Aura Marina Perdomo, desde su lugar de trabajo en la casa del jubilado, módulo 1 del edificio de Aulas, me regaló una entrevista para conversar sobre su amplia trayectoria ucabista. “¿Quieres café o té?”, me preguntó. Una leve contracción de los surcos de su rostro denotaron una amigable sonrisa. Inmediatamente opté por lo primero y, luego de atender un llamado en el salón contiguo, se sentó a mi lado y comenzó la conversación mientras me enseñaba un libro grande y pesado titulado UCAB: 60 años de servicio a Venezuela.

Aura Marina Perdomo de Lacruz ingresa a la universidad como docente en la Facultad de Farmacia en 1957. Cuatro años antes, el 24 de octubre de 1953, nace la Universidad Católica Andrés Bello en una pequeña edificación de cuatro plantas entre Jesuitas y Tienda Honda, en el centro de Caracas. La Facultad de Farmacia ocupaba el cuarto piso del edificio y fue la primera en vestirse de toga y birrete en el año 1958. Aura Marina figuró en el listado de profesores responsables de la formación de aquellos primeros profesionales egresados. Al cerrar la Facultad de Farmacia en el año 1962, la doctora Perdomo pasó a formar parte de la Facultad de Ingeniería, específicamente como docente en el Departamento de Química. Desde entonces su labor ha perdurado y formó sin saberlo un lazo inquebrantable con esta institución, que la ha llevado a dedicarle 59 años de servicio ininterrumpido.

Excelencia, respeto mutuo, compromiso, responsabilidad, servicio al otro y en todo amar y servir son los valores escenciales que han distinguido la labor de la universidad desde su fundación. Aura Marina Perdomo no solo comparte estos valores, sino que además es la personificación de los mismos, ya que su experiencia de trabajo en la universidad y los estatutos sobre los cuales esta se rige, son como hermanos siameses: incapaces de actuar separados. Se jubiló en 1989, pero eso no la detuvo. Siguió trabajando por el beneficio de la comunidad ucabista. «Siempre aspiro dar lo mejor de mí sin esperar nada a cambio», afirma con humildad. Con una inefable capacidad anecdótica, narra las innumerables vivencias atadas a su experiencia universitaria y algunos casos que, debido su capacidad empática, ha podido solventar soteniendo los valores ucabistas como bandera.

El deseo de Aura Marina Perdomo hoy en día es continuar siendo útil para la universidad; llevar a cabo el trabajo que desde el 30 de junio de 2005 hace en favor de los 263 jubilados, entre quienes se encuentran docentes, empleados y profesionales que buscan mantener el vínculo con la institución que los formó. El padre Ugalde fue el promotor y ejecutor de este espacio para el jubilado ucabista. Ofrece un servicio de gestiones y procesos administrativos; al mismo tiempo, lugar de encuentro entre los jubilados: busca un ambiente proclive a la lectura, las anécdotas y el recuerdo. Así se mantiene viva la experiencia universitaria, así se les demuestra a los jubilados cuán importantes siguen siendo en esta casa.

Pasando las páginas de una copia del primer anuario de los ucabistas egresados en 1958, llegamos a la sección de la lista de profesores de aquella época. «Le voy poniendo crucecitas a los que van falleciendo. De los profesores de farmacia solo quedamos 5», dice con tristeza.

Es una hazaña tremenda haber pasado toda una vida de servicio a una comunidad sin reposo ni largos descansos. Se ha hecho merecedora de múltiples reconocimientos; pero no hay vanidad en su alma. No considera haber hecho algo extraordinario. Su vínculo con la universidad ha sido siempre una responsabilidad y un compromiso. Es ella un fiel testigo y partícipe del nacimiento y consolidación de esta institución, que no es más que su hogar.

♦ Juan Pablo Arráez