Fernando Mires

A través de estas líneas quisiera hacer una aclaración.

El columnista Antonio Sánchez García, quien continuamente me ha atacado por el solo hecho de mantener opiniones diferentes a las que él profesa, lo ha vuelto a hacer en la edición digital de El Nacional (Domingo 19 de Junio) esta vez sin nombrarme pero aludiendo a mi artículo, ampliamente difundido, cuyo título es Realpolitik.

Quiero dejar establecido que jamás he rehuido a la polémica, ni al debate ni a la critica. Pero para oponer mi pensamiento a otro -con el riesgo y la posibilidad de equivocarme- necesito argumentos y no infundios, ideas y no calumnias. Esas son las razones por las cuales el señor Sánchez nunca podrá ser un adversario intelectual ni político para mí. Discutir con él significaría acceder a niveles a los que me confieso incapaz de bajar.

Ese señor Sánchez, muy cercano al pinochetismo («Bendito sea ese general» escribió una vez, usando como pseudónimo el nombre de un prestigioso poeta chileno), conocido por sus posiciones permanentemente divisionistas dentro de la oposición venezolana, me caracteriza -como otros personajes similares de esa “oposición a la oposición” – de socialdemócrata y de asesor de la MUD.  Debo dejar en claro de que se trata de simples infundios de quien en nombre de una impostada moralidad universal no vacila en mentir del modo más ruin.

Buena oportunidad tal vez para dejar de una vez establecido que nunca he sido socialdemócrata ni tampoco asesor de la MUD venezolana.

No solo no he sido partidario –ni siquiera elector– de la socialdemocracia. He sido permanente contradictor a las políticas socialdemócratas en Europa. Desde los tiempos del Solidarnosc polaco, pasando por la política de la socialdemocracia frente a la RDA, hasta hoy, con respecto a la posición –para mí muy contemplativa – frente a los avances de la Rusia de Putin y de la xenofobia anti-europea, he mantenido un permanente cuestionamiento a las posiciones de la socialdemocracia.

Hay, por lo demás, numerosísimos artículos en los cuales he criticado abiertamente a la socialdemocracia, representante, en mi opinión, de una “sociedad industrial” que en sus puntos fundamentales ya ha dejado de existir. Coincido plenamente en este punto con Alain Touraine.

Quienes han leído mis diversos textos sobre la España de hoy, también ampliamente difundidos, podrán advertir  que nunca he favorecido al PSOE. Mis innegables simpatías hacia el partido Ciudadanos –exponente, según mi opinión, de un nuevo republicanismo democrático- han sido abiertas y directas.

Lo dicho no me impide sentir un profundo respeto y admiración frente al rol histórico cumplido por líderes como Willy Brandt o Felipe González, así como reconocer los aportes sociales de la socialdemocracia en diversos momentos de su ya larga historia.

Con respecto a mi “asesoramiento” a la MUD debo dejar muy en claro que jamás he intentado asumir ese papel. Solamente he hecho lo que siempre hago: escribir sobre lo que yo pienso. Y si mi pensamiento coincide en algunos momentos con el de militantes o dirigentes de la MUD, no debe extrañar a nadie pues la MUD es la única organización unitaria que se ha dado la democracia venezolana en contra de un gobierno devenido en dictadura de facto. Simplemente no hay otra.

Pienso como muchos que la alternativa de cambio en Venezuela deberá ser democrática, electoral, constitucional y pacífica. Sustentar esa tesis básica, así como defender la posibilidad de un revocatorio, no me convierte en asesor de nadie ni de nada. Coincido en ese punto con la opinión, no solo de miles, sino de millones de venezolanos.

Debo entonces reiterar: Mi “filiación” socialdemócrata y mi “asesoría” a la MUD no son para mí, en ningún caso, ofensas. Pero sí son algo peor: son mentiras.

Esas son las razones por las cuales pienso que si hay alguien que necesita urgente asesoría –no me refiero en este caso a una asesoría política– es el señor Sánchez. El podrá continuar, si ese es su gusto, atacando, mintiendo, insultando de modo soez como ya lo ha hecho con tantos demócratas de Venezuela y América Latina. Yo, por mi parte, nunca podré tomarlo en serio.

El señor Sánchez me ha comparado en diversas ocasiones con el Platón que prestó servicios a una tiranía en Siracusa (algo que jamás yo podría hacer). Debo decir en defensa propia que a mí también el señor Sánchez me recuerda a Platón. Pero no al de Siracusa, sino al de las más tenebrosas y sórdidas profundidades de la caverna.

PS.
En mi artículo publicado el 2011 bajo el título «LA RENOVACIÓN POLÍTICA DE NUESTRO TIEMPO, defino mis posiciones frente a la Socialdemocracia. Es solo uno entre varios dedicados al mismo tema.

Fuente: El Blog de Fernando Mires