Marielba Núñez

El futuro ya no es tan joven como solía serlo. La Organización Mundial de la Salud ha advertido que en 35 años la población con más de 60 años de edad pasará de 900 millones a 2 millardos y constituirá 22 % de los habitantes del planeta. Para los gobiernos se hace cada vez más urgente tomar medidas para garantizar una vida más productiva y más saludable para quienes se hacen mayores, pero también es indispensable pensar en mejores oportunidades para los jóvenes, de acuerdo con lo que reflexionan el premio Nobel de la Paz José Ramos-Horta y el activista Felix Marquardt en la introducción del índice global publicado recientemente por el laboratorio de ideas Youthnomics.

La transición a un mundo que va envejeciendo implica nuevos desafíos, especialmente desde la perspectiva de quienes están incluidos dentro de la definición de millennials, aquellos nacidos entre la década de los ochenta y el año 2000. En muchas zonas del mundo, recuerdan Ramos-Horta y Marquardt, por primera vez hay un generación que va a enfrentarse a una perspectiva de bienestar mucho peor que la que disfrutaron sus padres y sus abuelos y eso ya incide y tendrá un peso a futuro en fenómenos como los movimientos migratorios.

Youthnomics recopiló datos de 64 países para elaborar una clasificación de los mejores lugares para ser joven. No sorprende que los desempeños más notables, al comparar datos como acceso a la educación, empleo y condiciones de vida, los obtuvieran los países europeos. Sin embargo, una mirada cercana a factores como el ingreso, las oportunidades económicas y las posibilidades de tener influencia política favorece a algunas naciones que no pertenecen al mundo desarrollado. Es interesante echar un vistazo a lo que el informe llama la «joventopía», un territorio imaginario que concentraría las condiciones ideales para comenzar la vida adulta y que debería reunir el acceso al trabajo y a las universidades de Suiza, las condiciones de vida y la posibilidad de manejar las finanzas públicas que hay en Noruega, el bienestar de Holanda, la salud de Israel, las oportunidades económicas de China, la garantía de educación básica de Eslovenia, la influencia política que los jóvenes pueden tener en Ghana y el optimismo en esas edades que hay en Uganda.

Venezuela no estuvo incluida esta vez en la medición realizada por Youthnomics pero, como país que experimenta el bono demográfico, es decir, con una mayoritaria franja de la población en edad productiva, debería tomar como prioritarias algunas de sus principales recomendaciones, entre ellas diseñar políticas que favorezcan expresamente a los jóvenes en materia de empleo, educación, liderazgo y calidad de vida. De lo contrario, en los próximos años buscar otros horizontes fuera de nuestras fronteras seguirá siendo la principal expectativa de futuro.