Lo mejor de nosotros tiene el nombre de nuestros mejores maestros. Con los maestros llega la esperanza, se alimenta la curiosidad, se nutre el espíritu, de la mano del maestro se conoce el mundo, se desarrollan potencialidades y se cultivan aspiraciones y anhelos. Sin duda, son los Maestros sal y luz de este mundo.
El Maestro es un ser especial, educar requiere talento y nobleza, y una sensibilidad para asumir como compromiso personal el bienestar del otro. Por eso todos los grandes educadores concuerdan en que educar es cosa del corazón, así lo expresaría Don Bosco, y antes que él, San Ignacio nos convocaría a en todo Amar y servir, Juan Bautista La Salle centrará su mensaje en Amar tiernamente a todos sus alumnos y San Marcelino Champaña afirmaba que para educar a un niño hay que amarlo.
En nuestro país, los Maestros han sido ejemplo de lucha histórica en defensa de la profesión docente y promoción de la calidad educativa.
La conmemoración del 15 de Enero como día del Maestro en Venezuela es el reconocimiento del coraje de los docentes que en 1932, en plena dictadura Gomecista organizaron la Asociación Venezolana de Maestros de Instrucción Pública, que fue el semillero para la fundación en 1936 de la Federación Venezolana de Maestros, donde destaca la labor del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Históricamente nuestros maestros han luchado por mejorar sus condiciones laborales y posicionar el tema educativo como prioridad en la agenda nacional. Hoy más que nunca esa lucha se hace urgente y necesaria.
En nuestros días se hace evidente la lucha del Maestro por el respeto a la dignidad de su profesión, en medios de incertidumbres y zozobras, se alza la voz del docente en nombre del vigor moral, de la conciencia ciudadana, del compromiso con el bien como deber sagrado de la humanidad sublime. Su voz es llama y luz, no es complaciente ni timorata, es la voz de aquel que es testimonio de fuerza transformadora capaz de inspirar vida y esperanza.
Esa voz nos conmueve, nos interpela, nos exige al actuar comprometido y solidario. Nos invoca al examen de conciencia, a la revisión íntima de nuestros actos para ser coherentes entre los anhelos superiores del espíritu y nuestro diario convivir.
Estimados Maestros, héroes de luz y esperanza, nuestro mayor agradecimiento por cada gesto de amor invertido en sus estudiantes. Desde la Escuela de Educación los felicitamos. Seguros estamos que Dios les sonríe y los bendice.
♦Migdalia Lezama-Jefa del Departamento de Ciencias Sociales. Escuela de Educación UCAB