Actualmente Venezuela vive una crisis, no solo económica, como suelen decir los expertos y las abuelitas en los mercados, sino también social. Enfrentarse a la realidad de 2017, cuando se ve a niños y adolescentes metidos en actos delictivos, impacta a más de uno.

Durante el mes de marzo, los incidentes que involucraron a la banda «Los Cachorros» en Sabana Grande, Caracas, alarmaron a los venezolanos: Una adolescente de 15 años de edad fue detenida por ser la presunta responsable del homicidio de dos funcionarios del ejército, un delito que cometió junto a un grupo de infantes de entre 6 y 10 años, ninguno de los cuales pudo ser procesado ante la ley por su edad.

Pero ¿por qué ocurrió esto? Para el sociólogo Jorge Tricás, este hecho es el resultado de varias décadas de malas políticas sociales dirigidas a la infancia en situación de riesgo.

«Estos muchachos no deben ser vistos como niños delincuentes sino como niños abandonados que han recurrido a la delincuencia como un método para sobrevivir en la calle. Los valores en el país se han visto quebrantados desde mucho antes de los años 90, y ahora es cuando se aprecian las consecuencias».

¿MI CASA? LA CALLE

Según explica el sociólogo, el primer grupo  en el que se desenvuelve un niño es la familia, en la que aprende valores, normas y maneras de relacionarse con otros. Cuando no hay familia y esta es sutituida por la vida en la calle desde temprana edad, los muchachos son más vulnerables a las conductas fuera de la ley, porque son éstas las que les permiten cubrir necesidades básicas como el hambre o incluso hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

«Muchas veces los actos delictivos se convierten en un método de sobrevivencia, porque son la única forma de actuar que conocen y lo que para ellos resulta normal».

En otras palabras, la violencia se convierte en el viejo amigo que cubre con su manto a estos muchachos en las noches de frío y soledad, pero también en el caldo de cultivo de  la amarga sopa que tendrá que beber la sociedad que no les presta atención.

«Vivir en un entorno criminalizado, a tan corta edad, no forma a los niños para convertirse en ciudadanos. No están teniendo una educación para integrarse a la sociedad, y el Estado tampoco pone a funcionar, correctamente, las herramientas para solventar este problema».

UNA SOLUCIÓN

El sociólogo Jorge Tricás cree necesario fortalecer los modelos sociales de máximos y mínimos y trabajar para inculcar las normas principales de convivencia desde muy temprana edad.

«El derecho de todas las personas a ser lo que quieran en la vida y expresar su individualidad es fundamental para garantizar una sociedad plural y libre. Sin embargo, los miembros de una sociedad deben regirse por unas reglas de oro de lo permitido y lo prohibido que garanticen un equilibrio en la comunidad. Por ello es fundamental que exista educación,  institucionalidad, justicia social y  desarrollo económico. Sin eso es imposible tener un balance y una sociedad que funcione en armonía».

Mientras tanto, decenas de muchachos siguen deambulando en las calles de Caracas y otras ciudades del país, sin atención del Estado ni solidaridad del resto de la sociedad. Muchos de ellos quizás se conviertan en «cachorros» que volverán a delinquir, aunque quizás el mayor crimen sea el olvido al que han sido sometidos.

RECORDANDO A «LOS CACHORROS»

Reportes periodísticos señalan que la «Banda Los cachorros» es una de las pandillas de niños y adolescentes en situación de calle que hacen vida desde hace meses en los alrededores del bulevar de Sabana Grande, donde moran y cometen robos y hurtos.

El 19 de marzo, esta «banda» liderada por una adolescente de 15 años y conformada por un grupo de 12 niños de entre 6 y 10 años de edad, saltó a la palestra pública cuando sus integrantes presuntamente robaron y ultimaron a puñaladas a Yohan Borrero, de 25 años, y a Andrés Ortiz, de 23 años, dos efectivos del ejército que  salían de un local nocturno  en horas de la madrugada.

Los muchachos fueron capturados por efectivos de la policía. A los más jóvenes los enviaron a una casa hogar porque según la ley no son imputables por su edad. Los mayores de 15 años sí fueron procesados.

♦ Katherine González