Durante el siglo XX Argentina sufrió seis golpes militares contra gobiernos elegidos democráticamente: golpes que causaron estragos y dejaron heridas profundas. No le fue tan mal, después de todo, si se le compara con Bolivia, donde hubo cerca de setenta intentonas, asonadas militares contra la democracia, exitosas o no.

Ese dato lo tiene bien claro el psicólogo social Elio Rodolfo Parisí, de la Universidad Nacional de San Luis (Argentina), quien el viernes 2 de octubre explicó a una nutrida audiencia de estudiantes ucabistas cómo sostener la esperanza frente a un régimen como el que azotó a la Argentina durante a mediados de los años setenta  mientras que Maite Beramendi, sicóloga social también argentina, habló de emociones e instituciones. Yorelis Acosta, profesora de la Escuela de Ciencias Sociales (cátedra Psicología Social), trabajó por su parte el mapa emocional de Venezuela dentro de un encuentro periódico que suele organizar la Escuela de Sociología y al cual llaman Lecturas sociológicas, tratando esta vez el tema de la desesperanza.

Estos profesionales argentinos nunca habían visitado Venezuela y quedaron encantados con la hospitalidad criolla.

Parisí presentó su charla bajo el título Del terror a la esperanza construida desde la lucha: las Abuelas de Plaza de Mayo e hizo un resumen para elucabista.com:

“Hablé de las abuelas de Plaza de Mayo porque representan la esperanza. Lucharon durante mucho tiempo por lograr ciertos objetivos. Ellas se empeñaron desde la continuidad familiar, histórica”.

Observa Parisí enojo y tristeza en el pueblo venezolano, y un ejemplo como el de este grupo puede ayudar a recuperar la esperanza. Mostrar una cosa tan terrible como la apropiación de niños (durante la dictadura, hijos recién nacidos de madres “desaparecidas” fueron dados a familias cercanas o simpatizantes del régimen militar). “De esa situación se ha podido salir, y se puede seguir luchando”, dijo Parisí quien, sin embargo, no establece comparación alguna entre lo que vivió a su tiempo su país y lo que vive actualmente Venezuela. Se refiere a que muchos de esos niños entregados ilegalmente han podido, tras muchos años, conocer a sus verdaderas familias.

Hablando sobre la situación actual en Venezuela, piensa que no hay paralelo alguno entre esto y aquel régimen militar; cree que ningún político es capaz de buscar adrede la pérdida de la esperanza por parte del pueblo:

“La política es la posibilidad de mejorar la vida a las personas… Ahora, si por distintas causales, internas o externas, no  se puede lograr eso, sí creo que pueda montarse una estructura sobre andamios endebles para tratar de generar cierta esperanza pero que se agotará rápidamente”.

Parisí no piensa que el gobierno venezolano se haya propuesto desmoralizar a la sociedad, aunque es posible, admite, que le hayan salido mal las cosas. En todo caso, defiende la soberanía política representada en los esfuerzos y propuestas de Unasur y cita como buen ejemplo de estabilidad democrática el caso de Bolivia y Evo Morales. Ha visto procesos de crecimiento en Brasil, Ecuador y Argentina, a pesar de los problemas que pueda haber. Comenta que se ha pasado años hablando a sus alumnos sobre la Argentina que antaño tuvo posibilidades, y que siempre debe lucharse por recuperar a ese país. Es decir, no le recomienda a ningún joven que se vaya de su país, sino que se quede y luche:

“Por supuesto, no hay que pasarse todo el tiempo renegando del país (que no me parece malo: hay que criticar), pero además ver qué puede uno aportarle al país. La historia no es lineal. Hay altibajos permanentemente. ¿Qué hubiese sido de nuestra historia si nuestros padres hubieran abandonado todo? No se podría haber construido la cultura, la civilización”.

 

Sobre las instituciones y la transgresión

Por su parte, la profesora Beramendi se refirió a la importancia fundamental de las instituciones (“ya que ellas promueven, regulan y garantizan la acción social coordinada entre los ciudadanos”), algo que en su opinión falla en Venezuela. Por cierto que ha realizado junto a la venezolana Yorelis Acosta y otros colaboradores un estudio en diversos países latinoamericanos (Chile, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay) sobre la desmoralización de las personas y el sistema normativo: tratando de analizar qué pasa cuando las instituciones no funcionan (tal es la pregunta). Hay corrupción, percepción de baja legitimidad… ¿cómo repercute todo eso en las dinámicas y prácticas de la gente? La gente no visualiza que el estado de cosas pueda cambiar, quiere irse, no piensa que haya salida pues no confía en que su gobierna pueda dar cabida al cambio social…

Ella es psicóloga social y analiza el fenómeno de la trasgresión, que genera muchas problemáticas en el ámbito social. Dice que no hay una sola perspectiva para entender a las sociedades, sus dinámicas, su modo de trasgredir. Hay que ver el asunto desde diversas perspectivas. En Argentina, por ejemplo, se piensa que la transgresión es ilegal pero no ilegítima. “Es decir, como todos lo hacemos, creemos que así funciona el sistema y se sostiene. Mi pregunta entonces era: ¿cuáles son las creencias sobre la norma cuando la transgresión es constante? Ahí empiezo la investigación”.

Trabajos de Beramendi y Parisí pueden verse en diversas revistas especializadas de Iberoamérica y pueden encontrarse fácilmente a través de Google. Parisi dirige la Revista de Psicología Política de la Universidad de San Luis (www.psicopol.unsl.edu.ar/)

Como los dos visitantes, la venezolana Yorelis Acosta pertenece a la Asociación Iberolatinoamericana de Psicología Política. Desde allí se han tendido redes de investigación, estudiando temas comunes, analizando los fenómenos en perspectiva comparada entre diferentes países. Dice Acosta:

“Necesitábamos ver otras experiencia, nosotros, que en Venezuela quizás sentimos que estamos parados en el medio del problema, o caminando en círculos, que nos enseñen a vernos en perspectiva histórica, algo que a veces nos falta.”

Agrega que los venezolanos deben reconocer “que tenemos algunos elementos patológicos, y eso nos está afectando como sociedad. Es una situación inédita, incluso para mi generación, que nací en democracia; la democracia nos dio cierta estabilidad. Entonces, para mí, y para mis estudiantes, esto es una situación que produce terror y asombro”.

La conclusión luego de entrevistar a estos tres especialistas en psicología aplicada al comportamiento social: no es malo que los psicólogos estén en los puestos tradicionales, y atiendan a las individualidades, en sus clínicas o consultorios, en casos que requieran su atención; pero actualmente, los psicólogos también deben salir a buscar soluciones más de carácter colectivo. Parisí recuerda que “estábamos atravesando una crisis grave en Argentina hace unos años y la propuesta era: que el sujeto no se aísle. Que el sujeto no se encierre. Que hable con otro”.

Hay que salir al campo social, desde el pequeño conocimiento  que cada quien tiene, para practicar esa solidaridad que se viene fragmentando.

Seguramente compartir, no aislarse, resulta la mejor terapia. Compartir guarda muchísima relación con solidaridad, un valor esencial en el ser humano.

♦ Sebastián de la Nuez

 

FOTO:

Beramendi, Parisí y Acosta en el campus de Montalbán, viernes 2 de octubre de 2015 por la tarde.