Morela Duarte Suárez, de 54 años, es una mujer laboriosa que no descansa, ya que ha trabajado desde que tenía 13 años. Actualmente, se levanta muy temprano para salir de su casa a las 6:00 am y, luego de subir doscientos escalones, llegar a la Escuela Nacional Concentrada N° 13, en Antímano, donde imparte clases en segundo grado, porque considera: “En los barrios hay mucho talento y hay que rescatarlos con buenos ejemplos”. Luego, a las 12:30 pm, se dirige a la UCAB para iniciar sus labores en la Biblioteca, donde se desempeña como auxiliar de biblioteca 3, de 1:00 pm a 8:00 pm.
Suárez lleva treinta y un años de servicio ininterrumpido en pro de la universidad. Entró solo con el sexto grado aprobado, como parte de una promesa con el padre Gustavo Sucre que le dio la oportunidad de trabajar, pero con la condición de que tenía que seguir formándose. Hoy en día es egresada de nuestra Escuela de Educación, en la mención Educación Integral y con un postgrado en Gerencia Educativa. “El tren pasa una sola vez y yo aproveché el viaje”.
Nació en la parroquia San Juan y, posteriormente, se mudó a Antímano. Su infancia la describe como especial, ya que tiene una familia muy numerosa: quince hermanos, pero uno falleció víctima de la inseguridad. Actualmente son once varones y cuatro hembras. Su actual pareja es José Quiñones, con quien tiene dos hijos: uno de 33 años, alumno de nuestra Escuela de Educación, en la especialidad de Ciencias Sociales, y otro pequeño de dos. Por otro lado, ella aconseja a las madres que sean ciudadanas con valores, para así dar un buen ejemplo a sus hijos.
Morela se considera como una persona católica, alegre y optimista. Además forma parte del grupo de egresados Son del Trabajo, para no dejar a un lado su esencia ucabista. Su vida la ha definido como feliz, ya que de lo malo saca algo bueno y esto se lo transmite a sus seres cercanos. Su graduación la califica como el mejor día en toda su vida y lo recuerda como un momento de superación, en el que le dijo a muchos: “Viste que sí pude”.
Ella se siente más que agradecida con la universidad, tanto por el apoyo personal y espiritual, como por su crecimiento laboral. Espera con ansias que sus nietos estudien en los pasillos de su segunda casa para seguir con el legado familiar. Cabe destacar que entre sus planes a futuro está el de hacer una maestría en Desempeño como Docente. Ella confiesa: “Ser ucabista se lleva en la sangre, ya que somos ejemplarizantes”.
♦ LEM