Francisco José Virtuoso
La encuesta de Venebarómetro (abril 2016) señala que 84,1 % de la población evalúa negativamente la situación del país. Al 80 % le gustaría un cambio en la conducción del país y un 68 % propone abiertamente la salida del gobierno del presidente Maduro. En general, otras muchas encuestas coinciden con estas cifras, así como también revelan que los venezolanos apuestan mayoritariamente por solventar la crisis política de manera pacífica y democrática, siguiendo lo establecido en la Constitución y las leyes de la República.
En este contexto, una opción que ha levantado entusiasmo y ha logrado activar en su etapa preparatoria, es el Referéndum Revocatorio del mandato del presidente Maduro, una fórmula que ya ha sido ensayada varias veces en el pasado. Los sondeos de opinión pública señalan que 2 de cada 3 electores están dispuestos a revocar el mandato del presidente Maduro si se llama a la consulta electoral para tal fin.
Lo que hasta ahora parece evidente es que el Presidente tiene claro que perdería un referendo revocatorio si fuera convocado hoy, y va a utilizar todo el poder institucional que dispone en el Estado para bloquearlo, al menos hasta cruzar la frontera del 2016, cuando, ante una consulta electoral sobre su mandato, sería sustituido por quien ocupe la Vicepresidencia de la República hasta el final del período en el 2019.
Estando así las cosas, ¿cómo destrancar este juego? Como algunos lo han señalado ya, el liderazgo de oposición tiene que lograr que quienes apoyan esta opción se mantengan presionando por sus derechos, para que el revocatorio se pueda efectuar este año. Pero si esa presión política entra en el campo minado de la violencia y la anarquía, sus efectos serán aprovechados para justificar la represión, generar confusión y dispersar la lucha. A este empeño debe acompañarlo la unidad de liderazgo y la concertación de estrategias, así como la difusión de una narrativa orientadora, que direccione y entusiasme.
Sin embargo, todo ello no es suficiente. El discurso oficialista anuncia no solo la voluntad de obstaculizar sino también de recrudecer el enfrentamiento a través del llamado al ejercicio de prácticas violentas y el uso de amenazas de todo tipo. Un clima de guerra, confrontación y miedo no es propicio para el libre ejercicio de la democracia y nos puede llevar a situaciones que los venezolanos en general rechazamos. Ya es suficiente con lo que hemos vivido el 27 de febrero de 1989, el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, el 11 de abril de 2002 y los recientes episodios de 2014.
Para evitar este tipo de situaciones es necesario que se active urgentemente la propuesta que el Sr. Nuncio de Su Santidad, el Papa Francisco, propuso hace algunos días: “Concertar urgentemente una mesa de diálogo entre los actores políticos y económicos del país”, en la que una representación del Papa y de la Conferencia Episcopal Venezolana hagan de moderadores. La contención de la violencia es clave para que un proceso como el Referendo Revocatorio pueda tener cabida y llegue a buen fin.
El Papa Francisco está claramente comprometido con esta propuesta, en cuya realización trabaja afanosamente a través de sus mensajes y de sus iniciativas políticas concretas. El anuncio de la visita del canciller del Vaticano al país es una clara iniciativa para preparar el terreno. Es de esperar que otras instancias internacionales acompañen esta iniciativa decididamente como la ONU, la OEA, Unasur, etc. La sociedad civil venezolana tiene aquí una excelente ventana de oportunidad para hacer valer sus esfuerzos a favor de esta iniciativa.
Publicado en el diario El Universal el 11 de mayo de 2016