Para nadie es un secreto que el poder adquisitivo en el país es cada vez menor. Según datos de la Asamblea Nacional, en abril de este año la inflación se ubicó en  13,779% versus el mismo mes de 2017, mientras el salario mínimo creció el equivalente a 2348%.  Esto se traduce en que los venezolanos están cada vez más empobrecidos. 

Entre los grupos más afectados por la hiperinflación están los estudiantes universitarios, porque muchos no han ingresado al mercado laboral o realizan trabajos de pocas horas, dependen del sueldo de sus padres y tienen que enfrentar con ingresos insuficientes los precios no solo de la matrícula de sus carreras sino de  transporte, alimentación o libros.

Los ucabistas no escapan a esta situación. Cifras oficiales de la universidad indican que 30% de los alumnos de pregrado reciben apoyo económico para cancelar el costo de sus estudios.

¿Qué están haciendo  los jóvenes para ‘’rendir’’ el dinero en otras áreas? Ya sea traer el almuerzo de casa y comer en la grama, reducir la compra de chucherías en el cafetín,  «rebuscarse» con trabajos por internet  o usar el «pide cola» para no gastar en transporte, son  varias las opciones a las que recurren los alumnos para defenderse de la crisis económica.

Ángela Delgado cursa segundo semestre de Ingeniería Civil. Por lo general trae su almuerzo a la universidad o come previamente en casa. Suele ahorrar dinero del pasaje de transporte público pues sus padres la dejan y buscan todos los días. Como todavía no trabaja, Ángela ha aprendido a gestionar los gastos de estudio.

«Las guías de la universidad las sacamos por vía digital. En estos días me tocó escanear una y pasarla al grupo del salón para poder estudiar, porque las guías eran de 200 y 300 páginas y las copias salían muy caras».

Isis Ávila, estudiante de segundo semestre de Comunicación Social, también trae el almuerzo de su casa y cuando le toca comprar en la universidad opta por la opción más económica, aunque «ya no se distingue si es caro o barato porque en todos lados todo está costoso».

El gasto en materiales de estudio para ella no es muy frecuente aunque en casos extremos le dice a su padre: ‘’Mira papá, hay que hacer el sacrificio’’.  Para compensar, suele buscar alternativas económicas de distracción con sus amigos.

«Ya no salimos como antes; si salimos, lo hacemos para lugares baratos como un parque o a lugares en donde todos podamos llevar nuestra comida y el gasto sea menor».

Siul Pimentel, estudiante de Ingeniería Informática, pasa todo el día en la UCAB y por eso trae desayuno y almuerzo. Señala que sus profesores han optado por mandar el material de estudio de manera digital, pero  cuando es imprescindible tener las guías impresas, las pide prestadas.  Obtiene algunos ingresos ayudando a su padre y haciendo reparaciones desde su casa.

«Trabajo por mi cuenta. Arreglo computadoras, teléfonos y cuando tengo tiempo, trabajo en el negocio de mi papá. Esto me ayuda a pagar la universidad. Actualmente no tengo mucho tiempo para trabajar pero antes me alcanzaba, ya que la mitad era para mis estudios y la otra mitad para mí»

Trabajar por internet también se ha hecho común. Daniela Bosquin cursa tercer semestre de Psicología. Come en casa o trae su almuerzo, ahorra en pasaje y guías, y aun así no le alcanza el dinero. Por ello se «rebusca» haciendo algunas cosas vía web, las cuales cobra en dólares.

«Aunque trabajo por internet eso no me alcanza para varias cosas. Salgo menos que antes y siempre busco una opción más barata. Antes salíamos sin preocuparnos tanto», reconoce.

 

 

Lo cierto es que, ante la crisis, a los ucabistas les toca usar el ingenio, la creatividad y la solidaridad para ayudarse a costear los gastos que implica estudiar en una universidad privada. 

El profesor David Da Silva, coordinador académico de la Escuela de Economía, recomienda a los estudiantes priorizar muy bien los gastos, porque en una situación de hiperinflación el aumento en los precios es constante.  

«¿En qué debería gastar un estudiante universitario? A mi juicio, en todo lo relacionado con sus estudios en la medida de lo posible, como guías de estudios (si no se consigue la versión digital), fotocopias, materiales de estudio (lápiz, portaminas, borrador, etc), matrícula (en caso de que sea el mismo estudiante quien pague sus estudios), comida (solo si es estrictamente necesario) y optar por el uso de libros digitales para estudiar e ir a la biblioteca, ya que es muy costoso comprar libros».

El economista también aconseja a los estudiantes sacar provecho al nuevo sistema de pago de la universidad por unidades de crédito, porque con esa herramienta pueden cursar las materias que se adecúen a su presupuesto. «El aumento de la matrícula es necesario en una economía con hiperinflación, por lo que no será el último aumento», señaló.

♦Texto y fotos: María José Rodríguez