Marcelino Bisbal
En todo lo que va de este proceso político que han llamado revolución bolivariana, el periodismo y las industrias culturales a las que él pertenece han pasado por varios momentos. En uno de esos momentos el periodista y su ejercicio estuvo en entredicho por su acción política y por su falta de racionalidad ante el rol que le toca ejercer. En las actuales circunstancias, signadas por la ausencia de una buena cantidad de medios que han sido neutralizados ya se sea por los cambios nada transparentes que se han dado en su estructura de propiedad, o porque se han impuesto la autocensura y un manejo de la información que no moleste al poder político, ha emergido a pesar de todo un buen periodismo que tiene su base y centro de actuación en el dato, el relato y en la pesquisa profunda hasta llegar al último rincón de los hechos.
Sirva esta especie de preámbulo para presentar un libro que lleva por título Volver al periodismo…Repensando al país desde las comunicaciones. Texto que ha sido publicado por el Programa de Postgrado de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello y que se ofrece como homenaje a los veinte años de sus postgrados en comunicación social. Esta publicación nos dice que tiene que darse un periodismo que ayude al ciudadano a discernir entre la verdad y la mentira, que sea capaz de descubrir aquello que el poder –en cualquiera de sus formas– quiere ocultar porque quedaría al desnudo y mal parado, que logre crear las tensiones necesarias entre la realidad y la ficción ya que el periodismo –tal como dice el periodista colombiano Daniel Samper– es siempre tensión. Por eso hay que Volver al periodismo…
Leyendo sus doscientas dieciocho páginas nos encontramos con planteamientos que tienen que ver con el oficio, acerca de la profesión, su ejercicio como oficiantes de las comunicaciones y de los medios, se replantea el rol de los centros universitarios de comunicación social –¡una vez más!– y todo a la luz de los nuevos soportes de contenidos, es decir de las tecnologías de información-comunicación y la convergencia tecnológica que desde ellas se implanta en el tiempo presente.
Volver al periodismo… Repensando al país desde las comunicaciones, tal como nos lo plantea el libro, implica una serie de supuestos o ejes en donde cada uno de ellos admite interpretaciones diversas que parten de tres metáforas: la puerta, el puente y la casa.
El primero tiene que ver con la puerta, es decir, con la comunicación en el sentido que le diera el escritor argentino Julio Cortázar en su novela Libro de Manuel, donde llega a decir: “Yo escribo y el lector lee, es decir que se da por supuesto que yo escribo y tiendo el puente a un nivel legible (el puente de la comunicación) ¿Y si no soy legible, viejo, sino hay lectores y ergo (por tanto); no hay puente? Porque un puente aunque se tenga el deseo de tenderlo y toda obra sea un puente hacia y desde algo, no es verdaderamente puente mientras los hombres no lo crucen. Un puente es un hombre cruzando un puente. Che”.
Este primer supuesto, mejor esta primera metáfora, nos dice que una lectura de la sociedad actual pasa necesariamente a partir de los medios de comunicación, de las industrias culturales que los contiene y por supuesto de todo el conjunto de nuevos medios de comunicación que trae consigo la revolución electrónica a la que estamos asistiendo. Como vemos, hoy los medios en su sentido más general constituyen el núcleo de la sociedad que estamos presenciando. Somos testigos, menos actores, de una sociedad en donde la comunicación-información se ha convertido en un “bien estratégico“, en un “valor de uso“ para la producción, reproducción y perpetuación de la misma sociedad. La comunicación, en su sentido más amplio y como dicen ya muchos estudiosos del tema, ha pasado de tener un estatuto meramente formal hasta convertirse en un nexo de la integración social del presente y materia prima requerida para cualquier actividad productiva y de la existencia humana.
El segundo –el puente– tiene que ver con el periodismo y los periodistas, con el comunicador y los comunicadores, en el sentido de aquello que expresaba, con cierta nostalgia rememorando sus años de reportero el escritor Gabriel García Márquez, al ver cómo ha ido cambiando el oficio del periodismo, cómo las nuevas tecnologías han influido negativamente en el proceso de producción de la información y cómo los medios de comunicación se han diversificado en la Red, en las ondas y en el propio papel impreso. Y sigue pensando que pese a tantos cambios y los numerosos y nuevos medios de comunicación el oficio ha perdido su horizonte y se trata de recobrarlo.
Y el tercer eje es aquel que nos lleva a la casa, al país, como el espacio desde donde pensamos y ejercitamos todo esto, al país que creemos nosotros ha perdido el rumbo y sobre el cual la comunicación y el periodismo operan de una u otra manera manteniendo la esperanza de que algún día esta casa-país tendrá que cambiar por el bien de todos.
Sobre esta tercera metáfora quisiera citar unas líneas de Jesús María Aguirre que nos dicen que “las perturbaciones de estos últimos años, la descalificación sistemática de los profesionales, el enconamiento del gobierno con los medios, las amenazas abiertas o disimuladas, el cierre de varias voces significativas, pueden ir minando nuestra asertividad y nuestro compromiso con la verdad, esa ‘verdad que nos hace libres’, según la Buena Nueva del cristiano”. Y el propio Aguirre le pide al periodista que no claudique antes los chantajes actuales y para ello expresa: – no nos avergonzamos de llamarnos periodistas y/o comunicadores; – consideramos que nuestra profesión, aun sin la euforia de Gabriel García Márquez, “es el mejor oficio del mundo”, o al menos, de los que más merecen la pena vivirse; – sabemos lo que significa nuestra profesión para sostener el tejido social de nuestro país, particularmente en este tiempo de fracturas; – estamos empeñados en ser los primeros en defender las libertades públicas, necesarias para el diálogo social y sin claudicar del principio de buscar la verdad.
Todas estas ideas están plasmadas en el libro que nos ofrece la UCAB y los veinte años de sus estudios de postgrado en comunicación social. Volver al periodismo… puede servir, en estos tiempos de profundo des-orden en todos los ámbitos de la vida y de la Venezuela del presente, para pensar lo ya pensado y lo no pensado en el campo del periodismo y de las comunicaciones. Volver al periodismo… Repensando al país desde las comunicaciones es también un homenaje a Pedro León Zapata –el 6 de febrero se cumple un año de su fallecimiento– quien nos repetía a cada rato que sin libertad de expresión no hay humorismo y el humor es también una forma de hacer periodismo. Así, el libro se cierra con una separata de catorce caricaturas dedicadas a la libertad de expresión, al periodismo, al pensamiento, al conocimiento y a los medios.
Por eso y por mucho más hay que Volver al periodismo…