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«Falta mercancía, falta todo»

La inflación, la escasez y el desabastecimiento son variables que afectan directamente la dieta del venezolano. El Cafetín de la Universidad Católica Andrés Bello no es ajeno a la realidad que se enfrenta en Venezuela. No todos los estudiantes traen la comida de su casa; sin embargo, algunos prefieren comprar su desayuno o almuerzo en los dos locales que conforman el Cafetín, aparte de utilizar los microondas para calentar. Pero, a estos establecimientos les ha costado conseguir la materia prima para seguir ofertando sus productos.

“Falta mercancía, falta todo”, es lo primero que dice Juan Manuel Gómez, dueño del primer local de Cafetín. Cada vez se le es más difícil conseguir la harina de maíz para hacer las empanadas y el aceite para cocinar, además del azúcar para los jugos y el arroz para el almuerzo.

El cambio es grande, no hay productos y las cosas se le ponen más difíciles a uno

Gómez se ha visto obligado a comprar su materia prima por otros medios, la que resulta más cara. Los estudiantes compran menos ahora, afirma; para el siguiente semestre lo que espera es prepararse para seguir ofreciéndole calidad a los jóvenes.

Si las compañías empezaran a surtir, las cosas nos fueran mejor

Como él, José De Abreu, dueño de Nosso Café, explica que por las complicaciones para conseguir los productos han tenido que pagar más caro, lo que hace que suban los precios y que el bolsillo del estudiante se vea afectado.

A veces ves que el chamo no puede pagar todos los días 700 bolívares por un té o 2.500 bolívares por una hamburguesa

Lo que más venden es lo más económico: cachitos, pastelitos, tequeños, chucherías, hamburguesas, granjeros. “Puedes decir que vendes la misma cantidad en bolívares, pero en términos de unidades vendes menos”, acota. A pesar de todo, De Abreu agradece el buen público universitario y el trato que tiene con las autoridades. No obstante, tiene un gasto fijo mensual que cubrir y un inventario de productos que mantener, por lo que no puede dejar vender.

La situación ha llevado a estos locales a buscar la materia prima por sus propios medios, pero es un hecho que continuarán trabajando para satisfacer las necesidades de la comunidad ucabista.

♦ Katherine González

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