Marielba Núñez
La cotidianidad se hace dolorosa para miles de venezolanos que se ven obligados a peregrinar de farmacia en farmacia para tratar de encontrar un medicamento. De todas las penurias que en estos días vive el país, esa sin duda es una de las peores. Algunas de las ausencias incluyen fármacos para tratar el cáncer, para controlar la diabetes o la hipertensión y para prevenir o evitar convulsiones, por nombrar sólo algunos de los padecimientos que lucen huérfanos de atención oficial. La crisis por la ausencia de medicamentos es imposible de esconder, pero aún así el ministro de Salud, Henry Ventura, negó que hubiera tales fallas durante su intervención en la consulta pública del Plan Nacional de Derechos Humanos, según refirieron varios medios de comunicación. En otras declaraciones, el funcionario afirmó que estamos en presencia de «una matriz de escasez».
Afirmaciones como esas no pueden sino acabar con la esperanza de cientos de miles de pacientes y de sus familiares en que las autoridades asuman su responsabilidad sobre lo que ocurre. Está claro que el gobierno ha adoptado como estrategia un discurso de negación que pretende sostener que lo que está a la vista de todos no existe, sin importar los sufrimientos de quienes requieren con urgencia un fármaco cuya falta compromete la salud y la vida.
Sin embargo, negar la realidad que agobia a la mayoría no impide que otros la vean. De hecho, ya hay al menos una campaña internacional de solidaridad, que se promueve bajo el título de Una medicina para Venezuela, y que consistirá en una jornada de donación de medicamentos que tendrá lugar en Tenerife, España, el próximo 31 de octubre. Faltan palabras para agradecer a quienes promueven la iniciativa, pero también para describir el sentimiento de indignación que invade a cualquiera que se detenga a pensar en la indiferencia con la que el Ministerio de Salud pretende sellar los reclamos de la gente que espera una respuesta urgente y en la irresponsabilidad oficial que obliga a recurrir de esta forma a la generosidad de otros.
De cualquier manera, acostumbrados, como nos tiene, a anuncios contradictorios, el gobierno ha informado que ya realiza trámites para efectuar importaciones masivas de medicamentos de países como Argentina, Uruguay, China, Rusia e India para abastecer los estantes de las farmacias y los servicios de salud, lo que significa un reconocimiento tácito de una crisis que sobrevino sin que se haya hecho nada para evitarla. Al parecer, aún habrá de esperar más de un mes para verificar si la promesa se hace realidad y si da respuesta a las necesidades en todos los rubros en los que faltan tratamientos. Vendrán más días de recorridos angustiosos y, en muchos casos, de desesperación.