Luis Ugalde recibió en México Doctorado Honoris Causa
Efraín Castillo
«El grado de Doctorado Honoris Causa se confiere a una persona que se ha destacado en un determinado campo y en reconocimiento de una trayectoria de vida que inspira a toda una comunidad. No es propiamente un título académico, sino un ‘gracias’ a quienes han hecho un donativo grande a la universidad», explicó Mónica Márquez, directora del Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO, en la ceremonia de otorgamiento del Doctorado Honoris Causa del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) a Luis María Ugalde, SJ.
«Gracias padre Luis por la inspiración y el valor que hoy nos dona», continuó Márquez, quien destacó que el jesuita «ha sido promotor por más de 60 años sostenidos de la reflexión y el diálogo, del sentido de comunidad, de la justicia y la inspiración cristiana que pone a la persona en el centro de la vida».
Destacó que Luis María Ugalde ha sido una voz de denuncia de la corrupción, violaciones a derechos humanos y abusos del poder en Venezuela, donde hoy faltan comida, trabajo, salud, dignidad y respeto, y recordó que en la actualidad hay cuatro millones de venezolanos que se han ido al exilio.
La ceremonia, llevada a cabo el 29 de agosto, fue encabezada por José Morales Orozco, SJ, rector del ITESO, y en la mesa de honor lo acompañaron Juan Luis Orozco, SJ, asistente de educación de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, así como rectores y directores de las instituciones que integran junto con esta casa de estudios el SUJ: Óscar Arturo Castro Soto, director general del Tecnológico Universitario del Valle de Chalco; Óscar Rodríguez Rivera, SJ, director del Instituto Superior Intercultural Ayuuk; Felipe Espinoza Torres, SJ, rector de la Universidad Iberoamericana (Ibero) León; Guillermo Prieto, SJ, rector de la Ibero Torreón; Fernando Fernández Font, SJ, rector de la Ibero Puebla, y David Fernández, SJ, rector de la Ibero Ciudad de México-Tijuana.
Además, estuvieron presentes Luis Arriaga Valenzuela, SJ, próximo rector del ITESO, y Rafael Hernández Cázares, vicerrector académico de la Universidad Panamericana (UP), en representación de José Antonio Esquivias Romero, rector de la UP.
Morales Orozco resaltó que, en su vida como integrante de la Compañía de Jesús, académico y actor social comprometido con Venezuela, Luis María Ugalde, SJ, ha hecho tres invitaciones que son el motivo por el que el SUJ decidió concederle el Doctorado Honoris Causa.
“La primera invitación que nos hace Luis es sentirnos comprometidos con la misión que tenemos como instituciones jesuitas. La segunda es considerar que el trabajo académico también es una manera primordial para realizar la misión y que este trabajo debe de ser, ante todo, de discernimiento y de liberación de las personas y las sociedades”.
El compromiso social, es la tercera invitación, el cual “se encarna con un cendrado involucramiento con la construcción de una política que incluya a todas y todos los venezolanos”, señaló Morales Orozco.
Luis María Ugalde, SJ, subió al estrado para recibir el diploma del Doctorado Honoris Causa del SUJ y una medalla con la identidad gráfica del Sistema Universitario Jesuita y el escudo de la Compañía de Jesús.
Antes de impartir su lección “De la universidad que responde a la universidad que se pregunta”, Ugalde recordó que cuando recién fue nombrado Provincial de Venezuela en 1980 conoció el ITESO, cuando “los árboles eran chiquititos, ahora son grandes y eso me habla de la grandeza humana de esta universidad en profesores, trabajadores, alumnos y me da mucha alegría poder acompañarlos”.
Ugalde hizo un recuento desde que tuvo contacto con una institución de educación superior, hace 60 años.
“Aquella parecía una universidad que sabía todo y tenía respuesta para todo. El hecho de que fuera estudiante de filosofía escolástica acentuaba mi impresión de que a la universidad se acudía a recibir respuestas a todo, con verdades establecidas desde hacía muchos siglos”, relató.
Sin embargo, el paso de acontecimientos y movimientos como la Teología de la Liberación o la Primavera en Praga contra la opresión soviética, marcaron un cisma en la Iglesia y en la Compañía de Jesús en América Latina.
“Para mí, en lo personal todo cambió y todo se volvió pregunta”, dijo.
Años después de que se formó la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), relató Ugalde, se plantearon las preguntas claves de la asociación: “¿En las universidades jesuitas no estaremos formando profesionales exitosos para países fracasados? ¿Qué universidad queremos para qué país? ¿Qué egresados y qué personas queremos formar? Son tres preguntas claves que de manera variada han guiado a la treintena de universidades de AUSJAL en los últimos 25 años”.
La asociación, dijo, reflexionó sobre la disparidad de los egresados de las universidades confiadas a la Compañía de Jesús y “el naufragio” de las sociedades en las que estaban inmersas.
“Era indispensable que nuestras universidades se hicieran la pregunta sobre la calidad humana que deseábamos para nuestras sociedades. El intento de responder a esa calidad ha ido configurando un humanismo y ha ido dando un sello específico a nuestras universidades y transformando todo el quehacer universitario”.
Luis María Ugalde señaló que las universidades, además de cultivar los saberes con rigurosidad científica, están comprometidas a enseñar y crear condiciones para aprender el para qué de esos conocimientos.
“Este aprendizaje no se realiza sólo con los libros, sino que a lo largo de la carrera el estudiante construye puentes vivenciales con las comunidades más excluidas y va adquiriendo una visión y construyendo una voluntad y compromiso duradero de cambio social”.
Y apuntó que el reto no es renunciar al avance científico-tecnológico, ni al éxito económico, sino formar personas capaces de convertir a la ciencia y la tecnología en medios e instrumentos de vida para todos.
“El déficit no es de ciencia sino de humanidad, con conciencia y compromiso solidario”, enfatizó, y agregó que todas las universidades contribuyen a incrementar saberes que pueden ser usados para la muerte o para la vida.
“Por eso la universidad jesuita ha de estar marcada por la pregunta sobre cómo formamos personas más capaces y comprometidas para hacer una sociedad más humana”.
El jesuita citó una carta que Albert Einstein escribió a su hija: “cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada. Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida”.
Ugalde señaló que una afirmación así de un científico no practicante religioso es acorde con la inspiración de las universidades jesuitas.
“En resumen, queremos ser una universidad que se pregunta y enseña a preguntarse: ¿cómo hacer que los saberes instrumentales científicos dejen de utilizarse como instrumentos de dominación y se conviertan en medios de vida y de humanización de la sociedad del siglo XXI? ¿Cómo descubrir y vivir la alegría de ‘en todo amar y servir’?”, concluyó.