Elías Pino Iturrieta
El documento de la MUD que responde a las arbitrarias decisiones de la oficina electoral sobre el RR es una pieza de antología que puede cambiar el panorama político en breve plazo, si sus letras se convierten en realidad. Si alguien habló hace poco de la muerte de los partidos coligados, puede tener razón debido a que, con la redacción del aludido texto, las organizaciones más importantes de la oposición inician una nueva fase de lucha que involucra a la mayoría de la sociedad civil en un capítulo que, de llevarse a cabo, convierte en prólogo los trabajos anteriores. Debemos pensar que habrá un después a partir de la aparición del documento, no en balde los redactores quieren iniciar un proceso de democratización de las decisiones que no había distinguido sus conductas previas.
¿La MUD debía manejar los asuntos políticos en el hermetismo de sus salones, como lo hizo hasta ahora? Desde luego. Todavía sin el cálculo preciso de sus fuerzas, y sin la seguridad de un apoyo constante de la ciudadanía, era razonable que unas pocas manos, las más expertas, se ocuparan de orientar el sendero espinoso. Más aún, convenía que las decisiones de mayor trascendencia, o las más arriesgadas, solo dependieran del interés de los partidos más fuertes e influyentes, o de los líderes más reconocidos por la sociedad, para evitar una heterogeneidad que desembocara en debilidad. Puede resultar odioso que uno se ponga a celebrar el sigilo de unos cónclaves en cuyo interior solo se mueven los intereses de las organizaciones más sólidas, pero evitaban el ruido de las banderías frágiles para reflexionar sin el estorbo de las menudencias. ¿Funcionaron esos encierros? Desde luego. Las mayorías no los vieron con malos ojos y apoyaron lo esencial de sus decisiones, hasta el punto de afirmar la existencia, ahora sin alternativa de duda, de una mayoría dispuesta a dar la batalla decisiva contra la dictadura.
Corroborada tal situación, y ante la resistencia de la “revolución” frente a cualquier mecanismo democrático que la condene a una desaparición inevitable, los partidos coligados llamaron a reuniones amplias que condujeron al anuncio del programa de lucha que ahora proponen. Del hermetismo se pasó a las consultas, los despachos de la MUD se animaron con la heterogeneidad de múltiples voces, pero también con el clamor de diversos intereses que apenas había considerado, para iniciar un capítulo que parece prometedor. Ahora la MUD no habló por sus miembros, sino por la colectividad a la cual involucró para una movilización de voluntades que puede ser esencial para salir del chavismo. ¿Por qué? Porque ese proceso de democratización que se podía echar en falta debe desembocar en hechos que no han sido frecuentes. Ahora se debe luchar en forma coordinada desde los gremios grandes y pequeños, desde los sindicatos, desde las instituciones cívicas, desde las organizaciones no gubernamentales, desde las asociaciones de vecinos y desde los despachos de los empresarios. La MUD no presentó un documento como portavoz de ella misma, sino de todos los sectores a los cuales comprometió en acciones de mayor profundidad.
De allí la decisión de acudir al nuevo capítulo de recolección de firmas para el RR, pese a la ilegalidad de las instrucciones proporcionadas por la oficina electoral. El hecho de que se tomara la decisión de seguir adelante sin que se opte por un acatamiento ciego de las decisiones que la dictadura pretende imponer, sin que la última palabra dependa de cuatro empleadas solícitas del mandón, sino de una movilización social de grandes proporciones, de unos hechos que no sean solamente las habituales marchas, sugiere la cercanía de actividades políticas de estreno que pueden fulminar al chavismo. Las denuncias sobre la burla de la Constitución en el manejo del RR no dependerán ahora de la dirigencia exclusiva de los partidos, ni del entusiasmo de sus seguidores más fieles, sino de una avalancha de presencias ciudadanas y de una cascada de muestras de inconformidad que probablemente no tengan precedentes. Es lo que se desprende del documento aludido al principio, gracias a cuya lucidez pueden provocarse fenómenos jamás vistos hasta ahora. Si La MUD murió, como se ha propalado, resucitó vigorosa al día siguiente.