Al final de la entrevista, luego de hablar sobre el hashtag #juegotrancado y de sopesar el papel de la sociedad venezolana frente a un gobierno que se amuralla en sí mismo y se niega al diálogo, el conductor del programa radial mañanero más escuchado en Venezuela, César Miguel Rondón, preguntó si Nicolás Maduro será otro Bashar al-Ásad, el presidente sirio que niega todo respiro a sus adversarios y mantiene una guerra civil cruenta, sin solución.

−Esperemos que no –contestó tajantemente el rector de la UCAB.

Muchos oyentes del programa habían enviado sus tuits bajo un mismo signo de desesperanza. Si el juego está trancado entre los factores políticos en Venezuela, ¿qué queda?

−Queda seguir luchando –dijo el rector.

El juego trancado significa que el pueblo se está muriendo de mengua.

−Pero eso no parece estar en la ecuación del Gobierno –apuntó Rondón.

−Pero sí está en la ecuación de la sociedad –contestó el rector.

El 90 por ciento de la población venezolana según encuestas (a las cuales aludió el rector sin mencionarlas) piensa que la situación del país es insostenible. Mantener, por tanto, este esquema de conducción de la sociedad es hacerlo a espaldas del pueblo.

El problema del poder enquistado entre Miraflores y Fuerte Tiuna no es con la oposición. Es con la inmensa mayoría del país.

El rector afirma que ese “juego trancado” no puede, por tanto, mantenerse por mucho tiempo.

−Por eso no se puede perder la sana paciencia.

Hay que perseverar desde las herramientas democráticas. Sí, como dijo un oyente, la paciencia resulta heroica. La paciencia significa seguir luchando por una salida real aun cuando el Gobierno se empeñe en insinuar la vía violenta. Este acoso, este cercenamiento al país que quiere cambios (el ejemplo más explícito está en las decisiones de la Asamblea y el comportamiento del Tribunal Supremo) lo que busca es desmoralizar a la sociedad.

Por eso hace falta sindéresis. Hace falta negarse a caer en el juego de la violencia. Sí, incluso el Papa estaría dispuesto a venir, pero eso significaría diálogo. Y el diálogo es una mala palabra para este Gobierno pues implica darle espacio al otro.

Queda, hoy como ayer, la política. La política es diálogo, es negociación… Buscar espacios comunes. Esa es la única salida.

−¿Y si la paciencia se agota? –preguntó CMR.

Entonces el rector citó ejemplos de países en guerra, donde se han ahogado las salidas políticas. Virtuoso se niega a esa posibilidad que tanto se parecería a Siria. Insiste en la construcción de legitimidad, construcción de confianza en las instituciones. La legitimidad significa credibilidad en el Estado y sujeción al Estado de Derecho.

 

SN

 

FOTO: militares y colas, común denominador hoy en Venezuela.