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La prostituta de Latinoamérica, de Justo Navarro

La prostituta de Latinoamérica Venezuela, la tierra de políticos infieles Venezuela: “Soy producto del hurto y la violación, soy una india a la cual no han sabido amar, soy una latina populista con pasiones y sin tacones, soy solo una dramática encadenada con mentiras democráticas que disfrazan la esclavitud del comunismo; una loca con poder pero con ganas de ser más que besada y peleada”

Venezuela, una tierra de políticos infieles, una desgraciada y eterna engañada. Esa ingenua con rostro de violencia, perfume de pólvora, accesorios mortales y una esperanza frágil, llena de hambre y ambición. La prostituta de Latinoamérica, esa que solo ha tenido buenos machos, caudillos cabrones que nunca serian un caballero republicano.

Aquí está la madre de centenares de talentos, con miles de hijos muertos y millones de hijos que pretenden olvidarla, queriendo escapar de la apología de las necesidades, que los encierra en un mundo privado y los desvían solo para satisfacer sus necesidades banales, materiales, esas que hoy no encuentran en su tierra degradada. Así como lo señala el Sociólogo venezolano, Jorge Tricás: “Cuando el ejercicio de la política se circunscribe exclusivamente al mundo de las necesidades y las carencias materiales de los individuos, asumiendo como axioma que lo único importante en sus vidas es la comida y la satisfacción de sus necesidades, se degrada en populismo” (Ética y Política, 2009 p2) Es así como las promesas que hoy se reclaman son monstros demagógicos que crecieron con la propuesta de libertad para la siempre y conocida dramática Venezuela, la forjadora de traiciones y permisiva en decisiones.

¿Qué hay de la radiante mujer de tangas tricolor? Una laica que ha venido sufriendo el peso de tantas estrellas que hoy se apagan de tan grande miseria en su alma ¡La inviable mujer de contratos! La de todo es tu culpa, la machista cabrona con ínfulas republicanas y orientaciones progresistas que dan hasta risa.

El miedo la ha hecho violenta, la angustia cobarde y lo regalada miserable; tildada de vulgar y corriente. La rumbera ya está sobria y no deja de reprochar sus errores, ya no duerme de tanto llanto, de tanto olvido sabe que nunca tuvo amigas, y los pocos amigos la llevaron a la cama, dejándola como una muñeca rota de porcelana. Ya su época de oro pasó, según las estiradas europeas, que nunca la han soportado por contar con juguetes envidiables desde niña y heredar una gran fortuna por Doña naturaleza, la abuela verde y confusa.

Ella se siente desganada, atormentada, sucia, avergonzada y usada, pero aun así está preparada para la guerra que le espera, no cuenta con amantes ni políticos, solo confiará en la intuición que le ha forjado su ahora desconfiada ilusión. Es una mujer herida que tendrá que dejar sus apegos para ver nacer su libertad. Ya no cree en la igualdad social y la equidad, solo sabe que su única lucha es la libertad. Como dice el académico Tricás: “Quien dice política, dice libertad y viceversa” porque cuando el ciudadano es echado a escobazo a la oscuridad no solo es un esclavo legal, sino un privado del espacio público. Pero esta laica solo sabe que esperará con cubiertos y platos en su gran comedor de Maiquetía a cada hijo que decida regresar; sabe que ellos son del mundo, pero también sabe que un hijo no puede andar sin el abrazo de su madre.

El cambio empieza desde adentro, la lucha no está en el populismo, sino en hacernos ciudadanos. A veces perdemos mucho cuando creemos que la felicidad está en el otro; quien no desea estar a tu lado no debe ser juzgado. Aquel que pretenda engañarse sabe que al apagar la luz de su recamara sufrirá en silencio cada recuerdo vivo en su piel, en su alma. Es como aquel cobarde que no sabe luchar por él mismo y pretende amar a otro perdedor. La vida se define en tres palabras: Ilusión (habilidad), desilusión (realidad) y reconstrucción (comunicación), cada cual sabrá vivir, al menos que decida rehusarse al coraje y a la libertad de vivir, sentir y renacer.

Nosotros los venezolanos, estamos en un momento crucial, en el cual no podemos dejar a un lado los valores democráticos; no podemos dejar que los sueños se nos vayan de las manos como agua de rio. Es el momento del ciudadano, es la hora de protagonizar un escenario político con responsabilidad en lo público y lo privado. La autonomía en el ejercicio de ella solo hará de una sociedad fracasada y ahogada en problemas, en una con equilibrio y sin mascaras que simulen armonía. Basta de querer huir sin fundamentos, sin haber tenido un comportamiento ciudadano; hoy muchos llegan etiquetados de extranjeros, con reflejo de lástima y ambición material que vas más allá del hambre de años. Así como un pasaje de Tricás donde señala: “Este cambio sociopolítico no supone tener que renunciar al bienestar material y toda su organización comercial, sino dar el paso a un nuevo pluralismo de los valores que cambie su orden en la tabla, con una nueva apreciación de la política donde nuestro protagonismo como ciudadano garantice la democracia y la libertad en nuestras vidas” (Ética y Política, 2009 p5) Es el momento, es la hora, es nuestra oportunidad de reivindicación. ¡VAMOS VENEZUELA!

♦Justo Navarro

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