Llegó el maratón; digo, llegó la navidad. Es que con tanta corredera pensé que me había inscrito en uno y no me había dado cuenta. Fíjense, tenemos 2 semanas para planear todo el 24. Ah, bueno… Hay suficiente tiempo, dirán ustedes. Pero luego es más difícil porque tenemos que organizar la celebración del último día del año en 7 días y al mismo tiempo recuperarnos de esas 2 semanas. En navidad se desarrollan muchas habilidades, la paciencia para soportar al gentío en la calle, por ejemplo.
¿POR QUÉ LA CELEBRAMOS?
Algo que nos motiva a celebrar la navidad es Santa; pero, ¿por qué? Está facilito. Es porque desde pequeños nos están diciendo que si nos portamos bien Santa nos va a traer un regalo. A eso se le conoce, legalmente, como soborno; pero es navidad y dicen por ahí que es por una buena causa.
La única razón por la que Santa tenía tantos «informantes» era porque todos sabían que un niño es capaz de hacer cualquier cosa por recibir un regalo de Santa y de alguna forma tenían que proteger sus bolsillos.
De un momento a otro nos convertimos en Santa y, ¡lo peor! nos aprovechamos de eso. Admitamos que de cierta forma se convierte en la dulce venganza. Pero venganza con un fin positivo: haz la tarea y cómete la lechuga que Santa te está viendo. Nuevamente, el fin justifica los medios.
Lo bueno es que Santa tiene el poder de unir… Unir el dinero de tus familiares para el regalo si te portaste demasiado bien. Y sí bueno, también une a las familias para compartir momentos únicos, pero admitamos que nosotros no nos portábamos bien para eso nada más.
¿QUÉ PASA CUANDO CRECEMOS?
Una vez que entendemos todo el cuento de Santa, llega el momento más difícil, que no es precisamente tener que elegir el mejor regalo, es tener que abrir el tuyo y esperar a que no sea un par de medias. Si es así, tienes todo el año siguiente para practicar cómo disimular tu impresión.
Si logramos sobrevivir a la ronda de regalos, entonces podemos vivir el momento con más magia de toda la navidad: comerte las sobras de los platos de tus primitos. En navidad las dietas o el autocontrol con la comida no existen y ya no importa si no te regalan nada. Nadie se molesta por eso si hay comida.
La navidad tiene muchas cosas pendientes por explicar y entre ellas está el hecho de por qué tenemos que comernos las uvas en 12 segundos cuando hay tanto tiempo en el año para hacerlo. Pero es navidad y tenemos que agradecer que son uvas y no mamones.
Tranquilos que toda esta presión termina el 31, ya podrán decir que se terminó el maratón navideño y tienen todo un año para descansar. No se les olvide que los primeros días de enero no se cocina, se come recalentado.
¡Feliz navidad!
♦Luis Jordán