Constituye una de las fiestas patrias y desde pequeños los venezolanos la conocen como el día de la declaración de la Independencia. Sin embargo, no es exactamente eso lo que ocurrió el 19 de abril de 1810. Así lo afirma Manuel Donís, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB, quien conversó con El Ucabista sobre los hechos relacionados con esta fecha imprescindible del calendario festivo nacional.
¿Qué pasó el 19 de abril?
«Los criollos decidieron desde tempranas horas de la mañana poner en marcha un movimiento para que el capitán general, Vicente Emparan, encabezara una junta de gobierno de la que iban a formar parte ellos con el fin de defender los derechos del rey de España, Fernando VII, quien había sido apresado por las fuerzas de Napoleón Bonaparte»
¿Qué estaba pasando en España?
«Ante el avance de las tropas napoleónicas que se habían apoderado de casi toda la península ibérica (exceptuando el sur), la junta de gobierno de España había dado paso a una regencia que no tenía control sobre prácticamente nada. Aparte, la junta provincial española se había dado a la fuga o estaba en manos de Francia. Ante eso, en Caracas un grupo de criollos buscó armar una junta de gobierno que salvaguardara los derechos españoles. Ya dos años antes, en abril de 1808, había ocurrido un primer intento, pero ese movimiento -que se llamó la “Conspiración de los mantuanos”- fracasó porque el capitán general no aceptó encabezar una junta con los criollos y pudo en aquel entonces descabezarlo. En 1810, la cosa fue diferente porque el capitán Emparan aceptó en principio acompañar a estos señores al Cabildo a escuchar su propuesta».
¿Cómo sucedieron los hechos en Caracas?
«Vicente Emparan se encontró con que había una gran cantidad de gente en el Ayuntamiento y que no solo eran los integrantes del Cabildo de Caracas sino que había un cabildo abierto, cuando él era el único que podía hacer ese llamado. Emparan entró, preguntó qué hacían allí y los que estaban le dijeron: ‘Queremos que usted, ante la gravedad de la situación en España y ante la caída inminente en Cádiz, encabece una junta de gobierno por la defensa de los derechos del rey Fernando VII y queremos que lo haga cuanto antes’. Emparan hizo tiempo y de manera bastante grosera esperó a las nueve de la mañana, se fue a la Catedral y dejó sin respuesta a quienes estaban en el Cabildo. Francisco Salias, que pertenecía a este movimiento, lo detuvo antes de entrar a la Catedral y le dijo que tenía que devolverse al Cabildo. Me imagino que Emparan se dio cuenta que no contaba ya con el aparato militar. Cruzó la plaza y la confirmación de esto fue cuando llegando al Ayuntamiento notó que el batallón que estaba allí no le rindió honores por su alta investidura; es decir, Emparan, que entró por segunda vez obligado al Cabildo, supo que no las tenía todas consigo y que había un movimiento de cierta envergadura que era difícil evadir».
¿Cuál fue la posición de Emparan frente a esto?
«El capitan, que era una persona muy hábil, pensaría en lo que podía conseguir y hasta dónde podía llegar en su posición. Por eso comenzó a llamar al intendente general, al presidente de la audiencia y al alto mando militar para ganar tiempo. La posición de Emparan fue: ‘yo no puedo encabezar una junta de gobierno con civiles si yo no tengo la autorización de algún órgano de gobierno de España’. Esa situación se mantuvo durante horas. Pasó el mediodía, llegaron las tres de la tarde y cada vez había más gente a la expectativa, no solamente en la sede del Ayuntamiento sino en la Plaza Mayor. Como a las 3:30 pm, un sacerdote chileno llamado José Cortés de Madariaga, quien tenía un cargo en la Catedral y se encontraba involucrado en este movimiento, se molestó y le dijo a Emparan: ‘Capitán esto va para demasiado tiempo, yo lo insto a usted a que encabece la junta’. Ante esa presión, Emparan ideó un plan para desarticular la revolución que se estaba forjando; salió al balcón, abajo estaba la gente, Emparan se asomó y la gente hizo silencio frente a su presencia; entonces el capitán preguntó: ‘¿Ustedes quieren que yo los mande?’ y nadie respondía. Por detrás se encontraba el canónico Madariaga haciendo señas a la gente para que dijera que no y la gente repitió lo mismo que el cura. Eso es lo que dice la historiografía tradicional, aunque se sabe que entre la multitud había miembros del grupo conspirador que auparon a la gente a gritar que no».
¿Qué hizo el capitán Emparan?
«Pues malcriado dijo: ‘Si ustedes no quieren que yo los mande, yo tampoco’ y renunció en público. El problema es que en un momento se pensó que el capitán asumiera la junta de gobierno pero no se esperaba que renunciara. No hubo otra cosa sino que redactar un acta en la que el capitán firmó formalmente su renuncia. Al día siguiente lo mandaron preso a Puerto Rico y se comenzó a crear la junta de gobierno. Fue así como, de la noche a la mañana, un movimiento que comenzó como un ente progobierno en defensa de los derechos del rey Fernando VII, se encontró con un hecho totalmente diferente. Esto, sin duda alguna, fue el primer paso a la independencia».
¿Cuál fue el siguiente paso?
«El otro paso fue pedirle a las gobernaciones de las provincias que conformaban la Capitanía General de Venezuela que se sumaran a la iniciativa caraqueña para formar una junta de gobierno general. Se exacerbó el regionalismo de las provincias que jamás se sintieron unidas en eso que llamamos Venezuela colonial. Eso que conocemos como la Venezuela actual, unificada, no era realmente así. Cada provincia dependía de audiencias y de entidades foráneas, una cosa era ser marabino, otra andino, otra oriental, etc. Así, no todas las provincias estuvieron de acuerdo con la nueva junta: ni la ciudad de Coro, ni la Provincia de Guayana ni la de Maracaibo aceptaron la iniciativa y juraron fidelidad a la monarquía».
Si la estructura y forma de gobierno de la Provincia de Caracas se parecía a la de otras provincias demuestra que en Venezuela no se practicaba el concepto de «caudillo» que nos han querido vender por los últimos 100 años.