David Torres labora desde hace trece años en esta universidad, la cual considera su segunda casa y, en ocasiones, la primera. Dice sentirse comprometido y siempre da lo mejor de sí en sus labores diarias.
Desde que ingresó a trabajar en la UCAB, Torres se desempeña como técnico de telefonía y redes telefónicas en la dirección de Servicios Generales. Cuando hay averías, él se encarga de solventar y restablecer la comunicación en cada rincón de esta casa de estudios.
Nació en Caracas hace 53 años, específicamente en la parroquia San Juan. Su infancia la considera como “pobre, pero con mucha moral y educación”, ya que sus padres lograron que nunca le faltara el pan en la mesa, la cual compartía con sus cuatro hermanos. Desde hace diez años, reside en la parroquia La Vega, junto a su esposa, Milagros Ramos, y sus cuatro hijos.
David piensa que el sector donde vive progresó en la construcción de viviendas, pero que los valores se perdieron y que no hay respeto por nada ni nadie. Además, destaca que la inseguridad cada día aumenta y empeora.
Entre sus características personales, comenta que le gusta leer, escribir y pasear al aire libre; además se considera muy extrovertido, amigable, trabajador y colaborador, porque siempre está ayudando a otros ucabistas en sus oficios.
Cuando alguien pregunta: `Quién puede hacer tal cosa´, yo respondo: `Yo mismo soy´.
Por otro lado, Torres agrega que, como buen católico, no le agrada que las familias se separen, por lo que promueve un hogar unido a través de buenas relaciones y una excelente comunicación.
Para finalizar, recuerda con risa y orgullo una anécdota: «después de almorzar, llamaron por la radio del Decanato de Desarrollo Estudiantil pidiendo ayuda, porque una estudiante se había desmayado. De inmediato corrí a auxiliarla y la llevé al hospital, donde le salvaron la vida».
Me costó un regaño, pero la satisfacción personal no tiene precio. Esta es mi casa y yo trabajo para cuidarla y protegerla.
♦LEM