Manuel Llorens
Chacao tiene muchas calles emblemáticas que sugieren una Caracas distinta, por momentos alejadas de la hostilidad que reina en la ciudad. En una de esas calles hay un local de antaño donde aún te puedes tomar una taza con aroma concentrado de café y mesas de jubilados que se sientan a conversar toda la tarde. Los edificios de dos o tres pisos tienen unos apartamentos modestos, muchas veces habitados por profesionales que viven sin lujos, intentando cumplirle a sus familias.
En una de esas calles está preso Marcelo.
Él y su esposa han dedicado su vida al ejercicio del derecho y a la crianza de sus dos hijos, a quienes les gusta el fútbol, especialmente la selección argentina por los antepasados de su papá. Desde allí han hecho un vida sencilla pero profunda, colaborando a través de los años con distintas iniciativas sociales, como cuando participó como brigadista de socorro de la Cruz Roja.
El 22 de abril de hace dos años lo levantaron a las 4 de la mañana. Un vecino pedía ayuda. Estaban allanando su casa, investigando las llamadas “guarimbas”. Marcelo era colaborador del Foro Penal, uno de tantos abogados que prestaron generosamente sus saberes para apoyar a muchos de los arrestados.
Se llegó al lugar del allanamiento pero no se le permitió estar presente a pesar de identificarse como abogado. Acompañó a su vecino hasta la CICPC donde le informaron que él también quedaría detenido. A pesar de no haber sido arrestado en flagrancia de crimen alguno, a pesar de no mostrarle ninguna prueba, a pesar de no serle permitido si quiera revisar su expediente sino diez meses después, quedó detenido en la cárcel de Yare. Cuando finalmente le permitieron leer su expediente, le dieron, según nos cuenta, diez minutos para leer 900 folios. Solo diez meses después, luego de iniciar una huelga de hambre, se le otorgó una medida de casa por cárcel, donde permanece aún.
Está cumpliendo dos años de arresto. Todavía no se ha realizado la audiencia preliminar. Ha sido diferida en 32 ocasiones. El caso de Marcelo oscila enre lo atroz y lo insólito. Organismos internacionales han afirmado que no hay evidencia contra Marcelo[1][2].
La historia de Marcelo es importante, la sencillez de su vida y la integridad con que ha enfrentado la desgracia, es un testimonio elocuente. Si alguien lo quiere atestiguar con sus propios ojos, no tiene sino que visitarlo en Chacao, donde dos policías custodian la entrada de su casa. Él no es, ni ha sido un líder político. El ensañamiento contra Marcelo, como contra muchos otros, no parece ser sino una medida de intimidación contra la población general. El último recurso que le va quedando a la estafa revolucionaria es el miedo.
Marcelo Crovato lleva dos años privado de su libertad, sufrió los horrores de las cárceles venezolanas por meses, perdió la posibilidad de alimentar a su familia con su trabajo, padece la incertidumbre de la injusticia, en el colegio las familias han tenido que colaborar con las mensualidades para que sus hijos no pierdan el año escolar.
Me parece esencial ver los rostros de las personas comunes con que el gobierno se ha ensañado, por preservar sus privilegios, sus poderes, sus fiestas con artistas internacionales, sus choferes, sus spas en Miami, su corte palaciega.
Fuentes
[1] http://www.amnistia.ong/profiles/blogs/venezuela-marcelo-crovato-debe-ser-liberado
[2] https://www.hrw.org/es/world-report/2016/country-chapters/285491