Caracas es considerada como una de las ciudades más violentas del mundo. La capital venezolana fue catalogada en 2015 como la ciudad con más homicidios, según el informe anual del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, con 119,87 homicidios por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, Roberto Briceño León, sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, explicó, durante el foro Ciudades Seguras e Incluyentes, que Caracas no siempre fue así de violenta. Al contrario, en los años cincuenta, Caracas se ubicaba como una capital esperanzadora, segura y con oportunidades de progreso.
En las investigaciones para medir la seguridad ciudadana se tenía como variable el tamaño de la población. Se decía que las ciudades con más gente eran las más violentas. Después se tomaba en cuenta el nivel de ingresos. Entre menor fuera la tasa de ingresos, mayor sería la de homicidio. No obstante, las variantes para Caracas no se ajustaban a esas descripciones, “Caracas se volvió más violenta cuando mayor ingreso se tenía”, argumentó Briceño.
El contexto urbano de la ciudad, las condiciones de vida, la institucionalidad, el estado de derecho, definen de otra manera el por qué del índice de violencia caraqueño. Son esos factores los que deben tomarse en cuenta y figurar de número uno en las prioridades si lo que se quiere es reducir la violencia en el país.
La inclusión, las políticas materiales, el alumbrado y los elementos normativos de convivencia, además de la reducción de la pobreza para disminuir los niveles de desigualdad, podrían contribuir a la posibilidad de tener ciudades más seguras.
Un pacto de acuerdo para vivir juntos y resolver los problemas de manera pacífica
LOS DILEMAS DE BRASIL
Además de Venezuela, las ciudades de Brasil también se han posicionado con una alta tasa de violencia, la cual aumentó de manera significativa en los últimos quince años con un total de 58 mil asesinatos, refirió José Vicente Tavares, de la Universidad de Porto Alegre, Brasil.
Las motivaciones se ubican en los siguientes factores: criminalidad, violencia doméstica, violencia interpersonal y código de honor. Sin olvidar el crimen organizado y la violencia policial. Las políticas de seguridad represiva, los movimientos ciudadanos y las políticas sociales, han buscado la manera de contrarrestar la violencia.
No obstante, se ha ido creando una cultura de la violencia, la cual se puede ver reflejada en los hogares, en términos de castigo físico, los medios de comunicación con sus programaciones y telenovelas y demás. Esto no solo en Brasil, sino en los demás países de América Látina.
♦ Katherine González