Venezuela se desangra y marcha acelerada al abismo. Hay hambre en todos los rincones y muerte por falta de medicinas. Con inflación desbocada, el bolívar sin valor y el salario disminuyendo, a pesar de los aumentos. Riadas humanas revientan las fronteras huyendo de esta espantosa tragedia, como ocurría antiguamente en las ciudades apestadas.
El gobierno responde que estamos muy bien, que somos un país envidiable en el mundo, gracias al “socialismo del siglo XXI” y convoca por medio de la ilegítima y fraudulenta Constituyente “supraconstitucional” a una votación tramposa para perpetuar este régimen de muerte. Asegura el resultado con árbitro incondicionalmente suyo, inhabilita tarjetas, líderes, partidos y votantes opositores. Así la votación del 22 de abril no es ni justa, ni libre, ni democrática.
1-Ante la trampa mortal. De manera valiente e inteligente los demócratas en el diálogo de República Dominicana se negaron a esta elección dictatorial. Luego de forma clara y contundente catorce grandes países latinoamericanos denunciaron en Lima que esta votación, impuesta por el Gobierno precipitadamente para perpetuarse, no es libre y no reconocerán su resultado. La Conferencia Episcopal Católica hace dos meses denunció la “Asamblea Nacional Constituyente es inconstitucional e ilegítima en su origen y en su desempeño” y recientemente la Presidencia Episcopal calificó de “despropósito ético y humano, un verdadero crimen que clama al cielo” lanzarnos a una votación precipitada sin atender el hambre, la salud y a las necesidades básicas de la gente. Sorprende que, luego de la negativa en Santo Domingo, los partidos políticos unidos no se hayan manifestado de inmediato en el mismo sentido.
Nada hay más urgente e importante para la vida en Venezuela que frenar esta trampa que lleva al matadero el 22 de abril y exigir las verdaderas elecciones libres establecidas en la Constitución para este año para salir del Presidente y cambiar este modelo de miseria y corrupción. Chavistas y no chavistas, queremos salir de esta muerte nacional y debemos movilizarnos para exigir cambio de presidente y de modelo socioeconómico con elecciones libres entre octubre y diciembre 2018. No hacerlo es ser cómplice (queriendo o sin querer) de la perpetuación del desangramiento.
2-No somos abstencionistas y debemos evitar el peligro cierto de que el rechazo a la tramposa votación de abril se convierta en pasividad. Los dirigentes políticos y todas las organizaciones sociales, por encima de las demás diferencias e intereses, tienen que activarse para salvar al país exigiendo la debida elección democrática este año y constituir un frente nacional, y juntos desde ahora, a poner las bases para pasar del actual caos y muerte a la gobernabilidad y la reconstrucción para que en Venezuela haya vida para todos.
La Constitución fue elaborada y aprobada mayoritariamente por chavistas que hoy son dolientes y testigos de su sistemática violación por el madurismo. También los militares y el Ministro de la Defensa saben que con este gobierno vamos hacia la muerte. En toda sociedad racional estas situaciones empiezan a resolverse con la renuncia del Presidente, elecciones democráticas y cambio de modelo.
A los venezolanos la Constitución por el artículo 333 nos obliga a movilizarnos para restablecerla. El mundo democrático nos dice que está dispuesto y obligado a ayudar para salir de la tragedia venezolana y reconstruir; pero nosotros debemos hacer nuestra parte.
Necesitamos que de inmediato la sociedad civil organizada con toda su variedad (trabajadores, vecinos, empresarios…) se manifieste de manera breve, clara y contundente por el cambio. Que todos los partidos de alguna significación se manifiesten y activen. Que las universidades democráticas y las academias lo hagan juntas. Que los estudiantes universitarios a una inviten al país a retomar este camino de esperanza. Que las diversas Iglesias juntas nos llamen a activar las fuerzas espirituales imprescindibles para la salvación nacional. Finalmente, que todos unidos nos muestren un acuerdo programático básico para la elección presidencial este año con condiciones democráticas y justas.
3-¿Contrarios o complementarios? Nuestra democracia es plural, por eso alarma ver que algunos tratan como contrarios y gastan su tinta en atacarlos como enemigos a los opositores que son distintos a ellos. Unos y otros deben reconocerse y aceptarse mutuamente como complementarios e imprescindibles para la reconstrucción nacional: los diversos partidos, empresarios y trabajadores, las múltiples formas de asociaciones gremiales y vecinales, las diferentes creencias… Hacerlo también a nivel regional.
La salvación de Venezuela exige que todos ellos en quince días le digan al país con voz coincidente que la votación dictatorial del 22 de abril es un fraude y que se activen e inviten a la acción, exigiendo elecciones presidenciales este año para cambiar el gobierno y el modelo. No hay dictadura que pueda resistir a un país consciente y movilizado, sobre todo si el 22 de abril queda solo y con los demócratas movilizados y activos también luego de ese día.
Ahora los venezolanos cambiarán de ánimo si ven a todas las organizaciones respetables coincidir en una manifestación (una y múltiple) de liberación y rescate de la vida. Necesitamos cuanto antes un equipo, plural pero unido, que coincida en la respuesta a esta emergencia. Ojalá también llegue al consenso y proclamación de la persona de mayor esperanza y aceptación para coordinar el paso de la muerte a la vida del país.
La Cuaresma es tiempo de examen, de conversión y de preparación para la Resurrección. Que Dios nos ilumine y nos movilicemos para el renacer democrático venezolano, venciendo la actual situación de miseria, corrupción y muerte dictatorial.