Las evaluaciones de impacto ambiental son instrumentos de gestión concebidos para predecir las consecuencias que originarían las actuaciones humanas sobre el ambiente. El objetivo es que los proyectos, los programas, los planes y las políticas sean evaluados desde el punto de vista ambiental, antes de que sean implementados, de manera de adaptarlos y de tratar de garantizar que cuando se desarrollen, generen el mínimo o ningún efecto ambiental.
La teoría nos indica que “todo” puede ser objeto de evaluaciones de impacto ambiental y en la práctica se han desarrollado criterios para establecer qué cosas, qué proyectos o qué formas de imaginar y diseñar el futuro deben evaluarse.
Las metodologías, procesos y requerimientos normativos para evaluar impactos varían de país a país; sin embargo, en la gran mayoría de los casos hay similitudes en la aplicación de estos instrumentos y es casi universal el empleo diferenciado de las evaluaciones de impacto ambiental para proyectos, conocidos como Estudios de Impacto Ambiental (EIA) y las evaluaciones de impacto ambiental para políticas, planes y programas, conocidas como Evaluaciones Ambientales Estratégicas (SEA[1]).
En general, cuando se evalúan futuras actuaciones -y sobre todo, en el marco de una SEA- son consideradas diversas opciones para un mismo caso o situación, muchas veces se contrastan alternativas y opciones incluyendo la opción de “no actuación”.
El caso del aumento de nivel de las aguas del Lago de Valencia ha sido estudiado desde hace muchos años. Desde que, en los años 60 y 70 se comenzó a satisfacer las necesidades de agua de las poblaciones de la cuenca del Lago de Valencia con agua proveniente de otras cuencas, se sabía que las aguas del lago iban a aumentar su nivel y que una vez alcanzada una cota adecuada, el mismo debería estabilizarse para evitar inundar áreas que no deben inundarse.
Si bien este caso no fue abordado estricta y formalmente como una evaluación ambiental estratégica, se diseñaron y analizaron suficientemente las consecuencias de todas las opciones de control del nivel del lago.
La situación que se vive hoy en día en las comunidades alrededor del Lago de Valencia, la afectación a la infraestructura y las amenazas a la integridad de la red de transmisión eléctrica y a la red vial son de magnitudes y consecuencias graves e importantes. Lo anterior nunca fue una situación no prevista, siempre se supo que esto podía pasar, las consecuencias de la “no actuación” se conocían.
La negligencia con la que se ha atendido el caso es notoria, los impactos ambientales generados incluyen pérdida de vidas, daños cuantiosos a patrimonios privados y públicos, generación de problemas de salud, de contaminación, afectación de actividades productivas agrícolas e industriales y generación e incremento de la amenaza a la infraestructura de quienes viven al lado de enormes diques construidos con premura.
Adicionalmente se están considerando opciones para controlar el nivel de las aguas, exportándolas fuera de la cuenca, lo cual probablemente signifique contaminar otros ríos y otras fuentes de agua, entre ellas las que surten a Caracas.
Este breve recuento de las consecuencias nos ayuda a construir una caracterización básica de lo que constituye el Impacto Ambiental de la negligencia enfocada en el caso del Lago de Valencia.
Posponer soluciones a los problemas ambientales que la ciencia ambiental y la debida gestión de la planificación nos permiten anticipar es muy peligroso y las consecuencias que afrontan los ciudadanos, tal y como nos lo demuestra lo que está sucediendo hoy en día en las inmediaciones del Lago de Valencia, pueden ser terribles.
[1] SEA por sus siglas en ingles “Strategic Environmental Assessment”
*Joaquín Benítez es Director de Sustentabilidad Ambiental de la UCAB/Profesor de la cátedra de Impacto ambiental