La inflación, la escasez y el desabastecimiento son variables que afectan directamente la dieta del venezolano. El Cafetín de la Universidad Católica Andrés Bello no es ajeno a la realidad que se enfrenta en Venezuela. No todos los estudiantes traen la comida de su casa; sin embargo, algunos prefieren comprar su desayuno o almuerzo en los dos locales que conforman el Cafetín, aparte de utilizar los microondas para calentar. Pero, a estos establecimientos les ha costado conseguir la materia prima para seguir ofertando sus productos.
El cambio es grande, no hay productos y las cosas se le ponen más difíciles a uno
Gómez se ha visto obligado a comprar su materia prima por otros medios, la que resulta más cara. Los estudiantes compran menos ahora, afirma; para el siguiente semestre lo que espera es prepararse para seguir ofreciéndole calidad a los jóvenes.
Si las compañías empezaran a surtir, las cosas nos fueran mejor
A veces ves que el chamo no puede pagar todos los días 700 bolívares por un té o 2.500 bolívares por una hamburguesa
Lo que más venden es lo más económico: cachitos, pastelitos, tequeños, chucherías, hamburguesas, granjeros. “Puedes decir que vendes la misma cantidad en bolívares, pero en términos de unidades vendes menos”, acota. A pesar de todo, De Abreu agradece el buen público universitario y el trato que tiene con las autoridades. No obstante, tiene un gasto fijo mensual que cubrir y un inventario de productos que mantener, por lo que no puede dejar vender.
La situación ha llevado a estos locales a buscar la materia prima por sus propios medios, pero es un hecho que continuarán trabajando para satisfacer las necesidades de la comunidad ucabista.
♦ Katherine González