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Poderes sordos

Marielba Núñez

Al convertir en un calvario el acceso a los medicamentos, el gobierno está protagonizando uno de los episodios más oscuros en la historia de la salud en Venezuela. La crisis por falta de medicinas es de tal magnitud que sólo puede compararse con una avalancha que se están llevando por delante a miles de venezolanos, especialmente a los más vulnerables, como se comprueba con sólo mirar las redes sociales donde llueven diariamente peticiones desesperadas para tratar de encontrar fármacos para todo tipo de dolencias. Es inevitable preguntarse cómo hacen las autoridades para no sentirse interpeladas por el sufrimiento de tantas familias que consumen sus energías en búsquedas agotadoras y muchas veces infructuosas.

La realidad desmiente cotidianamente los discursos que pretendieron vender Barrio Adentro y otras iniciativas estatales de los últimos años como parte de un modelo que pondría fin a las carencias que en materia de atención en salud ha sufrido el país. Nadie explica qué ocurrió con los recursos multimillonarios que se invirtieron en el marco de los convenios entre Cuba y Venezuela y que supuestamente iban a hacer mucho más eficiente la asistencia primaria y hospitalaria. En cambio, han dejado un panorama desolador, una aguda crisis que se ensaña quienes tienen menos posibilidades de defenderse, como se hace patente en las cifras que ofrece la Memoria y Cuenta del Ministerio de Salud del año 2015. Allí se señala, por ejemplo, que la mortalidad neonatal, que equivalía a 0,020 decesos de recién nacidos por cada 100 altas hospitalarias en 2013, pasó a 2,010 muertes por cada cien altas en 2015, una cifra que, como señaló en un análisis para el portal Prodavinci el médico Julio Castro, nos ubica entre los países «en situación de guerra o con los peores sistemas de salud del mundo».

Las imágenes de protestas protagonizadas por niños con carteles donde piden el medicamento que el Estado no les provee y que no puede conseguirse de forma legal en el país, tampoco parecen conmover al Ejecutivo, que se niega a tomar medidas que permitirían salvar vidas, incluyendo la aceptación de ayuda humanitaria. Otros poderes públicos también se han hecho los sordos ante el reclamo. Este miércoles 13 de abril el Tribunal Superior tercero de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes negó nuevamente la solicitud de medidas preventivas que, debido al grave desabastecimiento de medicinas, interpusieron Cecodap y otras ONG que defienden los derechos de la infancia. Mientras llega el tiempo en que los responsables de esta crisis deberán rendir cuentas, queda el refugio de la solidaridad de instituciones y personas que han activado mecanismos para tratar de remediar las penurias de quienes tienen que hacer frente al abandono de la salud. Esa es la luz de esperanza a la que tantos están aferrados en estos tiempos oscuros.

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