientas financieras, legales y comunicacionales eran la base de esta formación. Por otra parte, siempre estuvimos conscientes de que la asesoría es la fortaleza de una mentoría, por ello buscamos darle las herramientas microfinancieras al emprendedor para que pudiese desarrollar su modelo de negocio y luego se le hacía un seguimiento al proyecto.
—¿En qué se diferencia esta propuesta de las que ofrecen otras universidades o institutos?
—La diferencia del resto de la oferta es el tema del emprendimiento en las comunidades. Decidimos apalancarnos en las comunidades que se encuentran en el entorno de la universidad. Se presentó un proyecto a Fundación Provincial, que fue y es nuestro financista hasta ahora, y que permitió que el proyecto anduviese en términos financieros.
—Sin embargo, los profesionales y estudiantes también pueden formar parte del programa, ¿cierto?
—Aunque nuestro punto central era el emprendimiento en las comunidades, junto a la Dirección de Formación y Extensión Académica (Foexa) y a la Asociación de Egresados (Aeucab) logramos abrir un programa que llamamos PEP: Programa de Emprendimiento para Profesionales. Este proyecto fue creciendo y se expandió a profesionales de otras universidades. Empezamos a dar respuesta a distintos espacios y nichos.
—¿Y en el caso de los estudiantes?
—Ya en la universidad se daba una electiva de Emprendimiento con el profesor Joel González y la profesora Isabel Cristina Acosta, quienes también son pioneros en esta materia. Además, desde hace dos años otorgamos el Premio al Ucabista Emprendedor con la intención de estimular y fomentar que los estudiantes tomaran esta electiva. Este premio es otorgado a los dos estudiantes que presenten los mejores planes de negocio en los dos semestres del año académico y está avalado por la Fundación Provincial y la Escuela de Economía.
—Luego de definir esos espacios y nichos, ¿cuál fue el siguiente paso?
—Luego empezamos a formar parte del Ecosistema Nacional del Emprendimiento (ENE), a hacer alianzas con otras universidades, con la Red Baruta y con otros socios y aliados que nos permitieran ampliar el programa.
—¿Cómo empieza a plantearse la posibilidad de crear un centro especializado?
—En busca de posicionar a la universidad en un área distinta, además de aprovechar y cumplir con los lineamientos del Plan Estratégico UCAB 20-20 empezamos a evaluar las demandas externas e internas de nuestro público. Inclusive, aunque parezca difícil, el contexto del país demanda prepararse para mejores tiempos, que esperamos que vengan pronto. Implica pensar el emprendimiento desde otra dimensión.
—¿Qué áreas desarrollará este nuevo centro?
—El centro se va a enfocar en dos líneas: la parte académica y la aceleradora de negocios. La primera va desde la extensión hasta la investigación, la renovación y revisión de los programas que se ofrecen en la universidad. Y en la aceleradora de negocios entrarán proyectos que sean evaluados por un comité técnico; proyectos escalables, que tengan la oportunidad de crecer en el tiempo e incluso internacionalizarse.
—¿Por qué incluir la innovación?
—Se agrega el tema de la innovación debido a la necesidad de promover la creación de valor en los estudiantes. Buscamos pensar en el estudiante integral: que aporte soluciones y que sea transformador de su entorno. Este componente está muy ligado al emprendimiento. Lo interesante del CIE es que no deja de lado la formación: reafirma o toma lo que ya se ha inculcado en la universidad, busca consolidarlo, para dar una propuesta mucho más atractiva a las estudiantes y adaptarlo al nuevo modelo de competencias que implementa la universidad.
—¿Cuáles son los objetivos a futuro del CIE?
—Queremos crear o fomentar mecanismos para que, desde el resto de las universidades o el ecosistema nacional de emprendimiento, se puedan hacer trabajo que impacten a nivel nacional, desde cambio de normativas, leyes, etcétera. El mayor reto es generar o incentivar una cultura emprendedora e innovadora. Esto es lo más difícil en un país como Venezuela en el cual se emprende por necesidad.
♦ Noor Pérez