Luis Ugalde
El espejismo es una ilusión óptica producida por un fenómeno físico que nos hace ver realidades que no existen. Quien camina sediento y agotado en el desierto salta de alegría y esperanza al ver un oasis y se derrumba al descubrir que era una falsa ilusión.
En Venezuela estamos ahora en una encrucijada de espejismos que necesitamos identificar para no caer en el engaño ni entregarnos a la desesperanza.
El primer espejismo es pensar que la dictatorial y tramposa elección de gobernadores nos acerca a la solución de los gravísimos problemas económicos, sociales y políticos nacionales.
La dictadura demostró que para no perder el poder está dispuesta a todo, manipulando la miseria con los “puntos rojos” electorales, los “carné de la Patria” y las bolsas CLAP. Con esto y otras trampas logró pasar de 20% de simpatía a 80% de gobernadores. Quien crea que luego de esa elección dictatorial hay gobierno para 10 años más, es una víctima del espejismo.
La realidad es que el país y el gobierno ahora están mucho peor que hace dos meses y avanzan hacia el abismo sin que el régimen haga nada contra el hambre, el desgobierno y la desesperación. Dictadura y venezolanos en Navidades estaremos peor.
Segundo espejismo. En la oposición democrática creíamos estar en capacidad de impedir las previsibles trampas usando anticonstitucionalmente toda la maquinaria del gobierno y del Estado.
Pero los hechos han demostrado que era un espejismo, pues la dictadura hizo la trampa de forma más descarada, disciplinada y tecnificada que nunca, mientras que la oposición democrática se mostró incapaz de impedirla.
Tercer espejismo. También resultó un espejismo y mortal ilusión pensar que la oposición estaba suficientemente unida para poder rescatar la democracia y reconstruir el país. Era unidad superficial, de matrimonio mal avenido que cubría las apariencias; ahora se pusieron en evidencia sus profundas diferencias, desconfianzas, rechazos y falta de vuelo para remontar las deformaciones partidistas.
Sin una unión más recia y sincera con claro liderazgo coherente frente a la dictadura, no es posible sacar al país de su espantosa situación. Ahora aparecen con fuerza – en algunos casos con irresponsable inmadurez – la división y las descalificaciones, lo cual reduce, y a veces anula, los indudables aciertos nacionales e internacionales que la MUD, la variada sociedad civil democrática y los partidos políticos han tenido, con dirigentes de primera, que en ocasiones se han jugado la vida actuando con heroísmo.
Pero todo ello se anula sin una visión y unidad estratégica para enfrentar a esta dictadura con poder y sin escrúpulos; y se empeora cuando, como niños malcriados se hacen acusaciones mutuas públicas, en lugar de una autocrítica serena y franca.
Cuarto espejismo. También quedó en evidencia el espejismo del “diálogo” con este gobierno malandro, de palabras falsas e intenciones torcidas. Sin claridad de metas, sin cumplimento de condiciones básicas imprescindibles para restaurar la democracia y la constitución vigente, el diálogo es una trampa.
Mientras el gobierno hablaba de diálogo estaba preparando el fraude electoral más grande y más descarado, eliminando a sus interlocutores con inhabilitaciones, cárcel, persecución y exilio, cuando no muerte.
Como muy bien han dicho instituciones democráticas nacionales e internacionales, sin negociación concreta y práctica para el cambio de régimen dictatorial y la reconstrucción del país con serio y confiable acompañamiento internacional, no tiene sentido el “diálogo” hipócrita y tramposo del régimen para ganar tiempo y dividir a la oposición.
Quinto espejismo. El mayor espejismo es que Maduro y su equipo – incluida la dictatorial Asamblea Constituyente- crean que están consolidados en el poder a pesar de su incapacidad para impedir que la miseria avance en alas de la hiperinflación y desgobierno corrupto.
El régimen corre ciego hacia su fracaso total y destrucción del país; lejos de poner remedio, refuerza las políticas que nos trajeron a este inmenso desastre.
¿Son espejismo las elecciones municipales de diciembre? Ciertamente lo son para quien crea que van a servir para resolver problemas con este régimen tercamente empeñado en la destrucción nacional.
¿Hay que votar o no? En regímenes dictatoriales ninguna elección tiene sentido para los demócratas a no ser que tengan mecanismos para contrarrestar las trampas del poder y hacer respetar el voto. Cuando se creía que teníamos organización y fuerza para hacer valer el voto, éste era un camino constitucional irrenunciable.
Ahora por el contrario parece que en la precipitada elección de alcaldes no hay posibilidad de impedir la trampa y el voto solo servirá para legitimar a la dictadura decidida a torcer la voluntad de 80% de venezolanos y con mecanismos comprobados para hacerlo.
El régimen anuló el triunfo de Andrés Velázquez en el estado Bolívar e invalidó los reconocidos votos ganadores de Juan Pablo Guanipa en el Zulia, dejando claro que el voto de la gente no vale si la dictadura no lo valida por medio de su anticonstitucional Asamblea Constituyente. En las elecciones de alcaldes se multiplicarán por cien las trampas a Velázquez, a Guanipa y a todo el electorado.
Ahora Venezuela y el mundo, luego de la primera perplejidad, están más claros de que para vencer la dictadura, rescatar la democracia y hacer vivible el país el único camino es de unidad y coherencia nacional e internacional.
Los espejismos son engaños en el desierto; el oasis con agua está dentro de cada uno en valores no negociables y en el coraje y lucha por convertir la agonía de millones de venezolanos en vida y esperanza. El régimen está cercado por su fracaso total.
Para la salida presidencial los demócratas desde ahora debemos exigir y presionar incansablemente y en todos los ambientes nacionales e internacionales un nuevo CNE y justas condiciones electorales.