Lissette González
El pasado viernes 6 de noviembre el presidente Nicolás Maduro entregó los premios nacionales de ciencia y tecnología en cadena nacional de radio y televisión, desde un liceo que se inauguraba en Maturín, estado Monagas. Los investigadores que recibieron este reconocimiento forman parte del personal especializado que produce conocimiento en nuestras universidades nacionales, así que la exaltación que hacía el presidente en su discurso sobre la importancia de la producción científica y tecnológica autónoma está en contradicción abierta con la política sistemática de su gobierno de asfixia a estas instituciones donde se produce y difunde el saber.
Pero esa es solo la primera de las contradicciones, si vemos con un poco más de detalle el contenido del discurso en relación con los premios entregados, el asombro es aun mayor.
Por ejemplo, el investigador premiado en ciencias de la salud es el profesor Néstor Añez de la Universidad de Los Andes por su investigación sobre el Mal de Chagas, que afecta principalmente a la población rural del país. El presidente le pregunta, entonces, al profesor Añez si hay tratamiento. Y en unas breves palabras responde que hay un medicamento que se produce en Brasil, pero ya no se consigue. Nicolás Maduro no solo hace caso omiso al problema de escasez de medicamentos que acaba de aparecer en cadena nacional, sino que enfatiza la importancia de visibilizar la enfermedad y dar a conocer la información que permita su prevención. Abierta contradicción con las políticas de su gobierno que dejó de publicar el Boletín Epidemiológico desde noviembre de 2014 y cuya estrategia cambiaria ha logrado interrumpir importantes suministros, incluyendo medicamentos esenciales para los ciudadanos.
Las contradicciones no aparecen en un único tema o discurso. El presidente este domingo llamó al pueblo a dar un voto castigo consciente a la oposición, como si pudiera castigarse por el caos en que vivimos a alguien que no puede ser responsabilizado, puesto que carece del poder político.
Así, en múltiples detalles el gobierno muestra su falta de interés por los asuntos del pueblo venezolano. El empobrecimiento generalizado o las colas interminables frente a los supermercados no son asuntos que inquieten a los poderosos de hoy. Solo interesa aparentar que se gobierna, que se resuelve, inaugurando obras incompletas… como la nueva línea del Metro de Caracas. Allí en Bello Monte hay una estación, pero el usuario de este importante medio de transporte no encuentra en ningún andén de Zona Rental un cartel que le permita saber dónde se toma el tren para llegar hasta allí. En vez de una línea, se ha inaugurado solo una estación que ni siquiera cuenta con señalización suficiente.
Improvisación, corrupción e ineficiencia que intentan taparse con una que otra obra pero, sobre todo, con mucha propaganda. Afiches, cuñas en la radio y TV insisten en hacer creer a los votantes que este es un gobierno del pueblo. Está por verse el próximo 6D hasta qué punto los venezolanos creen ese discurso o si la magnitud de las contradicciones es tal que este esfuerzo comunicacional resulte insuficiente para desviar la atención de los problemas reales y con base en ellos la gente tome la decisión de usar su voto como arma. Como arma para impulsar que sean sus intereses los que guíen el debate político, sus intereses y no los de una camarilla que intenta conservar el poder “como sea”.