Es admirado por gran parte de sus alumnos, quienes lo conocen prontamente al ingresar a la Escuela de Derecho, donde da clases desde los primeros semestres. El abogado Bernardo Pulido Márquez destaca no solo por su extensa formación académica, sino por la estima que tiene hacia sus estudiantes y el esfuerzo que hace para empoderarlos.
Egresado de la UCAB en el año 2009, comenzó a adquirir experiencia desde sus tiempos de estudiante, cuando en el año 2005 se inició como asistente legal en un despacho de abogados de Caracas.
Apenas culminó su carrera, en 2009 asistió a la London School of Economics (Escuela de Economía de Londres), donde realizó un curso de verano sobre construcción de democracia a partir de los conflictos.
Al finalizarlo, volvió a su alma mater para ejercer de investigador en el Centro de Derechos Humanos, a la vez que se convirtió en cabeza de asuntos legales del partido político Voluntad Popular y realizó un Diplomado en Liderazgo en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
En 2011 viajó a Estados Unidos para realizar su primer postgrado en Derecho de Políticas Públicas en la Stanford Law School, California, y entre 2013 y 2015 realizó una maestría en Derecho Constitucional de la UCAB.
En La Católica comenzó a dar clases en 2012 y actualmente dicta las cátedras de Derecho constitucional venezolano I y II. Con una sonrisa a flor de labios y mucha pasión al hablar, Pulido no oculta el amor que siente por esta universidad y es por ello que, entre otras razones, asegura se dedica a la labor docente con el mismo ahínco con el que asume sus compromisos como abogado litigante, una labor que resume en la biografía de su cuenta en Twitter con la siguiente frase: «Buscando hacer Derecho donde todo está torcido».
¿Por qué decidió comenzar a dar clase tan pronto?
«Porque me gusta. Pienso que es algo muy satisfactorio, una forma de retribuir todo lo que nos ha dado la universidad y el país.También es por una razón un poco egoísta: cuando uno da clase crece mucho como persona y como profesional. Las preguntas que me hacen mis alumnos muchas veces son retadoras y me hacen pensar más allá de como yo creía que eran las cosas, me hacen reflexionar acerca de conceptos que yo creía que eran inamovibles y, sobre todo, me llevan a investigar y a pensar más. También se aprende mucho de relaciones interpersonales: cómo es la gente, cómo leer a la gente, cómo ayudar en momentos difíciles, porque no todos los alumnos pasan por las mismas circunstancias y siempre se tiene que buscar, como buen profesor, tratar de entenderlos a todos».
¿Por qué dar clases de Derecho en un país donde no se respetan las leyes?
«Porque tenemos que formar una generación de personas que crean que hay que respetarlas (las leyes), que crean que es necesario el restablecimiento del Estado de derecho y que sepan cómo hacerlo. Si nosotros estuviéramos en la oscuridad y no estuviéramos buscando cómo encender la luz, siempre nos quedaríamos en la penumbra. Es exactamente lo mismo, tenemos que buscar al luz al final del túnel y enseñar a esos mineros cómo atravesarlo para al final encontrar la luz».
¿Cómo son sus clases?
«Trato de que sean muy participativas. Me gusta un método en el que los muchachos preparen las clases previamente e intervengan activamente dentro de ellas. Me gusta mucho que participen, también me gusta utilizar la tecnología: siempre busco un vídeo o algo más dinámico para captar su atención. Las materias que doy me dan la oportunidad de llevar ejemplos de la vida real y de cosas vigentes. En Constitucional Venezolano I, por ejemplo, vemos Derecho, contenido dogmático y de derecho, que es redundante, pero es acerca de la Constitución. Entonces en un país donde hay tantas violaciones de leyes es muy fácil verlo y poder contraponer lo que está sucediendo con el deber ser. Por otro lado, En Constitucional Venezolano II, donde se ven sistemas de gobierno, democracia, instituciones políticas y formas de organización de la sociedad civil, es fácil hacer comparaciones con el mundo, qué es lo que está pasando y cuáles son las tendencias. Eso hace las discusiones muy activas».
¿Cuál ha sido su experiencia más satisfactoria como profesor?
«Entre las más satisfactorias siempre está tener alumnos que son muy, muy buenos y que después trabajan conmigo como pasantes o como abogados. Me ha pasado un par de veces y uno siente que el conocimiento que ha impartido está ayudando de manera tangible en su día a día. Otra experiencia muy satisfactoria es cuando uno ve a los alumnos crecer: yo doy clase en los primeros semestres, el más alto que doy es en el tercero. Ellos están recién entrando a la universidad y su personalidad está comenzando a definirse. Tener la oportunidad de verlos cinco semestres más tarde siendo representantes estudiantiles, dirigiendo el Centro de Estudiantes o guiando a sus compañeros es muy satisfactorio».
¿Qué les diría a aquellos jóvenes que aún no entran a la universidad y consideran salir del país debido a la crisis? ¿Cómo los animaría a estudiar Derecho?
«El Derecho es una carrera muy apasionante, que lleva, de una forma estructurada, a resolver conflictos que para muchas personas pueden ser trascendentales. Un abogado puede ayudar, informar, guiar, ser consejero y un confidente. A cualquier persona que tenga una vocación de servicio público o de servicio privado, la carrera de Derecho le va como anillo al dedo. Si bien estamos viviendo momentos oscuros en el país en donde el respeto a las leyes es inexistente, yo le diría a todos esos estudiantes de bachillerato que, si ellos quieren ver un cambio, Derecho es una de las carreras con las que ellos van a poder impactar más en un futuro; conociendo bien cómo se hacen las cosas, van a poder aportar más a la reconstrucción del país y por eso los necesitamos acá, estudiando y siendo parte del cambio».