Ya está disponible el más reciente número de la revista Comunicación de la Fundación Centro Gumilla, que corresponde al primer trimestre de 2018. Con el título de Dramaturgia y nuevas mediaciones, en esta edición se le rinde un sentido homenaje a Jesús Martín-Barbero, autor de la obra De los medios a las mediaciones, estudio que ya cumplió treinta años de haber sido publicado en 1987 por la prestigiosa editorial Gustavo Gili.
Esta obra marcó un hito en la investigación en comunicación en América Latina, en la década de los noventa. Nos invitó a “pensar la comunicación desde la cultura”, donde confluyen una variedad de gratificaciones y estereotipos, complicidades y resistencias en torno a lo popular, urbano y mediático.
Pensar las mediaciones sociales es distanciarse de enfoques estrechos atrapados en el discurso de los medios y de las tecnologías y en maniqueísmos ideológicos y cientificistas, marximos versus funcionalismo, economicismo versus cultura, dicotomías que impiden adentrarse en las relaciones humanas, amalgamadas de comunicación y cultura.
Primer acto: Tuit para Jesús Martín-Barbero
“Martín-Barbero define las mediaciones como algo que está hecho de flujos de lo cultural (popular), lo industrial moderno (mercado) y lo político (luchas por el poder y los movimientos sociales)”. (Omar Rincón, profesor de la Universidad de los Andes, Colombia).
“El libro planteó una ética de la escucha, cogió voces muy diversas, desde tesis de estudiantes, discusiones en clase para preguntarse por lo que implican los medios, no para las industrias sino para la vida cotidiana”. (Amparo Marroquí, directora de Estudios Superiores en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas).
“Jesús Martín-Barbero nos puso a descifrar el mismo mundo pero de diferente modo. Facilitó las conexiones de la comunicación con la cultura, lo cotidiano, la política”. (Germán Rey, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana).
“Este libro me invitó a una más intensa lectura de Latinoamérica, ratificó mis compromisos y quizás, en el plano subjetivo, me hizo menos vulnerable al desuso y descrédito de la utopía como forma de conocimiento y de acción”. (Rossana Reguillo, profesora en el Departamento de Estudios Socioculturales, Guadalajara).
De los medios a las mediaciones de Jesús Martín-Barbero nos sigue dejando una idea clara: la comunicación cobra sentido desde la cultura global y local. Hay que valorar “lo que cuenta o no cuenta la gente”, lo que queda fuera del encuadre de la interpretación es mucho más valioso que las respuestas prefabricadas. El silencio es también un discurso. Por eso es que este libro palpita aún más cuando se trata de poner en práctica sus supuestos sobre lo popular-masivo y cuando se trata de seguir profundizando en las audiencias de los medios, en los prosumidores de las redes sociales y en el consumo cultural.
Segundo acto: Instagramtura, tuiteratura, storytelling
Estamos en presencia de una gramática mediada por dispositivos tecnológicos. Siendo así, Comunicación habla, en esta ocasión, de Instagramtura, Tuiteratura, Storytelling, de narrativas transmedia y de historias que van de telenovela.
Fedosy Santaella señala “las nuevas tecnologías comunicacionales están ejerciendo una gran influencia en las narrativas de los medios”. Para Ricardo Tavares “la instagramtura se ha sumado a la tuiteratura y demás manifestaciones literarias en redes sociales. Coinciden en los géneros de poesía y minicuento, justamente porque propician la creación de textos muy breves con sentido completo”.
María Corina Bravo y Cristina Castro indican “el storytelling digital se presenta como una alternativa exitosa a la publicidad convencional, pues combina elementos de la comunicación emocional con los avances tecnológicos”. Y Rafael Quiñones nos presenta un análisis comparativo entre el mercado del libro impreso y el libro digital: “el 62% de los jóvenes entre 16 y 24 años prefiere el libro físico frente al digital, incluso cuando se declaran como internautas”.
Paul A. Soukup y Alí E. Rondón nos hablan del género telenovela y de las nuevas narrativas del discurso dramático, respectivamente. Soukup proyecta opiniones interesantes: “Algunas mujeres con quienes hablé dicen que ver telenovelas es casi terapéutico, es una fuente de confort así como una distracción”. Y Alí E. Rondón, experto reconocido en el tema de la telenovela, se pregunta “cómo las narrativas del discurso dramático han ido evolucionando en producciones televisivas de calidad”. Apunta que “lo que se está haciendo en el exterior es un intento por no quedarnos tan rezagados con respecto al imaginario, al mundo simbólico que en el resto del mundo comparten millones de televidentes”.
El profesor Leonardo Carvajal sostiene que existe una cuasi ausencia de la dimensión histórica en la generación digital. “Solo quien conozca la lógica y el ritmo de la historia será capaz de orientar a los otros, para que no crean infantilmente que los cambios en la sociedad tienen que ser ‘para ya’, porque ellos ‘ya no aguantan más’; típico emocionalismo de los pueblos desde que el mundo es mundo”.
La razón le asiste al profesor Carvajal, estamos tan conectados y sumergidos en el mercado de las aplicaciones tecnológicas hasta el punto de que nos olvidamos del transcurrir cotidiano, de la gente que nos rodea, del “cara a cara” y hasta de nuestra historia personal, nacional y universal.
Tercer acto: Sin comunicación no hay democracia
Y el tercer acto de Comunicación es de intensa tragedia, aún sin final democrático para Venezuela. El equipo de investigación de esta revista sigue insistiendo en la libertad de expresión, en los derechos humanos y en los valores supremos de la democracia globalizada. Comunicación y cultura es el antídoto democrático contra el gobierno dictatorial que padecemos los venezolanos desde hace dieciocho años. En esta dirección temática, el investigador venezolano Andrés Cañizález nos presenta un diagnóstico pormenorizado de las investigaciones y reflexiones acerca de la libertad de expresión e información en la revista Comunicación en un período de cuarenta años.
Scarlet Clemente y Mariengracia Chirinos afirman que la Ley contra el odio aumenta los controles contra la libertad de expresión: “de igual manera, la ley estipula restricciones en materia de acceso, pluralidad y diversidad y establece sanciones contra ciudadanos, medios de comunicación, organizaciones y prestadores de servicio”. Y el informe de Freedom House reporta que Venezuela es casi un país sin libertades en el ámbito digital, “la violación de los derechos de los usuarios pasó de 18 puntos en 2011, a 26 en 2017”.
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