Willy Mckey es un icono de la juventud intelectual vanguardista de Caracas. Con todo lo que ello pueda significar en esta ciudad del pecado. Y Víctor Cuica es, por otra parte, un emblema de la bohemia citadina, un caballero dedicado a la música toda la vida. Lo hace con gusto, por amor al arte. Cuica es la reencarnación en criollo de algún saxofonista con talento perdido durante la noche de Chicago en la era de la prohibición.
Pues bien: ambos se unieron, bajo la égida del inquieto Federico Pacanins, con los auspicios del Centro Venezolano Americano, para traer poesía beat y música de fondo (pero a ratos alcanzaba un suave protagonismo) en los bajos del Centro Cultural de la UCAB. Sin molestar a nadie que mientras tanto estuviese leyendo en el sacrosanto lugar pues los vidrios impidieron que el sonido huyera del recinto. Mckey y Cuica deleitaron a la concurrencia que se estiraba sobre mullidas colchonetas para saborear un buen rato. Las palabras las pusieron Jack Kerouac y Gregory Corso. La presentadora fue Sandra Yajure. El CVA cumple 75 y lo celebra así, trayéndole cosas buenas a la comunidad ucabista. Que se repita.
♦ SN