La Fundación Andrés Bello (FAB) es una institución sin fines de lucro que se sostiene de las donaciones voluntarias que realizan empresas y laicos comprometidos y de un aporte anual por parte de la UCAB. A través del otorgamiento de becas a estudiantes de escasos recursos, busca realizar obras de beneficencia y asistencia social. Actualmente, la FAB tiene aproximadamente 300 becarios.

Esta organización apuesta por jóvenes de pocos recursos económicos quienes, continuamente, se destacan y demuestran el potencial que tienen. El pasado 1ro de diciembre se graduaron dos becarios de esta organización cuyas historias son dignas de contar.

 

UN SUEÑO REAL

ghtJohanna Montero tiene 23 años, es del barrio San Blas de Petare y se graduó de la Escuela de Administración y Contaduría el 1ro de diciembre.

Desde pequeña ha asistido a una iglesia, llamada Vicaria Parroquial Nuestra Señora de Coromoto, donde creció y colaboró como catequista.

En esa iglesia conoció al padre Arturo Peraza, actual Provincial de los jesuitas en Venezuela, y al ver el potencial de Johanna, le ofreció una beca en la Universidad Católica Andrés Bello. Montero comenta que, en un principio, le dio mucho miedo. «La gente me metía miedo diciéndome que la universidad es muy exigente. Sin embargo, decidí asumir el reto y estudiar ahí».

Por otra parte, Montero confiesa que sintió la diferencia entre clases sociales al entrar a la universidad, pero nunca fue rechazada.

Eligió estudiar Contaduría porque, según lo que relata, en el liceo era muy buena con los números. También cuenta que, a pesar de que en el primer semestre no le fue tan bien como esperaba, no se rindió. Ella siempre sintió que eso era lo suyo. Por eso, decidió asistir a los distintos talleres que ofrece la FAB.

Hice talleres de relajación, concentración, técnicas de estudio… Asistí al cualquier cantidad de talleres.

Montero nunca se había imaginado que estudiaría acá. Dice, además, que pensar en estudiar en la Católica sería «soñar con algo que no era real».

Asimismo, Montero relata que su familia siempre la motivó a seguir adelante. Creció siendo la hermana mayor en su familia, lo cual la impulsaba a ser un ejemplo a seguir. Además, confiesa que la UCAB, «su segunda casa», le cambió la vida.

Cambió mi vida en todos los sentidos porque soy la primera que estudió de mi familia. No tenía ese patrón de vida. Soy la primera licenciada de mi familia.

 

QUERER ES PODER

Richard Romero es un joven ucabista del cual la UCAB se siente profundamente orgullosa. Con 30 años, se le concedió un reconocimiento especial durante su acto de grado, con el fin de premiar su larga lucha y constante esfuerzo para obtener su título, pero más allá de esto, para demostrar, en palabras de Romero, que “si yo pude, muchos más también pueden”.

Romero reside actualmente en Los Teques y, luego de diez años, obtuvo su título de la Escuela de Administración y Contaduría Pública. Él fue Beca Trabajo de la Dirección de Promoción y, posteriormente, pasó a ser trabajador de la Fundación Andrés Bello. Actualmente, por su excelente desempeño y trabajo impecable, el Banco Mercantil le ofreció un trabajo.Richard Romero

Este joven siente un profundo orgullo y agradecimiento hacia la que es su alma máter y segunda casa, por todas las oportunidades. «La universidad todo lo puede y, aunque no tuve los recursos suficientes, me gradué hoy y soy un profesional ucabista».

A pesar de las dificultades económicas, problemas familiares y escasez de recursos, el licenciado cumplió con sus objetivos y metas.

Él es un ejemplo de que todo se puede si, realmente, se desea.

♦Patricia Graziani y Luis E. Martínez