Antes que nada, mi saludo y mi bienvenida a este nuevo año lectivo (2017/2018).
Este nuevo inicio “es momento de poner en valor el verdadero oficio universitario, alejado de dogmatismo o demagogia. Los distintos profesionales de la Universidad, y, especialmente, los profesores, debemos ser verdaderos referentes del espíritu universitario y de la libertad de pensamiento. Máxime en tiempos complicados donde el escepticismo –o derrotismo- se comporta como una de las principales amenazas del modelo de Universidad” (José María Gimeno, 2015).
Pero, ¿qué es el espíritu universitario? Antes de responder esta pregunta conviene destacar, la Universidad no es un agregado de elementos físicos o conceptuales; esencialmente es un conjunto de individuos que pugnan por la excelencia académica.
Universidad y universitarios no son elementos separados, forman un sistema complejo, cuyos elementos se retroalimentan, “es una realidad dinámica, en continuo perfeccionamiento. No es un objeto acabado, inerte, estático. Es ebullición, generación de ideas, cambios, debate respetuoso” (Luís Baudrit, 2011).
Pasar por la universidad es condición necesaria pero no suficiente para hacer de alguien un universitario, ello supone que el individuo asimile, que comulgue con, el espíritu de la Institución, un proceso que no termina, puesto que está en permanente perfeccionamiento.
El espíritu universitario “debe ser como el clima cultural … [de un modo más concreto] podríamos definirlo como el conjunto de valores intelectuales que constituyen, o al menos deberían constituir, la cultura de la comunidad académica que llamamos Universidad” (Octavio Arizmendi, 2016). “Está formado por un conjunto de convicciones y actitudes, que deben caracterizar a todos los que participan de la vida universitaria y comparten ilusionadamente un proyecto de Universidad” (José Miguel Ponce, 2014).
Como muestra, un grupo de valores y actitudes que configuran el espíritu universitario (Ponce, 2014):
Hábito de estudio y metodología del trabajo personal
Capacidad crítica
Cultivo del espíritu, cultura
Capacidad de relación y convivencia
Humildad intelectual
Amor desinteresado por la verdad
Respeto a la opinión ajena
Espíritu de solidaridad
Sensibilidad social
La formación de profesionales capacitados es uno de los elementos centrales de la misión de la Universidad, pero su cumplimiento no se debe reducir a egresar “entes tecnocráticos”; hay que “preparar —para la sociedad— personas profesionalmente bien capacitadas y a la vez, cultivadas, con criterio, con mente abierta, capaces de ejercer su profesión en servicio de los demás y de participar libre y responsablemente en las actividades de la vida pública o social” (Luís Baudrit, 2011).
Ante el reto que supone el presente devenir, los invito, autoridades, docentes, alumnos, profesionales y empleados, miembros de nuestra comunidad ucabista, a avocarnos a una acción hermanada en pro de una mayor calidad académica, partiendo de una comunión de todos nosotros en el espíritu universitario.
Dr. Gustavo Peña Torbay/ Vicerrector Académico