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Chile 2, Perú 1. Chile 1×1 + un comentario

Fernando Mires

Bravo: un factor de tranquilidad. Da confianza a sus compañeros. En el autogol de Medel no pudo hacer nada.

Isla: no brilló, pero cumplió. Cubre bien la banda derecha. Esta vez le falló Alexis para hacer esas paredes que desde que jugaban juntos en Udinese conocen de memoria.

Medel: siempre un baluarte pese al autogol. Le faltó Jara a su lado.

Rojas: hizo lo que pudo, pero es más lento y menos fiero que Jara. Guerrero se le escapó varias veces.

Albornoz: jugó como un defensa izquierdo de los años cincuenta. Rígido y pegado a la raya. Los tiempos ya no están para eso. No sé qué le pasa. En Hannover no juega así.

Díaz: siempre la entrega muy bien, pero no gravitó demasiado como distribuidor. Ha perdido dinamismo.

Aránguiz: el jugador más útil de Chile. La quita, la toca, asiste y de pronto aparece como delantero.

Vidal: como en un partido normal de Juventus. Corredor, esforzado, valiente, aunque un poco desordenado.

Valdivia: sigue siendo un placer verlo, sobre todo cuando cambia el ritmo y busca un hueco para dejar solo a alguien frente al arco.

Sánchez: no ha podido tomarle el pulso al campeonato. Ni siquiera realizó sus clásicas entradas por las puntas. Es importante, aun jugando mal, pues arrastra marcas y abre espacios a Vargas, pero no fue el protagonista esperado. Perdió pelotas fáciles y de una de esas pérdidas salió el gol peruano.

Vargas: comenzó muy mal y terminó muy bien. Su segundo gol: una mezcla de fuerza, clase y suerte.

Entraron en el segundo tiempo:

Pizarro: puso más orden que Díaz y, además, se le vio con ganas de jugar hacia adelante, cosa que no hace en la Fiora. Debería ser titular desde un comienzo.

Mena: conoce el sistema de Sampaoli desde los tiempos de la U. También conoce las debilidades de Rojas e intentó cubrirle las espaldas.

Gutiérrez: entró solo para corretear y jugó muy poco. Casi no se vio.

ASÍ VI EL PARTIDO

¿Cómo juega Chile? Aparentemente un clásico 4-4-2. Pero no es muy clásico. Es un  sistema elástico. La idea es que la defensa se sume al medio y que los del medio defiendan. El sistema exige mucha preparación física y a veces se producen imprecisiones. De lo que se trata es descongestionar llevando desde la media cancha el balón hacia las orillas. Para que eso ocurra el centro-centro es clave: un volante de contención (Díaz o Pizarro) dos émbolos incansables (Aránguiz, Vidal) más un enlace de lujo (Valdivia). Arriba, Sánchez y Vargas (sin centrodelantero clásico). El mediocampo es, definitivamente, lo mejor del equipo.

Los adversarios conocen el sistema y, por supuesto, intentan contrarrestarlo. Perú estuvo a punto de lograrlo. ¿La razón? Perú juega casi igual a Chile. Advíncula y Vargas son de clase mundial cuando arrancan desde atrás. Los defensas centrales son fieros (quizás demasiado). El mediocampo, siempre muy poblado, aunque Lobatón, Ballón  y Cueva quitan más que entregan. Y delanteros como Farfán y Guerrero son gente muy ducha.

Al comienzo dio la impresión de que se iban a anular el uno con el otro. Pero la escandalosa e innecesaria —fue en el medio, no había peligro de nada— falta de Zambrano a Aránguiz, desdibujó a Perú. No fue culpa de Chile que Zambrano haya sido su mejor jugador.

A Chile sí le penó la ausencia de Jara. No es que  el “negro” sea el mejor central del mundo, pero en el engranaje de Sampaoli es pieza muy importante. Además se entiende con Medel como si fueran mellizos. Va a costar subir el nivel de Rojas. Si no es así, Sampaoli deberá probar con el «Gato” Silva, quien está muy falto de fútbol, pero, desde los tiempos de la Católica, se entiende bien con Medel.

Chile no jugó su mejor partido, aunque no tanto por sus deficiencias. Perú no lo dejó armarse. Afortunadamente Chile cuenta con individualidades y alternativas. Si Vidal no está en su día, aparece Aránguiz. Si Díaz no juega fino, aparece Pizarro. Valdivia está a punto de convertirse en el mejor 10 del campeonato y lo será si Messi no explota en los últimos partidos.

Además, el jugador  número 12, el público, ha jugado muy bien. No es puro griterío destemplado. Hay incluso cierta melodía colectiva. Si se dan bien las cosas, el país podría obtener algunas merecidas razones para celebrar. Esperemos.

Fuente: El Blog de Fernando Mires

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